“Vamos a producir sanamente para la gente, y vas a ver cómo les va a gustar”, dice con vehemencia Rafael Hernández, el jefe de la familia Hernández que han echado a andar para concretar aún más el proyecto ecológico integral y sustentable que han iniciado desde hace una década a 45 kilómetros de Mazatlán.
“Aquí, en este ranchito, estamos produciendo alimento sin químicos: huevo de gallo-gallina donde los animalitos se alimentan en espacios cercados para que coman solo aquello que es bueno para dar un producto saludable; leche y queso de cabras que, igualmente se alimentan en praderas nuestras, que hemos dispuesto para que no anden comiendo cualquier cosa, únicamente lo más sano para que los productos sean limpios y realmente alimenticios.”
Con toda esa experiencia y con la nueva experiencia en la producción de hortalizas, se presentaron incansables, ávidos de aprender nuevas cosas a los cursos organizados por Green Peace en su barco “Esperanza”, atracado en los muelles mazatlecos, y establecieron un diálogo con lenguaje común: preservar la vida, la diversidad natural y la relación de respeto y defensa del medio ambiente, incluyendo a la especie humana.
En ese afán, la distribución de sus productos empieza a crecer directamente a los consumidores de Mazatlán, Culiacán, La Cruz y Dimas, en San Ignacio. Y es que, dice Juan Manuel, hijo de Don Rafael, si “evitamos que sean los coyotes los que se lleven la producción, podremos sostener más empleos para personas que estén de acuerdo en impulsar este tipo de proyectos ecológicos”. Estamos trabajando para certificar nuestros productos como producción natural y orgánica y eso le dará mayor certidumbre a los consumidores de que lo que comen es un producto realmente limpio y saludable”.
Así, con ese espíritu, se han entregado al trabajo diario y han ideado creativamente avanzar en distintos proyectos donde su familia es la principal consumidora. Por ejemplo, prenden su estufa con gas que extraen del estiércol de las cabras, tienen su propio pozo de agua, siembran lo que se comen los pollos, entre otras cosas. Y ese espíritu se contagia a otros vecinos y con él se fortalece una cultura del buen comer, que sabe diferenciar entre comer sanamente, sin conservadores ni venenos químicos, y, por otro lado, comer la chatarra que nos invade cotidianamente, que no alimenta pero si engorda, que desnutre y enferma en lugar de prodigar bienestar.
Su mira es crecer, pero no a costa de la salud de la gente, sino precisamente para llevar salud a sus consumidores. La familia Hernández, encabezada por Don Rafael y Josefina, están ahí, abiertos a que cualquier persona los visite y vea directamente cuáles son los procedimientos ecológicos utilizados en la producción de huevo, leche y queso de cabra, hortalizas, y muy pronto de pollo y otros alimentos.
Vea el video que Sinaloa en Línea realizó para dar a conocer esta experiencia que es realmente novedosa en el mercado de alimentos de Sinaloa. Salud.