Cuando internet comenzaba a abrir sus puertas al mundo, surgieron los cibercafés como un fenómeno social y cultural que marcó una generación.
La nostalgia por la desaparición de estos establecimientos no solo radica en la experiencia de navegación compartida, sino también en la atmósfera única que los caracterizaba, el sonido de los teclados mecanografiando rápidamente, las risas y gritos de los jugadores inmersos en partidas épicas y el intercambio de consejos y trucos creaban una energía colectiva difícil de replicar en la soledad de los hogares.
Además, los cibercafés también eran lugares de encuentro social, donde se formaban amistades y se compartían experiencias.
Hoy en día, los escasos cibercafés que aún resisten se han reinventado para sobrevivir en un panorama digital en constante cambio, algunos han adoptado modelos de negocio híbridos, ofreciendo servicios de papelería, sin embargo, estos establecimientos son cada vez más raros y su desaparición parece inevitable en un mundo donde la conectividad está al alcance de casi todos a través de dispositivos personales.