*Un accidente le acomodó huesos
*No vive muy bien, tampoco mal
José Luis Páez Carreño, el “Duende Lustrador” de calzado, un personaje cercano a las seis décadas y llegado de Durango a las tierras mazatlecas. Ha sido plomero, tapicero, pintor de brocha gorda y ahora, hace 26 años, lustra zapatos de hombre y de mujer.
Sin familia en la ciudad y puerto dice que la única compañía es “Clara”, una perra de color blanca con pintas negras que no se le separa casi ni para ir al baño. Fiel al amo, “Clara”, siempre está por un lado. Antes tuvo un pastor alemán.
Buena parte de los “clientes” de José Luis son mayores, como el, pero con eso se gana la vida de manera digna y honrada. Esta orgulloso de su chamba, dice que su filosofía de vida es cumplir con su trabajo. No vive muy bien, tampoco mal y lo que obtiene de lustrar zapatos le alcanza y no pedir limosnas como muchas otras personas.
A pesar de tener una tragedia en su vida, luego de que una norteamericana –“gringa” dice él-, le arremangó una pierna y le dejó secuelas. Fue un accidente; pero después a los pocos meses de esa situación, otro carro lo aventó en la calle Gutiérrez Nájera aunque con la “suerte” que le acomodó los huesos que le había dejado el pasado accidente fuera de su lugar. Como dice el dicho: “No hay mal que por bien no venga”.
El “Duende Lustrador” dice que lo más bonito de su vida es escuchar el rechinido de los zapatos recién boleados que quedan “mejor que peores” y que le encanta este oficio, “lo mejor de mi vida es este trabajo”, subraya.
José Luis trabaja todos los días en la avenida Juan Carrasco, casi enfrente de una Mueblería Valdéz, sobre la banqueta de unas oficinas de Sagarpa.