El experimento incluye la eterna juventud. También el diseño de emociones. Pensamientos que, en cuestión de milésimas, se comunican directamente con otros seres. Memoria eidética, manipulación de deseos. Seres sin necesidad de reproducción, asexuales, incluso incorporales. El futuro del hombre y el de la ciencia ficción es, por primera vez, el mismo. Y esto sucederá, a menos que ocurra alguna catástrofe nuclear o ambiental. (Arcadia. Christopher Tibble. 27/01/ 2016)
Coloquialmente el término inteligencia artificial se aplica cuando una máquina imita las funciones cognitivas que los humanos asocian con otras mentes humanas, como por ejemplo: percibir, razonar, aprender y resolver problemas. Andreas Kaplan y Michael Haenlein definen la inteligencia artificial, por ejemplo: «La capacidad de un sistema para interpretar correctamente datos externos, para aprender de dichos datos y emplear esos conocimientos para lograr tareas y metas concretas a través de la adaptación flexible”.
Varios ejemplos se encuentran en el área de control de sistemas, planificación automática, la habilidad de responder a diagnósticos y a consultas de los consumidores, reconocimiento de escritura, reconocimiento del habla y reconocimiento de patrones. Los sistemas de IA actualmente son parte de la rutina en campos como economía, medicina, ingeniería y la milicia, y se ha usado en gran variedad de aplicaciones de software, juegos de estrategia, como ajedrez de computador y otros videojuegos.
Aunque por el momento la mayoría de los investigadores en el ámbito de la Inteligencia Artificial se centran sólo en el aspecto racional, hay expertos que consideran seriamente la posibilidad de incorporar componentes «emotivos» como indicadores de estado, a fin de aumentar la eficacia de los sistemas inteligentes en determinadas situaciones Particularmente, en el caso de los robots móviles, es necesario que estos cuenten con algo similar a las emociones con el objeto de saber –en cada instante y como mínimo– qué hacer.
Y SI ASI FUERE COMO EN REALIDAD SERÁ
En el siglo XXI nacerá una nueva clase social, una clase a la que perteneceremos la mayoría de los seres humanos: «El hombre inútil». Un tipo de hombre inempleable pues las habilidades que posee le han sido arrebatadas por la Inteligencia Artificial. Será, además, un hombre biológicamente inferior que aquel que integra una élite minoritaria pues la biotecnología va a permitir a los ricos y poderosos mejorar sus propios cuerpos y cerebros.
Este nivel de desigualdad, un salto cualitativo con respecto a la ominosa desigualdad que ya existe en el mundo, es lo que ve en el horizonte Yuval Noah Harari, el profesor de la Universidad de Hebrea de Jerusalén que se ha convertido en un best-seller mundial con sus historias de trazo grueso del pasado y el futuro de nuestra especie: «Sapiens» y «Homo Deus». Harari, cuyos libros recomienda el todopoderoso Mark Zuckerberg, quien contribuyó mucho a dar relevancia mundial al autor.
Noah Harari acaba de publicar un interesante análisis en The Guardian sobre cómo los avances biotecnológicos y en inteligencia artificial cambiarán nuestra sociedad. En primer lugar, el impacto de la inteligencia artificial, hará desaparecer la importancia de la mano de obra humana. «Al entrar en el mundo postindustrial, las masas se vuelven redundantes», sentencia. Harari sostiene que en este siglo veremos cómo se traslada a la economía civil algo que ya se impone en el mundo militar. El porvenir que dibuja Harari, está en las antípodas de Marx, pues para éste en el comunismo los hombres podrían dedicarse al arte y demás etcéteras.
QUÉ EDGAR MORIN NOS HABLE DEL INTELIGENCIA ARTIFICIAL.
El insigne francés, Edgar Morin, a diferencia de Harari plantea como hipótesis sobre las consecuencias probables de la inteligencia artificial: es posible imaginar la desaparición de la humanidad para dejar el lugar a las inteligencias artificiales que constituirán de ese modo la posthumanidad; sin llegar a esta última consecuencia, se puede pensar en inteligencias artificiales que, de venidas dominantes, tengan necesidad de cualidad humanas que les faltan y se sirvan de nosotros (Edgar Morin. Humanidad de la Humanidad. Editorial Cátedra).
De este modo, los más lejanos horizontes de la ciencia-ficción Dan Simmons, en su genial saga Hyperion, imagina que los dirigentes de la gran confederación intergaláctica del futuro toman consciencia que los humanos de hecho están sojuzgados por las inteligencias artificiales. Sea como fuere el animismo ha cobrado una realidad que en los años por venir no sólo nos dejará sin trabajo; estos humanoides pueden no necesitarnos y acabar con nosotros. No le parece este artículo como salido de una pésima ciencia ficción?