“Reaparece” El de la Tierra y remueve en las redes sociales sentimientos del Mazatlán de ayer

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FRANCISCO CHIQUETE

Cincuenta o sesenta años han sido insuficientes para acabar con un sello icónico de la cultura popular mazatleca. Bastó con la aparición de una fotografía en las redes sociales para que “El de la tierra”, viejo personaje de nuestras calles, volviese a ser tema de primer orden entre amplios sectores de la población, aunque no todos tuviesen la certeza de haberlo conocido.

Entre mis hermanos se llegó a una conclusión: “no, pues apenas el Javier”.

En efecto, apenas yo y los dos hermanos que me siguen, porque el Chito corría conmigo tras la recua de burros cargados con sacos de tierra abonada, no sólo por ver de cerca a los animales, sino para oír y corear las consignas que “El de la tierra” lanzaba entre venta y venta.

Tierra, abonada pa’las matas, pregonaba montado en el asno principal, para luego lanzar su pregunta: ¿al de la tierra le pega la mujer sí o no? -sí coreábamos todos como si hubiésemos ensayado la participación.

Pero a veces la pregunta iba más allá de sus intimidades matrimoniales y se lanzaba a denunciar “el de la tierra/ el presidente municipal es rata, sí o no?” Y alguna vez llegó al extremo de denunciar una infidelidad en perjuicio de alguna autoridad, o a presumir que era él quien le bajaba los calzones a alguna dama de altos círculos, incluyendo las reinas del carnaval, pregones que recorrían la ciudad de cabo a rabo, desde el hoy llamado Centro Histórico hasta las colonias más alejadas.

Por supuesto la consecuencia era la cárcel, de donde salía a empezar de nuevo sus recorridos, primero tímidamente hasta llegar de nuevo a los niveles de insulto o audacia que le caracterizaban.

Por esas épocas nadie se atrevía a hablar mal de una autoridad y menos en condiciones tan públicas como las de Alfredo Tirado Gárate, que era o es el nombre de este pregonero, de acuerdo con la memoria de Alfredo Llanos Ponce, quien ubica a su tocayo como oriundo de El Salto antes de La Noria y hoy de El Recodo (gracias al doctor Alfonso Sandoval Santos y a Roberto Guerra, compañeros egresados de la Secundaria Federal, por sus ayudas para esta ubicación).

Sólo El de la tierra y un voceador apodado El gritón o El Barbitas, llamado Alfonso Vázquez, se atrevían a vociferar de esa manera.

Mazatlán iba cambiando y desaparecían algunos rasgos eminentemente rurales. Los viejos carboneros que recorrían la ciudad en burros o en carretas fueron sustituidos con las camionetas cargadas de tanques de gas. Un día desaparecieron las arañas, popular medio de transporte que prestaba servicio de taxi en carretelas jaladas por caballos. En su lugar entraron también unas camionetas a las que en recuerdo de su origen se llamó “aurigas”, aunque la gente las rebautizó como “bronquitis” porque hacían competencia a las pulmonías.

Frente a la casa de mi abuela en la colonia Montuosa, don Ramón Mercado, veterano de la revolución, tenía una caballeriza con dos animales, pues contaba con dos arañas que vimos desaparecer junto con los olores a boñiga y los charcos de meados que corrían hacia afuera del lote en que les resguardaban.

También desapareció El de la tierra, de quien no volvimos a saber en mucho tiempo, hasta que por los años ochenta Juan Lizárraga Tisnado, reportero entonces de Noroeste, lo encontró vendiendo cachitos de lotería afuera de la Casa Grande muy cerca del Mercado Pino Suárez. Así nos enteramos de los infortunios económicos y físicos que llevaron a este hombre a dejar su actividad, que ayudaba a las amas de casa a mantener floridos sus jardines; a la ciudadanía a conocer los chismes y rumores de “los de arriba”; y a los niños a pasar un rato de felicidad sin darse cuenta de que así ayudaban a ensanchar la breve libertad de expresión de esos tiempos.

Esta reaparición virtual de nuestro personaje fue provocada por el propio Juan Lizárraga Tis, quien subió a su muro de Facebook una foto en que aparece don Alfredo Tirado Gárate en sus burros frente al sitio en que operó una distribuidora de los refrescos Aga, lanzando el reto de ubicar de qué calle se trata. Hasta hoy se han dado varias respuestas, pero ninguna ha generado consenso.