Casonas llenas de historia, fachadas rescatadas del abandono, de la crueldad del tiempo. Es el viejo Mazatlán, lleno de narrativas personales convertidas en nostalgias, hasta para quienes no vivimos las épocas doradas de este casco urbano.
Recorrer las calles añosas se convierte en una vivencia incomparable. Muchos, como Mahatma Millán Gamiño recorrieron –infantes guiados por el cariño materno- estos rumbos de diseños torcidos, estrechos, con puertas adaptadas hoy para contener el ímpetu de las aguas, pero sobre todo, puertas que guardan espíritus, presencias que igualan el paso de las generaciones, el paso de los tiempos que vieron a Alejandra Ramírez, musa del vals que inmortaliza su nombre, a Amado Nervo y su pluma romántica y mordaz en los bailes del Círculo Benito Juárez, o a nuestros personajes contemporáneos.
Por esos rumbos pasaron los franceses en su fallido intento de imponer el imperio de Maximiliano y Carlota, como pasaron los revolucionarios que incluso bombardearon las calles desde el aire. La historia llena de vida, de carnavales y de bellezas de nuestro tiempo como las Libias madre e hija, de talentos como el doctor Jesús Kumate, héroe civil gracias a su impulso a las vacunaciones infantiles, Antonio Haas, nuestro hombre que sabía javanés, el compositor José Ángel Espinoza, Ferrusquilla y por supuesto, Antonio López Sáenz, el genio que encerró estas imágenes y este ambiente en su pincel mágico.
Son los años acumulados, los sueños compartidos, la terca sobrevivencia de un Mazatlán cuyo espíritu permanece indeclinable y es capturado en este video producido por el propio Mahatma, y que hoy les ofrece Sinaloa enlínea.