La capitalización de la crisis

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Vivimos un momento de la historia en la que el gobierno únicamente puede estirar una cuerda con dos opciones: salvar la economía o salvar vidas, eso ha orillado a que las personas busquen obtener un beneficio individual de esta situación. Yo no soy quién para decir que está bien y que está mal, sin embargo, hay diferencias muy claras entre – capitalizar en épocas de crisis – a – la capitalización de la crisis –.

No es sorpresa para nadie que coexistimos en un sistema neoliberal que nos permite, hasta cierto punto y con algunas restricciones, comerciar lo que se nos antoje y por el medio que más nos convenga; y muchas empresas se están capitalizando en estás épocas: Amazon, Netflix, Spotify o las redes sociales, con eso no tengo ningún problema, ya que no son elementos indispensables y solo están aprovechando la cuarentena para explotar sus medios de producción.

Lo que aquí quiero externalizar son las situaciones en las que con conocimiento, alevosía y ventaja suponen aprovecharse de la escasez de productos o servicios y obtener un beneficio abrupto de tales. Hubo un caso de un joven que en Australia que compró todo el papel de baño y gel anti-bacterial que había restante en una ciudad, con la esperanza de revender más caro con la escasez en línea, afortunadamente, la sociedad organizada lo denunció y tuvo que donar una gran mayoría de estos productos.

Por otro lado, aquí en nuestro bello país, tenemos un personaje que últimamente ha sido muy recurrente; que no es para menos, ya que ha sido uno de los más fuertes críticos de los paquetes fiscales; me refiero al senador por Nuevo León: Samuel García Sepúlveda. Samuel García, fue acusado por redes sociales por este motivo, ya que tanto él como su esposa (una influencer regiomontana, Mariana Rodríguez Cantú) han estado acaparando y comprando material exclusivo para uso médico, como mascarillas, cubrebocas especializados y guantes, para después revenderlo en una página de Instagram a la cual le hacen promoción. Me parece que este accionar es despreciable si viniera de parte de cualquier persona de la sociedad civil, pero viniendo de un servidor público, es inaceptable e inaudito, no tiene justificación y esperemos pronto, se nos rindan cuentas.