Luis Antonio Martínez Peña.
Villanueva.
En poblaciones tan antiguas la memoria está grabada en el rostro de las piedras. Suele pasar esto en Zacatecas, lugar a dónde acudimos una copiosa delegación de cronistas de todos los rincones del país para participar en el XXXVII Congreso de Cronistas de Ciudades Mexicanas. No sé con precisión cuantos cronistas se registraron, pero en momentos cumbres sumábamos cientos.
Fui invitado y seguí con atención los plazos y condiciones impuestas por la convocatoria. El tema de la reunión fue La batalla y toma de Zacatecas; sobre acontecimientos revolucionarios de 1913-1914 en tu pueblo, ciudad o estado. O también acontecimientos relacionados a los festejos y hechos trascendentes en el año 2014 en tu pueblo o ciudad. El programa incluyó diversas y muy coloridas actividades culturales y visitas a sitios de elevado interés.
Con esa temática propuesta fue que presenté y di lectura a una ponencia que tuvo por título “El Bombardeo aéreo de Mazatlán en 1914” El tema es muy conocido entre nuestros paisanos de Mazatlán, pero desconocido e ignorado por muchos mexicanos. Cuando leí la ponencia me apoyé también en una secuencia fotográfica en power point mostrando imágenes de la revolución en Mazatlán lo cual fue de apoyo sustancial y levantó interés en la exposición.
La lectura de mi ponencia fue al segundo día del congreso y se realizó en el poblado de Villanueva. Una pequeña población donde se encuentra el templo dedicado al milagroso San Judas Tadeo, santo de las causas difíciles y desesperadas. Nuestro amigo el cronista de Zacatecas, Licenciado Manuel González, nacido en esa población nos dice que es el santuario más antiguo de México dedicado a éste santo tan contemporáneamente socorrido. Uno no está para desmentir estas aseveraciones y más si son dichas en suelo de viejos cristianos. Por eso, para mí, la aseveración del cronista se las paso al costo. Se nos invitó a la gran peregrinación y fiesta que realizan los zacatecanos de acá y allende las fronteras durante el 28 de octubre de cada año cuando se celebra la fiesta al santo patrón.
Otra de las cosas curiosas con las que uno se encuentra es con la banda de tamborazo zacatecano. Todos los días se ve en la plaza a una o varias de las bandas de la localidad, entre nosotros los sinaloenses que componíamos la delegación en un rato libre nos fuimos a la plaza y contratamos los servicios de la Banda Tamborazo de Chicomoztoc y arrancamos con El corrido de Heraclio Bernal, luego Los Vergelitos, El Corrido a Mazatlán, y de ahí pal real las peticiones de desgranaron como granos del elote y los cornistas de otras partes del país se admiraban de vernos cantar y brincar bailando al estilo Sinaloa. Definitivamente los sinaloenses y los zacatecanos estamos hermanados por ese gusto al ruidajal que ocasionan la tambora y el aullido de bronce de las cornetas y clarinetes.
Villanueva es el municipio que se presume cuna del charro cantor Antonio Aguilar. ¡Quién de los mexicanos de mi camada no recuerda las películas de Tony Aguilar o sus espectáculos de charrería recorriendo todas las plazas de México y de la Unión Americana. Claro que todos recordamos a su compañera Flor Silvestre y de sus hijos. Algunas de sus películas fueron realizadas con la participación artística de su familia en pleno y en Villanueva nos comentaron varios viejos haber realizado papeles de extra en las famosas ferias pueblerinas, como público en carreras de caballos, o pelea de gallos y batallas de la revolución que se incluían en las películas de Toño Aguilar. Pero en realidad la única película que yo recuerdo y que para mí gusto es una joya del cine nacional fue” Los Hermanos del Hierro”. Una película con un reparto extraordinario de actores recios como Julio Alemán, Columba Domínguez, Emilio “El Indio” Fernández, Ignacio López Tarso, David Reynoso, entre otros. Todavía recuerdo el estribillo de la canción “Dos palomas al volar” que fue el tema musical de la película de Ismael Rodríguez en 1961.
Villanueva es un pueblo extraordinario y de gente dada a la conversación bajo la sombra de las jacarandas y las palmas de la plaza; por eso mi amigo Carlos Francisco Tavizón y yo, no tuvimos ningún problema en entablar comunicación con los señores que se encontraban a la sombra de los árboles sentados en las bancas de la plazuela.
Mi compañero y yo nos fuimos a la plaza para evitar el sol de media mañana que caía inclemente sobre las sillas y el lugar donde se realizaba la ceremonia al aire libre. Cómo no quisimos torear al sol y ambos somos güeros colorados, nos fuimos a la sombra y ahí nos pusimos al corriente de las noticias del pueblo; luego nos preguntaron sobre nosotros y qué hacíamos por Villanueva y roto el hielo hablamos de todo, hasta de la falta de lluvias. Me informaron que nomas habían caído unos aguaceros por el día San Juan y luego se acabó la lluvia. Ahora la tierra se reseca y las matas de maíz languidecen en los surcos.
De pronto las bocinas de la reunión de cronistas subieron de volumen y uno de los viejanos se levantó preguntando si no eran aquellos los del setenta y más. Todos nos reímos y el viejo se sonrojó. No éramos los del setenta y más, pero seguro que si había algunos cronistas de más de setenta años en dicha reunión.