Gran Bretaña e Irlanda acordaron el miércoles que sus ciudadanos podrán residir y trabajar libremente en ambos países después del Brexit.
Los dos gobiernos firmaron un acuerdo para prolongar la zona de viaje común Reino Unido-Irlanda cualesquiera que sean en definitiva las condiciones de la salida británica de la Unión Europea.
La fecha y las condiciones del Brexit son inciertas debido al impasse político en Gran Bretaña.
Pero una de las consecuencias probables del Brexit para los ciudadanos británicos será la pérdida del derecho automático de residir en un país miembro de la UE.
La zona de viaje común existe desde que la República de Irlanda se independizó de Gran Bretaña hace casi un siglo y es anterior al ingreso de ambos países a la UE.
El acuerdo significa que los ciudadanos de cualquiera de los dos países pueden vivir, trabajar, estudiar, recibir atención médica y votar en el otro.
Los 27 países que permanecerán en la Unión Europea (UE) tras la marcha del Reino Unido acordaron conceder a Londres una prórroga para un Brexit negociado hasta el próximo 31 de octubre, que se queda a medio camino entre la extensión corta por la que abogaba Francia y la más larga que favorecía Alemania.
Tras una cumbre extraordinaria que concluyó de madrugada tras varias horas de discusión, los Veintisiete consensuaron un nuevo calendario para el Brexit con una nueva fecha máxima de salida, el 31 de octubre, y una evaluación intermedia del proceso en su cumbre ordinaria de junio.
El mandato de la actual Comisión Europea termina en principio el mismo 31 de octubre y, por tanto, Londres no elegiría a un nuevo comisario europeo.
La primera ministra británica, Theresa May, había solicitado una prórroga hasta el 30 de junio, mientras que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, apostaba por una más larga, como máximo de un año, que permita al Reino Unido salir de la UE tan pronto como esté listo, lo que supondría que Londres tendría que convocar elecciones europeas.
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