Una familia grande y la necesidad de tener más ingresos hizo que Don Polo buscará algo más que el campo para alimentar y dar educación a sus hijos. 10 niños junto a sus padres iniciaron desde hace 55 años la tradición de elaboración y venta de chorizo en El Roble.
El licenciado Fernando Pucheta Sánchez, junto a los integrantes de su agrupación «Pucheta, Una Mano Amiga» se trasladó hasta la sindicatura de El Roble, donde fue atendido por la señora Angélica Lizárraga Sánchez y su hijo Héctor Aguirre, quien al lado del señor Leopoldo Aguirre Jiménez «Polo», iniciaron esta pequeña empresa que los ha hecho trascender en la región por la popularidad de este rico alimento.
Don Polo, quien falleció hace 12 años heredó a su esposa e hijos, una tradición de elaboración de un producto de alta calidad como lo presume su esposa doña Angélica, quien a sus 87 años, continúa al pendiente de su negocio junto con Héctor, su hijo. En una pequeña cocina que se dedica exclusivamente al molido de la carne de puerco y preparación del chorizo, se trabaja alrededor de 60 kilos del alimento a la semana.
Sin embargo, por la pandemia, la actividad ha venido de más a menos, ahora venden entre 30 y 40 kilos por semana entre los mismos habitantes de El Roble, Villa Unión y alguno que otro visitante que va del puerto de Mazatlán. El kilo de chorizo se expende a 110 pesos y cuenta con la garantía de que se trata de pura carne de puerco, sin pellejos ni ningún otro elemento que distraiga su buena calidad, nos cuenta doña Angélica.
La producción de chorizo inició cuando sus 10 hijos eran pequeños. «Muchas bocas que mantener y poco dinero», relata quien encabeza a esta noble familia. Mi esposo trabajaba en el campo y su patrón le dijo que se llevara carne para hacer chorizo y así comenzamos, primero con diez o 15 kilos, ahora hacemos más porque se ha vuelto popular nuestro producto, hasta los niños vienen a comprarnos, explicó con orgullo.
Pucheta Sánchez pidió a la población que en estos momentos difíciles, nos ayudemos entre todos y consumamos lo que produce la región. Si doña Angélica y sus hijos y nietos elaboran chorizo, hay que ir a consumirles; si la vecina hace tortillas de harina, quesos o pasteles, hay que comprarles, para evitar que esta pandemia nos afecte más.
El ex alcalde mazatleco aplaudió el tesón de doña Angélica y sus hijos, así como de otras micro y pequeñas empresas, que aun y con las crisis, han sabido sacar adelante a su familia con trabajo y dignidad, un valor que en estos tiempos se requiere con mayor fuerza para levantar a nuestro municipio y al país entero.