*Juan Martínez con 28 años de servicio continúa arriesgando su vida por los mazatlecos
*Gracias, es la recompensa más satisfactoria que se le puede dar a un tragahumos
Cuantas veces no hemos escuchado decir a los niños que sueñan con ser bomberos cuando sean grandes.
El hecho de subirse a un camión, ponerse el traje y escuchar las sirenas los emociona pero ser bombero va más allá de ponerse un traje color amarillo con rojo. Ser bombero es una vocación que pocos poseen, para lograrlo tienes que hacer muchos sacrificios.
El Capital del Cuerpo de Bomberos de Mazatlán, Juan Martínez nos cuenta su historia y su gusto por ayudar a las personas.
Formó parte del cuerpo de voluntarios desde 1972 y no fue hasta 1992, 19 años después, que se integró formalmente dando un total de 48 años de servicio.
Asegura que la satisfacción que los impulsa a seguir adelante es recibir el reconocimiento de las personas a las que ayudan.
No le importa poner su vida en peligro para salvar la vida de otras personas puesto que esa es su vocación “el ayudar al prójimo cuando lo necesite”.
Fue en 2009 cuando Juan Martínez sufrió uno de los accidentes más fuerte en sus años de servicio, una explosión de gas mientras trataban una emergencia que casi le quita la vida.
A pesar de haber quedado con lesiones de quemaduras de tercer grado en sus manos y parte del rostro y daños en sus vías respiratorias no abandonó a su gente y regresó con más ganas de salvar vidas.
“Fue en 2009, hubo una fuga de gas que causó una explosión, yo y tres compañeros más resultamos heridos de gravedad, ellos ya no volvieron y aunque al principio me daba miedo yo si regresé porque me gusta hacerlo y aquí seguimos”
Ser bombero es un oficio de mucha disciplina, respeto y sacrificios, el capitán recomienda a quién realmente sienta esta vocación, prepararse para en un futuro poder ejercerla y que sientan que la satisfacción que los impulsa a seguir adelante es recibir el reconocimiento de las personas a las que ayudan.