El 13 de junio de 1944, a las cinco de la tarde, se realizó la ceremonia para colocar la primera piedra de lo que hoy es el edificio de La Casa del Marino.
De acuerdo con una nota publicada en el periódico El Correo de la Tarde, en esa fecha las autoridades municipales organizaron ese evento, la invitación se circuló para la población en general y para los elementos de la marina en el puerto.
Llama la atención que la nota indique que el destino de la construcción sería una especie de casa de retiro para los marinos: “el edificio estará destinado exclusivamente para refugio de los marineros, especialmente aquellos que ya, en el umbral de la senectud, se encuentran ante un porvenir nebuloso tras de una agitada vida por todos los mares del mundo”.
Casi dos años después, una vez concluidas la obra, se efectuó la inauguración del recinto. Para entonces ya se había generalizado la idea de que se trataba de un centro de hospedaje a bajo costo para los marinos mercantes que llegaran al puerto y lo requirieran. Bajo esa calidad prestó servicio casi durante cincuenta años.
A partir de los años ochenta del siglo pasado, el abandono del inmueble por parte de las entidades responsables, expresado en la falta de mantenimiento de sus instalaciones, generó la polémica pública que persiste respecto a la necesidad de otorgarle mayor realce al Fuerte 31 de Marzo, cuya visibilidad y posible uso turístico se ve afectado por la ruina de la Casa del Marino.
Desde principios del año pasado el predio completo de ambas edificaciones pasó a posesión del Gobierno del Estado. Ya se ha concluido lo correspondiente a la restauración del Fuerte; pero, la reparación o la demolición de la Casa del Marino siguen siendo temas en la opinión pública.