(DF, Crónicas Urbanas)
José Quintero, Envinado Especial
El ya de por sí histórico, Monumento a la Revolución, se ha convertido en un atractivo turístico por las mañanas, con sus fuentes de aguas brotantes que es una delicia para los niños y jóvenes con ganas de diversión, y por las tardes en el gran “Manifestódromo” de la ciudad de México.
El Distrito Federal, con sus manifestaciones diarias de grupos sociales, se ve destrozada, al menos en estos días, donde campesinos de distintos puntos de la República y maestros de la CNTE tienen copado el centro de la gran ciudad. Ayer, una de las marchas desquició el tránsito por más de diez horas con la pérdida de millones de pesos en horas-hombre-trabajo.
Hoy, otra manifestación de maestros que marcharon por distintas calles, desde la Secretaría de Gobernación, por Paseo de la Reforma hasta Los Pinos, la residencia Presidencial, provocó otro mayúsculo congestionamiento, que de nuevo, generó que miles de personas llegaran tarde a sus trabajos o al punto que deseaban ir.
El Zócalo de la ciudad de México dejó de ser el punto de las manifestaciones y ahora, el “Manifestódromo”, se pasó al Monumento a la Revolución, donde incluso maestros de la CNTE, mantienen un campamento desde hace meses. Los comercios de los alrededores ya aprendieron a “convivir” con ellos, pues por un lado gastan en los negocios, aunque por pronto ofrecen una mala imagen al turismo de la gran ciudad de México.
En el Distrito Federal, como se conoce también a la gran ciudad, se suceden hasta tres manifestaciones diarias, algunas pequeñas, que pasan desapercibidas, pero otras generan muchos problemas sobre todo al tránsito vehicular y al transporte urbano por el centro de “chilangolandia”.
El Monumento a la Revolución, en sus cuatro enormes pilares que sostienen esa imponente cúpula de granito y piedra, están sepultados los héroes de la Revolución: Madero, Venustiano Carranza, Pancho Villa, aunque también están Plutarco Elías Calles y hasta Lázaro Cárdenas.
