Jesús Malverde, ¿El santo de los narcos mexicanos? Aquí su historia

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Jesús Malverde es el santo de los narcos mexicanos, sin embargo, los fieles que confían en sus milagros se extienden a California y Colombia, donde también cuenta con capillas para ser venerado. 

Los mitos sobre su origen y su relación con el crimen organizado le han cerrado las puertas de la canonización, sin embargo, la falta de este título no ha detenido a sus creyentes, quienes lo alaban en misas y capillas, con oraciones, amuletos de protección y con veladoras. 

Y es que, su origen va más allá de velar por los líderes del narco, sicarios y el organigrama de las organizaciones criminales, pues se le conoce como el Robin Hood mexicano, cuya misión fue robarle al rico para darle al necesitado.

Jesús Malverde Campos nació en Sinaloa en 1870, de origen humilde, tuvo una infancia llena de carencias. Hecho que lo motivó a convertirse en un bandido asaltante de caminos. 

Se le atribuye la frase ‘Ayudar a mi gente, en nombre de Dios’, pues vivir en esa época lo hizo consciente de las carencias que tenía la gente de situación vulnerable y precaria, a quienes decidió ayudar con ingresos que robaba de los adinerados. De ahí que lo nombraran ‘El Bandido Generoso’, su primer mote. 

Sus fechorías de carácter humanitario le dieron fama pero también lo pusieron en la mira de las autoridades, quienes ofrecieron una recompensa para quien lo entregara o matara. Fue así como su vida terminó en 1909.

Malverde, el santo de los narcos

La primera capilla para venerar a Jesús Malverde se construyó en Culiacán, posteriormente los fieles extendieron su fe a Tijuana, Sonora, Chihuahua, Colombia y hasta California. Una de las más visitadas y mejor decoradas es la que se ubica en Badiraguato, pueblo originario del ‘Chapo Guzmán’. 

La cercana relación de Malverde con los capos del narcotráfico se cimienta en la similitud que los fieles, y los propios líder del narco, encuentran entre la vida de Jesús Malverde y sus historias. Así, se autonombran bandidos que ayudan a la gente. 

Por ello, se encomiendan al santo no reconocido para pedirle protección, favores y riqueza a través de oraciones o corridos, como uno de los medios que la cultura buchona utiliza para dar a conocer los gustos de los capos en el norte del país. 

“Del pueblo salí de noche porque ni ropa tenía, me salí casi cayendo del hambre que yo traía, pero el orgullo que tengo es el que me sostenía. Le di un beso a Malverde, el único que tenía y cuando llegué a Culiacán fui a su tumba y le pedía… ahora tengo todo lo que antes yo no creía.” Corrido a Malverde, de Saúl Alarcón.

Los narcocorridos son característicos de este sector criminal, uno de los exponentes más reconocidos es Valentín Elizalde, quien también era fiel creyente de Malverde, pues solía mencionarlo entre las líneas de sus canciones. 

Cada año, las fiestas en honor a Malverde, el santo de los narcotraficantes, se celebran con música norteña y de banda, así como con la visita de los creyentes quienes acuden con veladoras, rosarios y escapularios para pedirle favores como socorro para cubrir sus necesidades básicas y bendiciones para familiares quienes trabajan bajo el mando del narcotráfico

con información de Plumas Atomicas