-En el juego del poder y la supervivencia, no hay reglas
-Héctor Melesio Cuén parte de la trama en ese día fatídico
Bajo el sol implacable de Sinaloa, donde los cactus y las serpientes de cascabel son los únicos testigos de muchos secretos, un nuevo capítulo de traición y misterio se escribió el 25 de julio de 2024. Ismael «El Mayo» Zambada García, un nombre que resonaba con susurros de temor y respeto, había sido secuestrado bajo circunstancias que parecían sacadas de una novela de misterio.
Era una mañana aparentemente ordinaria cuando Zambada García se dirigió hacia Huertos del Pedregal, un lugar que prometía ser escenario de una pacífica resolución de conflictos entre gigantes de la política y el crimen. Acompañado de su reducido equipo de seguridad, entre ellos José Rosario Heras López y Rodolfo Chaidez, Zambada entró en lo que esperaba fuera una zona de negociación, pero que pronto se convertiría en un oscuro laberinto de traición.
La reunión estaba destinada a ser un encuentro con Joaquín Guzmán López, un viejo conocido, y otros notables de la política sinaloense. Sin embargo, el ambiente se tornó siniestro cuando Zambada fue llevado a una habitación apartada, donde la luz del día no se atrevía a entrar. Fue allí donde la tragedia se desplegó: un grupo de hombres, ocultos en las sombras, lo emboscó. Con la rapidez de un relámpago, fue sometido, maniatado y encapuchado, una premonición de su oscuro destino.
Los detalles de su captura son dignos de una ficción oscura, narrados por el propio Zambada en una declaración que sacudió los cimientos de la comunidad internacional. Con la crudeza de quien ha visto demasiado, describió cómo fue arrastrado y arrojado como un saco de huesos en la parte trasera de una camioneta, sólo para ser transportado a un avión que lo llevaría a un destino aún más incierto.
El avión aterrizó en El Paso, Texas, un lugar lejos de casa y de cualquier esperanza de justicia rápida. Allí, los agentes federales estadounidenses tomaron custodia de un hombre cuya entrega no fue voluntaria, sino forzada, marcada por el dolor físico y la traición.
En medio de este torbellino de eventos, las muertes del político y ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa -UAS-, Héctor Melesio Cuén y otros asociados en circunstancias igualmente misteriosas solo añaden capas a una historia ya densa con teorías y conjeturas. Zambada, por medio de una carta, que divulgó su abogado Frank Pérez, exige transparencia y verdad con relación a los acontecimientos de aquel fatídico día.
Este relato no solo captura la esencia de un thriller policíaco, sino que nos recuerda que a veces la realidad supera cualquier ficción creada por la mente más vívida. Los ecos de este secuestro resonarán en los anales de la crónica criminal de México, un recordatorio sombrío de que en el juego del poder y la supervivencia, no hay reglas.