LA DICTADURA PERFECTA: LA PELICULA.

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ELIO EDGARDO MILLÁN VALDEZ.

“En la historia de la televisión en vivo hay pocos momentos tan memorables como aquel donde

Mario Vargas Llosa llamó a México “la dictadura perfecta”. Fue en 1990, en el último debate del encuentro

“La experiencia de la libertad” que convocó Vuelta para que grandes intelectuales reflexionaran sobre el fin

del comunismo en Europa del Este”(Letras Libres. Fernanda Solórzano. Octubre de 2014).

Afirman los malquerientes que Octavio Paz, que el poeta perdió la compostura por por la expresión

de Vargas Llosa. Que apenas pudo contener ira en la respuesta/corrección que le propinó al autor de El héroe

discreto. Señalan además que tras bambalinas, Paz le reclamó a Vargas Llosa su impertinencia, sobre todo

porque este foro de lumbreras lo habían patrocinado los dueños de televisa. Mentira o verdad, lo cierto es que

Mario Vargas Llosa al día siguiente tomó las de Villadiego, y no precisamente fue a vacacionar a Perú.

 

Pero esta vez no hablaremos de la Dictadura Perfecta Vargasllosiana, sino de la película La

Dictadura Perfecta del cineasta Luis Estrada, que también filmó La ley de Herodes en 1999. Corre la cinta

sin cortes ni húngaros que en aquellos buenos tiempos solían adivinarnos la suerte. Dejemos al periodista

Álvaro Cueva, que nos diga qué emociones le produjo este “churo” a los espectadores que compartieron

la película con él.

ÁLVARO CUEVA A ESCENA

“Gloriosa, La dictadura perfecta es una película gloriosa. Vaya a ver esta película si usted

rechaza al gobierno, a los políticos y a sus partidos, va a levitar de placer, se lo juro. Si usted odia

a los medios de comunicación, a sus ejecutivos y a sus protagonistas, sentirá orgasmos múltiples. Es

en serio. ¿Sabe que es lo mejor de todo? Que en este filme de Luis Estrada todo ese rechazo, todo ese

odio, se transforma en una experiencia divertida. La dictadura perfecta es una cinta para carcajearse y..

¿Por qué no?, para desahogarse” (Milenio Diario. Álvaro Cueva.19/10/14)

 

En los momentos pico del filme oirá expresiones que van desde: “¡Hijos de la chingada! hasta “¡Puta madre!” pasando por “¡No mames!” y cosas peores. Pura elegancia. Llega a un punto en que yo ya no sabía si el show estaba en la pantalla o en las butacas. De veras. El público, cuando va a ver La dictadura perfecta, no va a ver una película de ficción, va a ver algo que en su cerebro se procesa como un ejercicio de denuncia, como un documental, como una verdad absoluta. Ahí está la magia de esta cinta. (Opus cit.)

Además Álvaro Cueva nos dice a propósito: “Es la crítica más feroz que jamás se le haya hecho a los medios de comunicación en México y América Latina. ¿Y por qué es la más feroz? Porque no viene de un libro, de una conferencia, viene de la ficción y no existe, en el mundo entero, nada más poderoso que la ficción. Es un filme tan delicado que hubiera sido imposible que se hubiera hecho en el pasado. Sus productores hubieran aparecido muertos en dos segundos. Estamos ante una de las manifestaciones de libertad de expresión más admirables de todos los tiempos. (Los panegíricos cargados de ironía son todos de Álvaro Cueva)

MÁS ALLA PANEGÍRICOS Y LAS IRONÍAS

Pero hay de públicos a públicos. Cuando fui a ver este best seller ningún espectador exclamó siquiera un ¡AY! de dolor, como expresara Juan Gabriel. El público con el que compartí La dictadura Perfecta no expresó siquiera un “Viva Villa cabrones”. Si bien es cierto en la sala no

había un silencio sepulcral, porque muchas parejas aprovecharon la oscuridad para decirse cuántas son cinco y porque además el ruido de las palomitas trituradas por los “cinéfilos” de vez en no hacían perder el hilo de los diálogos, que por lo general siempre terminaban en ¡Hijos de su pinche madre! Hasta donde me puedo acordar, el único que vomitó un exabrupto fui yo. Le dije a mi esposa entre dientes: el nombre de ese churrazo debió haber sido La Dictadura Fallida, pues en esos días y los que siguieron andaba y todavía ando muy encabronado porque el “Supremo Gobierno” no puede dar con el paradero de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

De todos los guiones que Jaime Sampietro ha escrito para Estrada, este es el que contiene más referencias a hechos reales y/o televisados: la perla racista de Fox, los videos de Bejarano, la desaparición de Paulette, el montaje donde se arrestó a Cassez, las conversaciones grabadas entre funcionarios y narcos.. Incluye además personajes como un mesías de la oposición, un “niño verde” y una actriz de telenovelas que se perfila como primera dama.

Justamente por ello lo más atractivo de La dictadura perfecta es la fusión de hechos y personajes; pues al trastrocar la línea del tiempo el supuesto embajador de Obama evoca las declaraciones de un presidente con quien no coincidió en el poder, por ejemplo. O que Vargas, eñ góber presidenciable, sea simultáneamente un chivo expiatorio del presidente en turno y un político en las circunstancias de Enrique Peña Nieto cuando el Estado de México fue escenario del caso Paulette (Letras Libres. Fernanda Solórzano. Octubre de 2014) En casi dos horas y pico Fox, Calderón y Peña, que son tres personas distintas, que en el filme son arrejuntados hasta convertirse en un sólo “un dictador imperfecto”. Misterios de la ficción y/o daltonismo histórico del guionista y de su productor. Condensación de los sueños, afirmaría Freud

 

PERO HABÍA QUE AGREGAR ALGO MÁS

Uno como espectador, al sentirse aludido o identificado con la película puede sentirse como un

títere manipulado y desprovisto de toda voluntad. Podemos nulificarnos al grado de sentirnos como si

fuéramos una pieza más de un tablero de ajedrez, sujeta a ser utilizada por uno de los protagonistas para

lograr sus intereses. (El economista. Antonio Aja. 22/10/2014) Dicho de otro modo: el “sistema” elimina

a los actores que siempre son polifónicos y..

Y eh aquí la paradoja: “La actriz Silvia Navarro y el actor Sergio Mayer, estrellas del este filme, indicaron que su participación en la promoción de La dictadura perfecta, ésta sólo no habia sido vetada por Televisa, sino que esta empresa siempre se mostró muy amable y muy atenta, incluso no dejaron grabar en sus muros las escenas más intensas”. (Opus cit.)

Signo de los tiempos, amigo; simples signos de los tiempos.