*Como poesía del cronista Enrique Vega Ayala
*Figuras y estatuas de la Perla del Pacífico
El cronista de Mazatlán, Enrique Vega Ayala, escribió en marzo de 2019 una hermosa remembranza del puerto como “secretos de Mazatlán”. Enamorado de su ciudad narró: “Si el Centro Histórico de Mazatlán es el corazón de la cultura porteña, el Paseo de Olas Altas es su cuna, el sitio donde anidan las venas del puerto viejo, la puerta de entrada de los vientos que refrescan la ciudad antigua”.
Paseo Olas Altas es uno de los íconos de las fiestas de carnaval y ahí se concentran una buena parte de los monumentos de la ciudad, desde la glorieta de los Escudos de Sinaloa y Mazatlán hasta El Venadito, símbolo de la historia de la ciudad; un poco más allá La Mujer Mazatleca y, al llegar a la Glorieta Sánchez Taboada, se aprecia la figura en bronce del ex presidente de México, don Benito Juárez, a quien se le conoce también como el Benemérito de las Américas.
A unos metros y a espalda de la estatua de Juárez, se observa la escultura de una sirena y su cupido montados en unas piedras que, cuando el mar se encrespa, es bañada incesantemente por las olas del inmenso Océano Pacífico.
En el histórico Paseo Olas Altas también están las figuras de Pedro Infante arriba de una en motocicleta que recuerda la película “A toda Máquina”; enseguida el artista musical con su piano y cantante de bolero Fernando Valadés; luego, frente al hotel Freeman y pegado a una parte del Malecón hay un espacio floreado, en donde la Escuela Náutica de Mazatlán en marzo del 2020 colocó una esbelta estatua de una mujer con un pañuelo en la mano llamada “La Bella Lola” que retrata a las esposas o novias saludando al ser amado en su regreso de altamar.
Al otro extremo de este histórico paseo está la Carpa Olivera, una piscina natural bañada por las aguas del mar y arriba, a un lado del paso peatonal, una figura en bronce de una sirena con los pechos al aire e inmediato, a un unos metros, se erige la recia figura de Jacques-Ives Costeau como un homenaje del pueblo mazatleco al ilustre oficial naval, francés investigador y biólogo marino que consideró a Mazatlán como la puerta de entrada al “Acuario del Mundo”, pues en el Mar de Cortés o Golfo de California hay una enorme riqueza de flora y fauna marina con más de 200 especies de peces que, posiblemente, no haya en otra parte del mundo.
Frente a estos atractivos está la estatua del sinaloense y mazatleco por adopción, José Ángel Espinosa “Ferrusquilla”, uno de los más grandes compositores de
canciones de Sinaloa y del país. Unos 20 metros al norte, se yergue otra insigne figura de los grandes de México: José Alfredo Jiménez, guanajuatense, pero con un amor por la ciudad que compuso el “himno de los porteños”, el “Corrido de Mazatlán”, en donde “hasta un pobre se siente millonario”. Para cerrar esta trilogía de artistas musicales, unos metros más allá está la estatua de don Salvador Lizárraga Sánchez, fundador de la Original Banda Limón.
Y hablando de grandes de la música, frente al Acuario Mazatlán está la glorieta a don Cruz Lizárraga y en medio su egregia figura como un homenaje al fundador de la “madre de todas las bandas: El Recodo”.
Mención especial merece el bardo nayarita Amado Nervo, quien tiene su busto en la esquina de las calles Constitución y Carnaval, en la icónica Plaza Machado.
Pero una figura, con su estatua olvidada, es Sri Chinmoy, en cuya placa se lee “Al hombre global del siglo XX”, un monumento a la paz y más abajo se habla del músico, poeta, artista plástico, atleta y filantrópico. Fue un defensor de la paz mundial nacido en Blangladesh. Esa estatua se colocó en noviembre del 2009.
Mención especial merece el “Callejón Liverpool”, frente al Venadito, como un homenaje a los Beatles y la colocación de las estatuas al tamaño de los grandes músicos ingleses: Paul, Ringo, John y George, quienes, a la par de Pedro Infante, son de las figuras más fotografiadas por los turistas locales e internacionales.
Por supuesto, no olvidamos a Lola Beltrán y su hermosa figura en la calle que lleva su nombre y llega al Malecón o Paseo del Mar. Tampoco el trabajo del extraordinario artista Antonio López Sáenz y sus “beisbolistas” y los monumentos a la Pulmonía, los Lobos Marinos para terminar en La Familia, a un costado de Plaza Valentinos.
Tampoco ignoramos la estatua del ilustre culichi, empresario, político, luchador social y ex candidato presidencial del PAN: Manuel de Jesús “Maquío” Clouthier al inicio de la avenida del Conchi, como tampoco el busto del sonorense y asesinado ex candidato presidencial del PRI: Luis Donaldo Colosio Murrieta, allá en el libramiento a Culiacán que lleva su nombre.
Hay otros conjuntos arquitectónicos que nos recuerdan diariamente la grandeza de Mazatlán como el Monumento al Pescador en pleno Malecón; la Fuente del Agua al término de la avenida Rafael Buelna, la llamada Fuente de la Vida o de los Delfines en Paseo Claussen, muy cerca de la glorieta Sánchez Taboada.
Por cierto, muy cerca de esta glorieta, está la plazuela de Los Leones que lleva este nombre por las figuras de materiales de dos grandes felinos de esta raza. Algo para reprobar, más que recordar, es que no aparece las figura de la ilustre mujer mazatleca Romanita de la Peña, que estuvo largos años engalanando la Plaza Machado