LOS PANTEONES OLVIDADOS DE MAZATLÁN.

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– Fuera de los medios y del colectivo popular, ahí están.
– Los primeros, hoy devorados por el crecimiento de la ciudad.
– Los panteones del Venadillo, Higueras del Conchi, Urías y Castillo.

Pocas personas se acordaron de ellos el pasado viernes y sábado; a pesar de que son de los más antiguos, de los primeros que hubo en esta ciudad, hoy devorados por el crecimiento de la misma.
Eran los panteones de la periferia, los alejados, los exclusivos de los ejidatarios. Estos no se dependían del régimen municipal sino de esa figura jurídica que no admitía tutelas; los ejidos.
En un principio estuvieron alejados de los emblématicos: el Ángela Peralta, de la vieja y rancia aristocracia marismeña; del burgues Panteón Jardín y del popular Panteón No. Tres, el de la colonia Esperanza.
Hoy, insistimos están “perdidos” entre colonias populares y fraccionamientos de interés social: son los panteones de Urías, de las Higueras del Conchí, del Castillo y del Venadillo.
Pero el panteón de Urías ya ¡no está en Urias!, sino entre fraccionamientos con nombres de santos y santas y entre villas, solo de nombre; el de las Higueras ha sido devorado por la mancha urbana que va desde el Foresta, hasta San Joaquín, Valles y otras.
El panteón de El Castillo se enclava en el fraccionamiento Santa Fé, donde los vecinos han perdido la idem de que lleguen los servicios serios u oportunos y, sobretodo, la seguridad; en tanto que el del Venadillo está rodeado de la Pancho Villa y los línderos del Infonavit Playas.
Aún así en todos ellos siguen sepultando. Siguen acudiendo personas a rezar por sus Fieles Difuntos.
El panteón de Urías, se encuentra a la orilla de un cauce seco; cuenta con mil tumbas prácticamente amontonadas entre cardonales, árboles de cochopo y palo santo.
Su acceso inicia a un costado de la caseta policiaca de la Díaz Ordaz, para seguir una vereda en parte urbanizada, que tiene una longitud de casi siete kilómetros por donde pasará los asentamientos del Valle y Hacienda de Urías, Santa Teresa, entre otras.
En su tiempo el ejido de Urías era considerado el más grande del municipio. Hasta donde se sabe dicho panteón tiene mas de doscientos años. Todavía llevan la música algunos de los dolientes que, a decir, de Manuel Nevarez “la música y la cerveza debe de darse en vida para que lo disfruten”.
El panteón de las Higueras se encuentra a la orilla de lo que inicia con la Avenida Clouthier hasta el viejo camino a El Recodo.
A pesar de tener más de cien años, solamente algunas pocas tumbas conservan las fechas de los sepultos; entre maderas y fierros se leen los nombres de Pilar Montenegro sepultada en 1930 o Pedro Canizalez en 1940 o Isaac Cárdenas en 1947.
Los vecinos acusan al ex alcalde Alejandro Camacho Mendoza de haber puesto el desorden al autorizar el entierro de personas que no eran miembros del ejido.
El panteón está sólo, no lo cuida nadie, y a decir de las personas el único personaje ilustre es un secuestrador asesinado en Guadalajara a quien le decían “El Pedrillo”.
Ya no hay parcelas en las Higueras ahora tienen vecinos de la Estrada, Chonitas, Lomas del Ébano y muchas otras.
El panteón del Venadillo se encontraba en sus inicios en la zona mas alejada del poblado, entre parcelas que llegaban a la Sánchez Celis; hoy queda entre los límites del Infonavit Playas y la colonia Francisco Villa.
Por lo general está sólo pero como bien dijo uno de los presentes: “Hay que venir porque aquellos que se han ido están aquí y nos están esperando”.