En Iguala, policías, Ejército y Guerreros Unidos recibieron orden de matar a los 43: testigo

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Los dichos del testigo Juan fueron actualizados en una audiencia el 20 de mayo de 2021, donde reiteró su versión de lo ocurrido entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, cuando desaparecieron los 43 normalistas de Ayotzinapa. 

El testimonio actualizado del testigo protegido de la Fiscalía General de la República conocido como Juan plantea que, entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, tanto los integrantes del grupo criminal Guerreros Unidos, como las fuerzas del orden que los ayudaron a realizar ataques y detenciones recibieron la orden de «matarlos a todos».

El gobierno de la Cuarta Transformación ha basado sus hallazgos sobre el caso Ayotzinapa en desacreditar la llamada «verdad histórica» del gobierno de Enrique Peña Nieto y lo ha logrado al hacerse de un testigo protegido a quien se le conoce como Juan, quien en febrero del año 2020 realizó una declaración ministerial que se difundió posteriormente, y en la que presentó una narrativa alterna de lo ocurrido.

El testigo Juan volvió a declarar recientemente. Lo hizo en mayo de 2021, en una audiencia relacionada con el secuestro de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, testimonio que portal famoso de México tiene en su poder.

En este nuevo relato de 2021, el testigo Juan presenta detalles, agregados, precisiones, omisiones y revelaciones en comparación con su declaración del 2020.

Su versión sigue contrastando con la llamada verdad histórica sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, la cual menciona que habían sido privados de la vida, incinerados y sus cenizas a arrojadas al río San Juan, en Cocula, pero reafirma que no hubo sobrevivientes.

Fue el 20 de mayo de 2021, cuando el testigo Juan participó en una audiencia judicial relacionada con el secuestro de los 43 normalistas, en la que actualizó la declaración que emitió ante el Ministerio Público en febrero de 2020.

El testigo Juan detalla que las acciones de aquella noche se hicieron con ayuda de miembros del Ejército, de la Policía Federal, de la Policía Estatal y de la municipal, las cuales respondían a las órdenes de Jesús Pérez Lagunas, El Güero Mugres, a quien señala como el líder criminal que dio la indicación de «matarlos a todos» para no dejar ningún cabo suelto, líder criminal que las autoridades jamás relacionaron con la desaparición de los estudiantes y quien fue ejecutado en 2018.

En el interrogatorio posterior a la declaración del testigo protegido, el defensor de las víctimas preguntó:

«Que nos diga el testigo si se enteró en esa reunión de que alguna de las personas privadas de la libertad la noche del 26 de septiembre de 2014 siguiera con vida», preguntó.

«No que yo haiga sabido, ahí solamente se habló de personas muertas», respondió el testigo Juan.

El testigo Juan narra que los estudiantes murieron tras ser detenidos en Iguala por fuerzas del orden y por integrantes de Guerreros Unidos, durante diversos enfrentamientos que se generaron por la llegada de hombres armados en seis camionetas del grupo contrario liderado conocido como el Cártel de la Sierra, liderado por Onésimo Martínez.

El relato refiere que como «los contras» se revolvieron con los estudiantes, terminaron atacándolos a todos. Tras los enfrentamientos, los integrantes de Guerreros se encargaron de disolverlos, cremarlos y esparcir los restos en distintos puntos, incluida la zona de Cocula.

En su nuevo testimonio, Juan enlista a las autoridades que en 2014 supuestamente estaban en la nómina de Guerreros Unidos y que le rendían cuentas al Güero Mugres, entre ellos el secretario de Seguridad Pública del estado, Leonardo Octavio Pérez, así como el procurador Iñaki Blanco Cabrera, el capitán José Martínez Crespo del Ejército; de la base de la Policía Federal Ministerial estaban todos los comandantes y los ministerios públicos adscritos en ese momento en la ciudad de Iguala, federales y del fuero común; y de la Policía Federal estaban en la base de Iguala el capitán Dorantes, mismo que en su declaración previa Juan había asegurado que «no se dejaba sobornar», ahora en este relato evita mencionar a Omar García Harfuch, de quien había asegurado que recibía pagos de Guerreros Unidos en 2014, cuando era coordinador regional de la Policía Federal en Guerrero, señalamientos que el actual secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México negó.

De las personas que Juan dice que las autoridades involucradas entregaron a Guerreros Unidos, ahora en este relato da a entender que ya estaban muertas.

«Una vez que los tuvieron muertos había algunos que se habían llevado los miembros del Ejército, de la Policía Federal, de la Estatal, de la Municipal (actuaron bajo el mando de Francisco Salgado Valladares, subdirector de la Policía Municipal, le reconocía la voz en indicaciones por radio) y les fueron entregados a Nicolás Nájera Salgado y a los hermanos Benítez Palacios. Los cuales, días después, en una reunión que tuvimos los hermanos Benítez Palacios y yo, supe que habían hecho agua a los estudiantes mediante el uso de ácido y químicos y que algunos otros fueron llevados a algunos crematorios», se lee en su declaración y en las respuesta que dio durante el interrogatorio de la audiencia judicial.

En su nuevo relato, Juan detalla algunos de los lugares utilizados por Guerreros Unidos para ocultar a los muertos entre el 26 y 27 de septiembre de 2014. Dice que Nicolás Nájera manifestó que había utilizado una casa en la colonia Granjeles para llevar ahí algunos de los estudiantes y los hermanos Benítez Palacios una casa a espaldas de la plaza Galerías de Iguala.

Sobre la cremación de los restos aquella noche, Juan insiste en que se utilizó un crematorio en la salida de Iguala hacia Chilpancingo, pero agrega que no sabe cuántas personas fueron llevadas ahí ni si se distribuyeron a otros hornos crematorios, porque la persona que lo administraba o era el dueño o tenía el control sobre otros crematorios.

Juan refiere que como el caso empezó a ponerse mediático en esas horas de la madrugada, no alcanzaron a calcinar o disolver todos los cuerpos y algunos restos fueron esparcidos en diferentes puntos de las zonas aledañas a Iguala, entre ellos un poblado que se llama Coacoyula, del cual dijo no tener el punto exacto, y una mina abandonada en el municipio de Taxco, de la que dijo desconocer su ubicación.

Dijo que en un primer momento habían pensado junto con el fiscal del estado, Iñaki Blanco, armar unas fosas en un cerro que se llama Cerro Grande, en Pueblo Viejo, para que las familias o los padres se conformaran. Pero como el asunto se volvió muy mediático optaron por regresar y tratar de recolectar lo más que se pudieran de restos y así fue como los llevaron por el rumbo del basurero de Cocula.

Para ello, señala que ocuparon a un comandante de la policía ministerial del estado que se llamaba Wenceslao Elizalde, que era amigo de los hermanos Benítez Palacios, quienes le entregaron los restos para transportarlos por los filtros que había de autoridades ajenas a Iguala y que los llevaron a tirar por el rumbo de Cocula, de acuerdo a lo que años después le dijo Miguel Ángel Landa El Duva, quien estuvo detenido acusado de la desaparición de los estudiantes y fue liberado en septiembre de 2018 por fallas al debido proceso.

¿Cómo obtuvo el testigo Juan la información?

El testigo Juan obtuvo la información de lo que ocurrió en Iguala entre el 26 y 27 de septiembre por radio y mensajes de Blackberry que recibió en su teléfono esa noche y en una reunión que tuvo con quienes participaron en los hechos, la cual se llevó a cabo el 30 de septiembre de 2014 en un salón de fiestas que estaba a la entrada de un restaurante de mariscos que se llamaba La Jaiba.

Sobre la participación del Ejército en los hechos, su más reciente declaración dice que, los primeros días de octubre de 2014, en la pozolería Cazadores de la calle de Juárez, en Iguala, platicó personalmente con el capitán José Martínez Crespo y él le refirió que había colaborado a la detención y a entregar a algunos muchachos.

«Lo único que me dijo fue que había apoyado a detener algunas personas que venían en los autobuses y que los habían llevado al interior del 27 batallón para interrogarlos, que posteriormente él se los había entregado a Nicolás Nájera Salgado y a los hermanos Benítez Palacios, no me dio más detalles y no.

Información por MILENIO