Luis Antonio Martínez Peña.
Jerez.
El nombre oficial es Jerez de García Salinas, debido a que en la Hacienda de La Labor de Santa Gertrudis en el Rancho de la Gavia en 1786 nació Francisco García Salinas, reconocido político de corte liberal de la primera mitad del siglo XIX. Un benemérito del estado y conocido como “tata Pachito” por los zacatecanos. Este personaje fue gobernador de Zacatecas y participó activamente a nivel nacional por la defensa e instauración del federalismo en la Constitución General. Promoviendo la libertad y soberanía de los estados y municipios que conforman la república y manifestándose contrario a cualquier intención centralizadora de la vida pública en nuestro país. Por eso se llama de García Salinas no sólo Jerez sino también la Universidad Autónoma de Zacatecas la cual se reconoce sucesora del instituto literario de carácter laico que fundó el famoso político zacatecano en el siglo XIX.
El sábado26 de julio, por la mañana, fuimos al Cerro de la Bufa en la ciudad de Zacatecas, y después de rendir homenaje a los héroes de la toma de Zacatecas, con motivo de su centenario, los integrantes de la Asociación de Cronistas de Ciudades Mexicanas nos trasladamos a la ciudad de Jerez de García Salinas, población ubicada al sudoeste del estado y a 56 km de distancia de la ciudad capital.
Al llegar a Jerez fuimos sin dilación al teatro Hinojosa , lugar donde se llevó a cabo una reunión de protocolo. Ahí la mesa directiva de nuestra asociación concedió a la ciudad de Jerez de García Salinas el reconocimiento de “Capital Nacional de la Crónica” y además se rindió un homenaje al hombre universal en el campo de las letras, nada menos que al bardo Ramón López Velarde, jerezano de nacimiento y mexicano ilustre.
El teatro Hinojosa es contemporáneo de la mayoría de los teatros de herradura de nuestro país. Muy parecido, a nuestro Teatro Ángela Peralta de Mazatlán, cuentan las crónicas que fue fundado en 1867, viviendo del esplendor porfirista, e incendiado en 1913 a causa de la revolución que envolvió en llamas al estado de Zacatecas. En la actualidad la carencia de butacas en su platea es sustituida por sillas individuales de madera, algo incomodas. Cuenta con tres niveles y su capacidad será para algunas 400 personas. Su fachada es de corte neoclásico, destacando por su sobriedad
El teatro Hinojosa sigue siendo escenario de grandes actividades artísticas. En esta ocasión fue sede de nuestras actividades y ahí el niño Emiliano Ortíz en su calidad de cronista infantil dio lectura a su crónica “El niño Patiño” que versa sobre una figura de santo niño cuidado por una monjita y que adquiría vida en la forma de un niño que hacía travesuras. Relato que tiene como trasfondo la guerra cristera en los pueblos de Jalisco y Zacatecas. Interesante tema además por conocerlo a través de una voz y letra infantil.
Al terminar la ceremonia oficial y la presentación de trabajos no quisimos perder la oportunidad de pasearnos por las calles y rincones de la ciudad y conocer la vida pública y cotidiana de Jerez , con sus plazas y sus personajes que descansan y conversan en sus bancas de plaza a la sombra de jacarandas, naranjos y casuarinas. Allí, en la plaza Hidalgo nos encontramos a una docena de señores jugando una partida de dominó. En dos mesas de plástico y cuatro sillas en cada una se reúnen los jugadores se hace la sopa y se reparte el juego; algunos, dos o tres, esperan turno para jugar. Los jugadores te ven venir y a manera de salvar la secrecía de su partida la cubren con la palma de su mano. No vaya ser la mala sombra o el mal de ojo que les eche a perder la jugada. Son “Los amigos de la plaza Hidalgo” así se hacen llamar, y son algunos de los integrantes del Club de Dominó de Jerez. Al conocer nuestra intención de tomar fotografías y levantar datos sobre ellos aceptan de manera cortés y educada, pero sin descuidar su jugada y por supuesto sin descubrir las fichas de su juego. Son gente mayor, de la segunda y tercera edad, juegan todo el día y en relevos. Estos son los de la mañana, y el bolero de la plaza, más comunicativo, nos dice que estos señores hacen mucha política, pues los presidentes municipales de vez en cuando vienen a jugar una partida de dominó, para no caer de su gracia, y para enterarse de los rumores y chismes políticos. El club de dominó es termómetro también de los niveles de aceptación de los gobernantes y figuras públicas entre la sociedad jerezana. Así que ahorcando mulas y atajando fichas, la partida de dominó, sin ser de apuestas en lo monetario, el triunfo y la plática que lo adereza tiene un buen sabor.
Pasamos luego a visitar la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad y aquí quiero señalar que por ser sábado nos encontramos con que los jerezanos disfrutan en cada misa del día de celebraciones de bodas y quinceañeras. Todos muy bien vestidos algunos caballeros con sus trajes de charro y otros con sus sacos y tejana norteños, las damas con sus vestidos de gala y en media mañana la boda se celebra y luego una pareja se va al jardín dedicado a Ramón López Velarde, acompañados del séquito nupcial y de la música sonora del tamborazo para consumar en el quiosco de la población su enlace civil, para que todo el pueblo se entere. Ante estas tradiciones o costumbres la curiosidad nuestra se acrecienta y no dejamos de sentir un profundo y respetuoso interés. Sobre todo, cuando una pareja de contrayentes desean hacer así de público algo tan privado como es el enlace matrimonial.
Otros sitio de interés en nuestro recorrido matutino es por supuesto la casa donde naciera el poeta Ramón López Velarde, autor De El Son del Corazón, La Suave Patria e innumerables rimas e incontables artículos que escribiera durante su corta vida, de apenas treinta y tres años. Ramón López Velarde construye con La Suave Patria una nueva identidad mexicana, revolucionaria y propia del siglo XX, Suave Patria es de influencia moderna y aliento profundo en la educación cívica y literaria de los mexicanos. Definitivamente Ramón López Velarde fue el mejor amante y conocedor de aquella patria ingenua y provinciana.
Jerez es tierra de charros y por eso tiene su Museo Nacional de la Charrería y no es cuento, pero ahí existen unas bellas muestras de trajes y sombreros de charro; de gala y de faena, para hombres y también de mujeres. Sillas de montar y fotografías y videos sobre motivos de la fiesta mexicana del jaripeo y sus suertes. El llamado deporte nacional tiene una digna mora morada en Jerez y no perdimos la oportunidad de tomarnos fotografías y salir contentos de ese maravilloso museo. Ahí estuve acompañado de Jaime Félix Pico y de Gabriela Velderrain, integrantes de la delegación de cronistas sinaloenses; nos divertimos como chamacos, porque a esa hora del mediodía, éramos los únicos visitantes y nos prestaron un sombrero charro de faena y cual chamaquitos nos montamos en un caballito mecánico que funciona a base de monedas y que se encuentra en el patio del museo. Jugar es volver a ser niños, es sentir la libertad y la impunidad graciosa de nuestros actos.
Estuvimos en Jerez de García Salinas y nos queda la sensación de que es un sitio demasiado grande para ser llamado “Pueblo mágico”; para mi entender ésta ciudad es un patrimonio cultural de gran aliento e identidad de los mexicanos.