La fábrica es hoy un viejo cascarón; antes trabajaban ahí hasta 400 obreros
Un obrero recorre la vieja planta cementera de Mármol, que en sus buenos tiempos generó hasta cuatrocientas plazas laborales, entre plantas y eventuales, y que hoy es un mero cascarón cuyo cierre todavía se ignora a ciencia cierta.
Las enormes torres, las tolvas, el lugar de los secaderos y los molinos muestran las huellas del abandono. Paredes rajadas, zonas invadidas por la maleza escasa de la región, en un lugar que durante mucho tiempo fue un hervidero.
Aquí se amontonaban los trailers, los furgones, que llevaban toneladas de cemento, de cal, el otrora famoso Cemento Victoria, la cal llamada Calpac, que dieron vida a toda una población. Cuando la cementera se fue, sin explicar las causas, todos empezaron a migrar. Muchos tomaron para Mazatlán, otros se quedaron a la pesca, fundamentalmente.
Al principio no se sintió mucho porque el cierre de la cementera coincidió con la construcción de la Maxipista Mazatlán-Culiacán. Se abrieron campamentos y muchas personas encontramos ahí ocupación, pero la construcción terminó y hubo que buscar otras cosas. Hay quienes se acomodaron en las casetas de la carretera, pero tampoco son tantos.
El obrero, encargado hoy de la seguridad, contratado por Cemex, considera que el cierre de la fábrica se debió a lo viejo de la maquinaria, que ya no producía al cien por ciento.
En realidad Cemex regionalizó su producción y como tenía una planta en El Fuerte, que era mucho más moderna, cerró ésta, pero con el tiempo también cerró la de El Fuerte y surtió a la región desde otras plantas.
Cemex sigue siendo dueña no sólo del viejo edificio de la fábrica, sino de los terrenos aledaños y los derechos de explotación. Al momento del cierre se calculaba que los yacimientos de piedra caliza tenían capacidad para satisfacer la demanda de una fábrica de cemento hasta por trescientos años.