La secretaria de Salud de Ciudad de México cuenta cómo se vive la gestión de la pandemia tras bambalinas, responde a las críticas y comparte sus perspectivas para 2022
Desde hace casi dos años, Oliva López se ha hecho cargo de la pandemia en la metrópoli de habla hispana más grande del mundo. Ciudad de México, una ciudad-monstruo de 22 millones de habitantes en su área conurbada, está llena de contrastes económicos, sociales y políticos. Y esos contrastes no han escapado del coronavirus. La capital mexicana es el epicentro de quienes exigen medidas contundentes contra el avance de ómicron, pero también de quienes reclaman que no se pueden permitir un nuevo confinamiento. El bastión de quienes dudan de las estadísticas oficiales y de quienes las defienden. La ciudad que forma largas filas desde la madrugada para hacerse una prueba de covid y que abarrota las jugueterías en la víspera de Día de Reyes durante la misma semana.
Ciudad de México acumula más de un millón de contagios desde el inicio de la pandemia, uno de cada cuatro casos confirmados a nivel nacional, pero es al mismo tiempo la región con la mayor cobertura de vacunación y con la política de rastreo de contagios más ambiciosa del país. Es también donde se han identificado más casos de ómicron en territorio mexicano. “Estamos pagando los platos rotos de la cena de fin de año, los efectos de todo lo que ocurrió en diciembre de aglomeraciones, encuentros y reuniones”, dice López sobre el mayor repunte que se ha visto en meses. “Esta variante tiene un periodo más corto entre el contagio y que se expresan los síntomas, pero también desaparece más rápido”, matiza. La secretaria de Salud abre las puertas de su despacho para contar cómo se vive la gestión de la pandemia tras bambalinas, responder a las críticas y compartir sus perspectivas para 2022. Esta es una versión editada y condensada de sus respuestas.
Pregunta. Hay especialistas que creen que ómicron puede ser una fase de transición antes de que la covid se convierta en una enfermedad estacional. Otros están preocupados por el aumento de los contagios y la carga que puede afrontar el sistema de salud, pese a la vacunación. ¿Usted qué opina?
Respuesta. No son excluyentes ambas posturas. Por un lado, hay cierto optimismo, aunque también hay poca evidencia todavía del efecto que puede tener ómicron. Todavía no hay suficiente investigación porque es relativamente reciente esta variante, tanto su identificación como su circulación en el mundo. Hasta ahora se sabe que es muy transmisible, pero con casos menos graves. Es la evidencia, pero no cantamos victoria porque no sabemos en el largo plazo qué pueda significar. Ojalá se confirme la perspectiva de algunos infectólogos y virólogos que dicen que puede ser el principio del fin de la pandemia y ya estar en una ruta endémica. Eso es probable, es el comportamiento de los virus, en general.
Por otro lado, tenemos que estar alertas por la cantidad de casos, porque si bien no estaríamos recibiendo tantos hospitalizados, sí hay una demanda mayor. Ustedes lo están viendo: en Ciudad de México duplicamos el número de pruebas e incrementamos sitios de toma de muestras justamente para atender esta demanda de diagnóstico rápido de enfermedades respiratorias.
P. Con las largas filas que hemos visto esta semana para las pruebas de covid y el repunte de casos se nota cierta incertidumbre en la población. ¿Está justificado ese nerviosismo?
R. Bueno, muy nerviosos no creo que estén. ¿Vieron ayer cómo estaba el centro para la compra de Día de Reyes? Los ayudantes de los Reyes Magos salieron masivamente a comprar. Creo que hay algunos grupos que están muy preocupados. Hay también otros grupos que están preocupados, pero no modifican sus patrones de comportamiento. Están muy preocupados por la saturación en el aeropuerto, pero así de preocupados se fueron de vacaciones.
Las personas que realmente están preocupadas están usando cubrebocas y se están vacunando. En las últimas dos semanas de diciembre vacunamos a 200.000 rezagados. Hay una buena aceptación de la vacuna y un interés por ponerse el refuerzo. Y esto da mucha mayor seguridad a la población. Sí, creo que hay incertidumbre, hay preocupación, pero ya no es la preocupación del año pasado.
P. ¿No se manda un mensaje equivocado a la población cuando se mantiene el semáforo epidemiológico en verde o cuando se dice que vamos bien en la pandemia?
R. Nosotros hemos insistido siempre en que hay que mantener las medidas de seguridad, que debemos cuidarnos. Además, las medidas son en dos ámbitos: el personal y el comunitario. Usar cubrebocas, lavarse las manos, evitar hasta donde sea posible los sitios cerrados, ventilar, aislarse si tiene síntomas: eso depende de cada uno. Lo colectivo tiene que ver con los filtros sanitarios, los aforos y la seguridad sanitaria, con que las oficinas y los comercios no bajen la guardia. Un tercer ámbito tiene que ver con los dispositivos del Gobierno: los quioscos de pruebas, los centros de salud, los triajes, las camas de hospital, que están ahí y se van ajustando con cierta flexibilidad.
P. En otros Estados con menor incidencia ya se habla de una cuarta ola de contagios. ¿Por qué en Ciudad de México todavía no?
R. Porque nuestra medición está muy centrada en la hospitalización, aunque monitoreamos todos los indicadores. Las hospitalizaciones estaban estables y la tendencia cambió apenas hace tres días. En ese sentido, estamos todavía viendo. Seguramente, en los próximos días, si seguimos viendo estos comportamientos, estaremos ya con otra condición.
P. Quizá sea una cuestión psicológica, ¿pero no daría más certidumbre asumir que ya estamos en esta ola?
R. No, no creo que cambie mucho la percepción de las personas porque les seguimos diciendo que se sigan cuidando, que lleven a vacunar a sus adultos mayores. Mandamos muchos mensajes indicando que la pandemia no ha concluido.
P. Las autoridades han tenido que lidiar con un binomio muy complicado entre la crisis sanitaria y las afectaciones económicas. ¿Está descartado por completo el regreso a un confinamiento bajo cualquier escenario?
R. En las condiciones que estamos ahora, sí. Tenemos un repunte de contagios, pero también una cobertura alta de vacunación. Las hospitalizaciones se han incrementado en los últimos días, pero no es nada complicado. Nosotros tenemos hasta el jueves 82 personas hospitalizadas en la red de la Secretaría de Salud local. En el primer pico tuvimos 530. En el segundo, 850. Ahorita no tenemos esos datos.
Para nosotros es muy importante transmitirlo a la población. Es una falsa disyuntiva elegir entre la seguridad sanitaria o la seguridad económica. Finalmente, la salud es síntesis: tiene que ver también con que las personas puedan trabajar y tener los elementos esenciales para comer o resolver sus necesidades más vitales. Creo que estas discusiones donde todo es blanco o negro nos distraen de los matices que necesitamos colocar y del equilibrio que es parte del trabajo de la política pública, un equilibrio entre un conjunto de actividades abiertas con seguridad y el manejo de cierto nivel de contagios y de hospitalizaciones.
P. ¿Cuál es su recomendación en cuanto a viajes, reuniones, ir al trabajo, salir o no?
R. Podemos salir, pero debemos priorizar estar al aire libre. Esto es muy importante. La ciudad tiene un programa que ha dado muchas facilidades para comer y convivir en terrazas y en el espacio público. A veces no es tan fácil porque hace frío, como ahora. Si no se puede, entonces optar por espacios ventilados y grupos no tan grandes.
Vamos a tener que modificar, por ejemplo, nuestras reuniones de trabajo, tener un modelo híbrido entre las virtuales y las presenciales. Tenemos que seguir fomentando un componente de teletrabajo, creo que llegó para quedarse, y también pensar hacia adelante en la importancia de los ambientes ventilados en los nuevos espacios e inmuebles que se construyan.
Lo mismo con el cubrebocas. Yo propondría que lo usáramos de aquí en adelante en cada época invernal, independientemente si tenemos covid o no. Nos protege de la influenza y de otros virus que en esta época están mucho más activos y hay más contagios. Tenemos todos que aprender a contender con el covid-19, incorporar estas rutinas personales y comunitarias de cuidado, vacunarnos.
Otra cosa en la que hay que insistir es que en esta ruta civilizatoria, y aunque sorteamos esta pandemia, puede venir otra por la depredación ambiental, la ferocidad en la extracción de recursos del planeta y un hiperconsumo que no tiene razón de ser. Creo que si no se plantean cambios de fondo, vamos a tener en otro momento una situación similar.
P. El epidemiólogo Jaime Sepúlveda dijo la semana pasada que las autoridades mexicanas estaban minimizando el impacto de ómicron y que se había actuado tarde. ¿Qué responde a estos cuestionamientos?
R. Se dice que actuamos tarde porque están muy centrados en el cierre de fronteras. Ya lo vimos en las primeras fases de la epidemia y con las variantes. El cierre de fronteras no facilita, excluye y siempre pagan los platos rotos los más frágiles, los precarios, los que tienen trabajo informal, los que viven al día. Aquí en Ciudad de México, la vacunación se dio invitando a la población. El uso de cubrebocas se dio sin imponerlo, sino convenciendo y garantizando los derechos humanos. Sí, reconociendo el riesgo colectivo, pero apelando a la información, a la comunicación, a la educación.
P. Algunos países latinoamericanos ya van por la tercera o la cuarta dosis porque las vacunas que pusieron en un principio no mostraron tanta efectividad contra esta nueva variante. ¿Podremos ver un escenario similar en Ciudad de México?
R. Estamos vacunando como lo señalan los lineamientos nacionales, protegiendo con refuerzo a todos los de 60 años y más. Terminamos este sábado y todas las personas en esa franja de edad, independientemente de qué vacuna les tocó, ya tendrían su refuerzo. El Gobierno federal ya anunció que se continuaría después con el grupo de 50 a 59 años, aunque es un grupo que no debería ser de riesgo. Desafortunadamente, hay muchas personas en el país y la ciudad que están afectadas por diabetes, hipertensión, obesidad o sobrepeso.
P. En lo personal, ¿cómo ha sido hacerse cargo de la lucha contra la pandemia en la ciudad hispanohablante más grande del mundo?
R. Ha sido un desafío. En enero [de 2020] empezamos un equipo de monitoreo encabezado por la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y en los inicios me sentía como una surfista que ve que va a venir una gran ola, pero no sabe el tamaño que tiene ni si va a tener la capacidad de sortearla. Había que tener templanza, serenidad y cabeza en lo personal, lo institucional y comunitario.
Al principio pensábamos que la pandemia no iba a ser tan larga. Pensábamos que para noviembre de 2020 ya estaríamos saliendo y justo en noviembre fue una situación muy difícil porque empezó a crecer. Los peores momentos fueron diciembre de 2020 y enero de 2021. Todos estábamos exhaustos, trabajando 24/7 y haciendo guardias. Inauguramos una unidad temporal covid en el Ajusco el 15 de diciembre de 2020 con 96 camas y al día siguiente estaba prácticamente llena. Era una situación desesperada, de pensar: “Bueno, ¿a qué hora va a parar esto?”.
El momento más emocionante y de mayor esperanza fue cuando llegó la vacuna y pusimos las primeras dosis el 24 de diciembre a personal de salud de nuestros hospitales. Conseguir un modelo exitoso de vacunación para la ciudad ha sido muy formativo. No sólo porque se vacuna rápido y con calidad en la parte técnica, sino por la parte humana, de calidez, igualitaria.
P. Con lo que ya se sabe dos años después, ¿qué hubiera hecho diferente?
R. A lo mejor haber hecho desde más temprano una invitación masiva a especialistas y a personal de salud para que se incorporara. No tenemos suficientes especialistas formados en el país y en la ciudad. Eso fue uno de los cuellos de botella.
P. ¿Qué espera de la pandemia en los próximos meses?
R. Queremos que vaya amainando. Espero que con estos contagios en todos los organismos que estuvimos expuestos al virus quede alguna inmunidad que nos proteja, que la vacunación avance y proteja a la mayor parte de la población y que fuera más equitativa en el mundo. Si no, vamos a seguir teniendo fábricas de variantes. Espero que en la ciudad el covid se vuelva una enfermedad endémica y que podamos seguir trabajando como un sistema unificado de salud.
P. Ómicron ha sido también un golpe anímico cuando estábamos cerca de ver la luz al final del túnel. ¿Usted cree que este año veremos el fin de la pandemia?
R. Creo que este año tenemos más probabilidades de transitar hacia una una enfermedad endémica, de comportamiento estacional.
P. ¿Cómo cuántas probabilidades?
R. Mi apuesta sería como un 60-40, un 60% que sí.