L A S P I R A S D E L C O L M O.
ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ.
En la puerta de la Unidad Administrativa de la Zona Sur debía haber una leyenda que dijera algo más o menos así: “Déjese aquí toda esperanza, déjese aquí toda premura. Olvídate de todos menos de mí. Usted aquí no sufrirá por pagar sus impuestos, porque nosotros le haremos olvidar ese dolor que padecen hasta los contribuyentes bien nacidos, porque nosotros sin parecernos a Sade le propinaremos un sufrimiento inmensamente mayor”. Y tal vez también debía decir en esa puerta, que tiene un parecido con la puerta del infierno que en sus días dibujó Dante: “Aquí no se le tratará como contribuyente cumplido; se le tratará como un vil evasor para que se le quite las ganas de andar fallándole a Patria, con mayúscula”.
No, no, no… De verás, qué sufrimiento ir a pagar nuestros impuestos a esa arquería donde hasta el más templado ciudadano por lo menos de le hinchan los pies o se le hincha el hígado de rabia o ambos adminículos, cuantimás a un muchachón de la tercera edad porque ya se le hincha todo, sin pecado concebido. En serio, estuve 5 horas parado haciendo innumerables colas, como las hace cualquier sibarita pobre en la tortillería de la esquina. Y mire que todo ese tiempo que “perdí” sólo iba a “sacar” unas placas para uno de esos carritos que parecen zapatitos de niño. Emplacar un carro para que no te “muerdan” los tránsitos, te cuesta un ojo y la mitad de otro, por decir los menos….
ORÍLLESE A LA ORILLA.
Mientras esperaba entre somnoliento y encabronado, atrás y delante de mí se oía un clamor que me hubiera gustado grabarlo. Una señora que llevaba a una niña, que sentaba en el suelo y luego se la subía a los brazos, a punto del desfallecimiento le comento a otro infeliz que hacía cola como ella: “¡Ay, señor, yo tengo tres días y no puedo arreglar nada, y ya estoy harta de este cochinero de atención…¡” El de junto le contestó con una voz que parecía que no era la de él: “Si a mí me pasa lo mismo, me corren del trabajo porque mi patrón es un… Entre tanto iban y venías los “coyotes” arreglando aquí, arreglando allá; consiguiendo firmas aquí y apañando sellos allá, con una impunidad que sólo un sistema tercermundista, como el de la Unidad Administrativa, se puede dar es lujo, porque sus funcionarios y políticos gozan una rampante impunidad ante la falta de una ciudadanía que, tenga los arrestos para convertirlos en servidores públicos.
Los que iban delante de mí también se quejaban amargamente. Un joven que trabaja en una pollería, según me aseguró mi famélico oído, comentaba recio y quedito: “Si yo trabajara como éstos – apunto para donde estaban algunos funcionarios-, seguramente mi patrón ya me hubiera corrido. Por eso qué bueno que Peña Nieto quiera privatizar el petróleo, pero también debería privatizar al gobierno; porque éstos…” Yo como otrora y ahora me dedico y me he dedicado a pensar en la grilla y a grillar de vez en cuando, me dije: “Ahora entiendo el porqué la gente de muchos países ha optado por la privatización de los servicios públicos, y es que los funcionarios weberianos, a prueba de coimas y enemigos de la hamaca, brillan en nuestro desierto público con una inmensa luz de opacidad. Aunque intenté enmendarle la plana a este espontáneo neoliberal, preferí callar, no sé si porque estaba muy cansado, o porque su interlocutor le reviró: “Mira a mí no me gusta la política y…” –Y enseguida se volteó para ver el horizonte sin horizonte, al tiempo que empezó a masticar un chiche con una indiferencia que no era de este mundo.
PERO LA PUERTA NO ES LA CULPABLE.
Y no se crea este día de tintes otoñales la llamada burocracia estaba atestada de cumplidos contribuyentes. No que va. Había poquísima gente, prácticamente en 5 Wolk Wagen podían haberlos apilado, y tampoco había inspección vehicular, porque esta medida la habían prohibido porque había resultado un remedio peor que la enfermedad. Como no encontré una justificación a mano que me mantuviera parado como en los buenos tiempos, le pedí permiso a la persona que venía detrás de mí en la cola, y enfilé a la oficina del recaudador de rentas para pedirle una explicación sobre este desaguisado … Cuando iba llegando choque con un coyote. Chocamos rodilla con rodilla, y ambos tuvimos que detenernos a sobarnos…, pero eso sí cada quien se masajeó su propia rodilla… Mitigado el dolor me levanté y, como por un acto de magia, quedé frente a frente con el recaudador de qué…
De inmediato cambié de color. Iba rojo de cólera; pero por razones de corrección política le pregunté suavemente; por aquello de que lo Cortez no quita lo Cuauthémoc. Y díjele relativamente fuerte, como para que me oyera la gente y me apoyara: “Oiga, Señor, qué demonios les pasa, ya tengo 5 horas haciendo innumerables filas y todavía no puedo arreglar el asunto que traigo” El señor recaudador se me quedó viendo como ausente, pero al mismo tiempo con una amabilidad que estaba a punto de reventar, y hubiera reventado si se me hubiera subido lo criollo a la testa. Lo que me contestó, después de pensarlo unos momentos, tuvo la pretensión de consolarme con el beneficio del mal menor. Me dijo, evadiéndome los ojos la estilo Marcelo Ebrard: “Hoy, señor, estamos haciendo un tiempo récord, porque prohibieron la revisión de los carros; dele gracias a Dios, porque sino…” Ya no lo oí. Le di la espalda y fui a formarme a la cola, pero para ese tiempo ya me había ganado el lugar…
LO LEO Y NO LO CREO Y A LA INVERSA
En el texto que contienen el Segundo Informe de MALOVA , señala a propósito de los que estamos hablando: “La administración estatal tiene como uno de sus objetivos lograr una administración pública moderna y humana que permita impulsar el desarrollo, así como dar respuesta ágil y oportuna a la demanda ciudadana”. (Pag. 195). Pues no es ágil ni oportuno, y menos aún humano ya no digamos moderno, el trabajo de la burocracia, pues si no hace pronta ni expedita nuestra contribución a la hacienda pública, qué podemos esperar del resto servicios. ¿Sabrá el gobernador que no tenemos un servicio pronto y expedito en materia de pagos de impuestos? ¿Sabrá que nos hacen esperar hasta que se nos hincha el ombligo? ¿Sabrá que tiene una Secretaría que es la responsable se desatar estos cuellos de botella? Creo que sí lo sabe…
Karim Pechir Espinoza de los Monteros, Secretario de Innovación Tecnológica, debería darse una vuelta a la Unidad Administrativa de Mazatlán. Lo que tiene que hacer es muy sencillo: simplemente poner en red las computadoras para se evite que en cada estación de esa larga travesía no se repita la misma gaita Gallega que termina haciendo engorroso lo que ya de por sí es doloroso. Y dicho esto debo decir también que mientras esta anomia no se resuelva, póngase, señor/señora/señorita, fomentos en los pies, saridon en la cabeza y un colado de verdolaga para mantenerse por lo menos 5 horas sin desmayarse. En fin…