LAS TANQUETAS DE MADERO

0
47

Las Tanquetas de Madero.
Luis Antonio Martínez Peña.
Podré no estar de acuerdo con los movimientos sociales, y sus métodos de lucha: manifestaciones callejeras, plantones en el zócalo capitalino, toma de acceso de la cámara de diputados y senadores, hacer más caótica la vida cotidiana de la capital o de cualquier ciudad mexicana. Pero utilizar garrotes, gases lacrimógenos, balas de goma o manguerazos de agua para “disolver” la manifestación y atemperar las protestas no creo que sea la solución a problemas sociales que no surgen por generación espontánea, sino fermentados en décadas de existencia, sustentados en problemas estructurales.
Tan solo en el caso del magisterio sus problemas se vienen arrastrando por décadas de autoritarismo y manipulación política. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación posee una militancia opositora vigorosa y de larga duración al seno del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Tiene sus raíces en oposición al “liderazgo moral” (así le llamaron al anquilosamiento) del profesor potosino Carlos Jonguitud Barrios, y su grupo llamado “Vanguardia Revolucionaria” el brazo fuerte, represor y corrupto del PRI al seno del magisterio. Posteriormente la CNTE gana posiciones y se apodera de secciones cómo la 22 del estado de Oaxaca. En éste 2013 supimos de la aprehensión encarcelamiento de la lideresa Elba Esther Gordillo, dirigente impuesta por el expresidente Carlos Salinas de Gortari en 1989: La profesora salió del PRI en 2006, en conflicto con el candidato Roberto Madrazo; confiada en el peso de sus recursos y de su fuerza “la guerrera” formó su propio partido el Nueva Alianza que en algunos casos sigue siendo un partido comparsa del régimen priista en México. Pero con Elba Esther se cumple el ciclo donde un liderazgo es creado, fomentado y tolerado para luego ser aniquilado por el mismo régimen presidencial priista. La misma receta que a su antecesor Carlos Jonguitud.
La CNTE como órgano de expresión opositor en el magisterio surgió para pelear por espacios al interior del SNTE, en un tiempo su demanda central fue por la democracia y en contra del charrismo; durante sus muchos años de existencia, se han cuestionado sus métodos e intransigencia en su lucha. Durante el 2006 paralizó la ciudad de Oaxaca, junto a la Alianza Popular de los Pueblos de Oaxaca protestaron en contra del gobernador Ulises Ruíz, priista que apoyó y aun financió la campaña electoral presidencial de Roberto Madrazo Pintado en las elecciones del 2006.
En octubre del 2006 las fuerzas federales intervinieron en Oaxaca golpeando a los manifestantes y encarcelando a sus dirigentes. Un sexenio después los tenemos ahora en campamento permanente en el zócalo de la capital; y desde 2010 el estado de Oaxaca lo gobierna Gabino Cué Monteagudo un ex priista que en esquema de coalición eufemísticamente llamada “Por el bien de todos” compuesta por el PAN, PRD, Convergencia y PT lo llevaron al poder, seguramente con el apoyo y simpatía de los maestros oaxaqueños de la CNTE. Los golpes y sus triunfos, sus mártires y héroes, tan solo han convertido a la CNTE en un organismo genéticamente evolucionado en la protesta social.
Como Nación, el uso de la fuerza pública para reprimir movimientos populares, nunca nos ha llevado por el camino a la solución de los problemas, la represión simplemente sirve para generar temor, pérdida de confianza, deslegitimación de las instituciones y por otro lado, la protesta escala a niveles superiores, se crece al desafío, desborda los canales institucionales de negociación para plantarse abiertamente en el desdén a los rituales de legitimación de las clases políticas que controlan el Estado.
Resulta lamentable que Gustavo Madero, siendo presidente de un partido opositor haga solicitudes de semejante naturaleza. Al presidente del PAN se le olvida la historia de su partido. Una larga historia de luchas por la civilidad y convivencia democrática. “Yo veo en Chile el uso del agua como una manera de disolver alguna expresión o manifestación violenta cuando se llega a esos extremos”, dijo Madero cómo si la historia y tradiciones políticas y sociales de Chile y de México fueran similares. Jamás. Trazaré un pequeño esbozo de historia personal para decirle al señor Madero que asuma su responsabilidad cuando de manera temeraria solicita el uso de tan oprobioso instrumento de represión utilizado en Chile en contra de las movilizaciones estudiantiles que luchan por la educación gratuita.
Aun en mis ojos existe la sensación ardorosa del gas lacrimógeno que la policía municipal de Culiacán arrojó en contra de manifestantes panistas en el año de 1989. Esto pasó cuando el ex candidato a la presidencia municipal Rafael Morgan Ríos y sus huestes realizaban un plantón en el palacio municipal en protesta del fraude electoral en las elecciones municipales de Sinaloa. Provocado o incidental ¿Quién sabe? pero surgió el fuego y hubo incendio de unas oficinas de palacio municipal y la muerte de un pobre hombre que se encontraba al interior junto a otros priistas que resguardaban el palacio de las embestidas panistas. A éste muertito los priistas hicieron exequias de mártir, la foto de Francisco Labastida y de Teresa Uriarte de Labastida en el sepelio ocupó las páginas de los diarios afines al PRI y al gobierno del estado. Me tocó la gaseada, porque andaba por las calles aledañas al palacio tomando notas del asunto y me tocó ver llorar a policías víctimas de los propios gases que arrojaban.
En aquél mi Sinaloa no hubo espacio para diálogos, la democracia era algo que había servido en las polis de la Grecia Antigua, pero vedada para el México contemporáneo; la reforma electoral y el respeto a la voluntad ciudadana expresada en la urnas no se cumplía; aún no había IFE, ni mucho menos autoridades locales confiables en material electoral, cualquier triunfo electoral de la oposición era visto como sacrilegio por los caciques del priismo sinaloense. En aquel entonces lo mismo sucedía en Sonora, en Baja California y Chihuahua.
Gustavo Madero dice que los mexicanos y sus autoridades vivimos el trauma de la matanza del dos de octubre de 1968 y que por eso a las autoridades les pesa la mano a la hora de hacer valer la autoridad y el orden. Efectivamente a causa de aquella matanza y la del jueves de corpus de 1971 y las matanzas a indígenas de Acteal en Chiapas y la de campesinos de Aguas Blancas en Guerrero y las que se han acumulado y se encubren en el combate a la violencia organizada; por todas estas manifestaciones de violencia institucional, abierta o encubierta, los ciudadanos preferimos el diálogo y la negociación. Si no saben negociar, no saben gobernar.
La historia de éste país cuenta que cuando se usa la violencia para reprimir la protesta la sociedad se repliega, se ausenta de las urnas, deslegitima con su silencio a sus autoridades, recibe la dádiva, pero masculla maldiciones. Vende su presencia en los actos de campaña electoral, envilece su participación y luego acude al imaginario religioso y milenarista de los profetas y caudillos que generosamente se reproducen y crecen en estos tristes trópicos; estos caudillos que aparecen cómo esperanza aprovechan el resentimiento y el hartazgo social para sus personales causas. Otros, desde el foco de resistencia armada se sentirán también predestinados para salvar al pueblo bueno. Estas medios para canalizar el descontento popular han resultado inviables y desalentadores en el pasado. Llamar a la negociación, a la consulta, a empatar y fundamentar los acuerdos del Pacto por México con los deseos de la sociedad. Como país estamos al borde de un precipicio y arrojar cañonazos de agua puede ser el último acto de gobierno sustentado en este sistema de partidos y tinglado de clase política alejada de los sentimientos de la nación.