La emergencia de Xóchitl Gálvez como aspirante a la candidatura presidencial por el lado de la oposición es, sin duda, el fenómeno político que hoy en día mueve al país. A través de un discurso bien estructurado y de un gran recibimiento por parte de los desencantados con la 4T, Xóchitl se ha erigido como la principal estandarte opositora de cara a 2024.
Hoy podemos estar casi seguros de que se convertirá en la candidata de la coalición; para desventura del Señor Santiago Creel, quien observa tristemente como se le escapan de nueva cuenta las posibilidades para contender por la Primera Magistratura de la Nación. El consenso generado por Xóchitl ha sentado sobre la mesa, por primera vez en mucho tiempo, que “hay tiro” de cara a la elección más importante de nuestro país, y eso, desde el centro-derecha, se celebra.
El crecimiento desaforado de Xóchitl, quien hoy comanda la conversación en redes sociales, ha encontrado en el Presidente de la República a uno de sus grandes aliados; y es que, Gálvez, en un paralelismo a lo acontecido en 2006 entre Fox y AMLO, se ha vuelto blanco de críticas y desacreditaciones constantes por parte del propio presidente y de la maquinaria de comunicación de MORENA.
Joaquín López Dóriga, en entrevista con Xóchitl Gálvez ironizó al respecto, comentando que es el Presidente quien le está haciendo la campaña, que la menciona en un promedio de 5 veces por mañanera; y entre risas discretas, Xóchitl afirma. Desde este punto de vista resulta extraña tal actitud, más viniendo del Presidente, quien vivió en carne propia una situación similar que lo hizo crecer como la espuma de cara a la elección de 2006; y más extraño aún que, habiendo monopolizado la conversación y marcado la agenda a su antojo durante todo el sexenio, venga a equivocarse en el punto más coyuntural de su periodo.
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