Es evidente que algunos gobernantes no quieren ser expuestos. Les incomoda que la gente les demande la verdad y resultados concretos. Prefieren ocultar los malos resultados en educación. A menudo, tienen «otros datos», pero ignorar la realidad no evitará que los niños mexicanos sufran las consecuencias.
Todos los países miembros de la OCDE participan en estas pruebas porque saben que, con los resultados en mano, pueden corregir deficiencias y avanzar hacia mejores condiciones educativas. México, sin embargo, no.
Parece que los políticos, satisfechos con su situación cómoda en el presupuesto gubernamental, están conformes con el estado actual. Expertos estiman que en los últimos ciclos escolares, la matrícula escolar ha disminuido hasta en un millón y medio de estudiantes. En lugar de buscar reintegrar a esos alumnos, prefieren permanecer silenciosos, quizás porque así sobra más presupuesto para malversar o emplear en nepotismo.
El nuevo proyecto educativo de AMLO pretende deconstruir el “coloniaje” y dejar de producir “esclavos”, buscando “educar con dignidad para evitar la explotación”. Sin embargo, surgen preguntas válidas: ¿puede avanzar un país con un sistema educativo que, según críticos, se percibe como comunista y que enfrenta a las nuevas generaciones con el sector productivo moderno?
Estos políticos están cerca de terminar su mandato, y no hemos visto que cumplan sus promesas. Aún existen muchas escuelas sin servicios básicos como agua potable, electricidad o mobiliario adecuado, y algunas incluso carecen de sistemas de drenaje. ¿Podemos creer que alcanzarán la educación digital?
En el presupuesto hay recursos asignados para mejorar la educación, pero estos no llegan a las escuelas, maestros ni alumnos. No sabemos a dónde van esos fondos, y la Auditoría Superior de la Federación también ha expresado dudas sobre el destino de recursos destinados al programa “La Escuela es Nuestra”.
Cuando los padres de familia realizan esfuerzos económicos o consiguen patrocinios para mejorar las instalaciones, el gobierno deja a las escuelas en el abandono. En ocasiones, la delincuencia aprovecha para robar equipos durante la noche o fines de semana, y rara vez se investigan estos delitos.
¿A dónde va un país que abandona sus escuelas y además enfrenta a los estudiantes con el sector productivo, supuestamente el lugar donde trabajarán al terminar su educación?
La actual burocracia parece diseñada solo para hacer dependientes a los jóvenes de las dádivas gubernamentales, asegurando su apoyo electoral.
Propuesta para mejorar la educación y la seguridad
¿Qué propongo para cambiar esta situación? A los políticos les gusta hablar de revoluciones, pero nunca se atreven a iniciar una donde realmente se necesita. Urgimos una descentralización de la educación, la salud y la seguridad. Estas no deberían simplemente cambiar de administradores, como ha ocurrido hasta ahora, sino que deberían estar en manos de los municipios, que están más cercanos a las necesidades reales de la gente.
En las circunstancias actuales, los municipios no pueden manejar esto solos, pero un cambio en las potestades fiscales, como entregarles el IVA y el ISR etiquetados para uso en educación y seguridad, podría resolver muchos problemas. Los municipios podrían entonces utilizar los impuestos locales para invertir directamente en seguridad y educación.
Con las escuelas operando de manera más autónoma y los maestros actuando como entes independientes, los padres de familia podrían elegir la mejor educación para sus hijos y recompensar a los maestros más preparados, utilizando bonos educativos proporcionados por el municipio. Con este esquema, podríamos reducir significativamente el uso electoral, la discrecionalidad y el abuso que actualmente se observa con verdaderas mafias que amenazan al pueblo con retirarles las ayudas gubernamentales.