Falleció el más destacado luchador contemporáneo por los derechos humanos
Murió Nelson Mandela.
El viejo líder antirracista vivió noventa y cinco años, de los cuales pasó treinta en prisión y veintitrés en la construcción de un país y un sistema de convivencia racial. Desde su juventud fue un luchador incansable que padeció los rigores del apartheid, un sistema de segregación racial en que la minoría blanca se permitía asesinatos masivos y otras terribles expresiones de represión para quienes no aceptaran las condiciones de vida que se les imponían.
Nunca han faltado en la historia de la humanidad espacios de abuso racial. El de Adolfo Hitler es seguramente el más connotado y doloroso, pero el aparthaid no era menos. La gran mayoría negra debía vivir en las zonas más depauperadas, sin posibilidades de progreso, mucho menos de igualdad. Las rebeliones eran respondidas a balazos. En uno de esos casos fue que Mandela se significó como un líder carismático e indómito, lo que le llevó a la cárcel en varias ocasiones.
La última de ellas fue por treinta años, durante los cuales contrajo la tuberculosis que al final le causó la muerte. Las peores condiciones carcelarias le fueron impuestas, incluyendo cambios de prisiones para evitar que sus seguidores le diesen seguimiento a su situación.
A pesar de todo, se mantuvo como un símbolo de la lucha que finalmente triunfó en 1990, cuando fue liberado al tiempo que el Congreso Nacional Africano era regresado a la legalidad.
Mandela no se avalanzó sobre el poder ni permitió excesos contra la minoría blanca. Pacientemente construyó un tramado institucional que lo llevó a la Presidencia de la República, donde gobernó con sabiduría, buscando siempre evitar que la justicia fuese confundida con venganza.
Se creó una nueva sociedad, en que blancos y negros pudiesen convivir, pero también en que las diferentes tribus de la nación sudafricana dejaran de dirimir sus diferencias con las armas o con el terrorismo.
Después de dejar la Presidencia siguió siendo el gran personaje de su país. Ya retirado del poder, se convirtió en la gran estrella del mundial de futbol que se jugó en Sudáfrica, aunque no pudo estar en la inauguración por la muerte de un nieto, que se accidentó, igual que su primer hijo, a cuyo funeral no le permitió asistir el gobierno racista.
Su muerte ha generado un sentimiento de pesar entre los personajes más disímbolos del mundo. El propio Barack Obama lamentó el deceso en términos especialmente elogiosos: «Perdimos a uno de los hombres con más influencia, coraje y bondad que se halla visto en el mundo»,
Nelson Mandela encarna al sacrificio del líder y la convicción en la lucha por los derechos humanos. Este jueves partió del mundo, pero ya había dejado un legado inmenso de fraternidad, de perseverancia y de dignidad para todos los seres humanos.