*Un estilo de ser; un personaje urbano
*En la vida hay que echarle ganas
Ángel Bastos, quien se cubre la cara con una máscara parecida al “Fantasma de la Ópera, pero no para dar miedo sino porque es su caracterización de artista urbano que hace magia, entretiene a los conductores en los semáforos, pero también dice que participa en fiestas, reuniones y todo evento que quiera contratarlo. “Es un trabajo digno y prefiero esto que andar de ratero”, señala.
Agrega que aparte de la magia, quiere hacer sonreír a la gente. “Si traigo máscara no es para dar miedo, sino para llamar la atención; quizás con la máscara no me volteen a ver. Esta máscara tiene 30 años conmigo, es parte del atuendo, como un disfraz”.
Pasados los 50 años afirma tener cinco hijos grandes y hasta cinco nietos que ya no mantiene y tampoco esposa, pues “se dejaron por situaciones irreconciliables”, aunque ahora, presume, que “trae novia y que cada quien vive en su casa; a nuestras edades acompañarnos y pasarla bien, bonito”, precisa.
Ángel, quien viste un chaquetín, pantalón apretado y un sombrero de copa, todo de color negro y greña larga, dice que a veces le va bien en la “chamba” y en otras ocasiones sólo para ”chivear, pero hago lo que me gusta, lo que amo y lo que me apasiona”.
Tras esa máscara hay un personaje franco, abierto, que prefiere la calle para trabajar que andar en otras cosas.
El “mago”, quien hasta salió poeta, dejó para quien nos vea y escuche las siguientes tres recomendaciones: “La primera, que sean felices, parece complicado pero hay que echarle ganas; la segunda es que se diviertan hagan lo que hagan, no queda de otra y la tercera es, hoy por hoy no hagan corajes, no vale la pena”.