Más de mil mujeres trabajadoras de los empaques de camarón en Mazatlán sufren explotación laboral, sin prestaciones, ni seguro social y por lo tanto, sin derecho
a contar con una jubilación digna, afirmó Fernando Pucheta Sánchez, dirigente de la agrupación «Pucheta, Una Mano Amiga».
En los muelles pesqueros del Parque Bonfil, ante decenas de barcos amarrados por la falta de producto en el mar, cinco mujeres expusieron sus historias de años
de batallar con la falta de certeza laboral. Esmeralda Hernández Ramos, de 40 años de edad, tiene 21 años de trabajo en las congeladoras del puerto y narró la problemática por la que atraviezan como gestora de este sector a los integrantes de la organización social.
La gran mayoría no cuenta con garantías, ni siquiera seguro social y muchas padecen de enfermedades como hipertensión, diabetes y cáncer en algunos
casos, por lo cual no reciben tratamiento ni medicamento adecuado, explicó. Las trabajadoras de congeladoras actualmente tienen empleo durante tres meses cuando mucho que es el tiempo de duración de la zafra.
Desde hace treinta años ganan lo mismo en la docena de plantas que existen en este puerto, sus jornadas inician desde muy temprano y a veces terminan hasta las 2 ó 3 de la madrugada del otro día. Después de tres meses de trabajo, a veces tienen que viajar al campo en otros municipios a buscar el sustento de sus familias y encima sufren discriminación por su género. Guillermina Cacique de 63 años, Julieta Macías de 66, Soraya Sugey de 34 años y Teresa Aguirre de 67 años también hablaron de su experiencia y sus temores pues varias de ellas ya aspiran a retirarse con una pensión que les permita vivir dignamente ya que a consecuencia de su duro trabajo, padecen de serias enfermedades provocadas por la falta de atención y las horas extenuantes de actividad.
Pucheta Sánchez lamentó que tanto la pesca como la industria que genera esta actividad primaria estén en completo abandono por parte de las autoridades. La inhumana falta de atención a este rubro es preocupante pues muchas de ellas sostienen a su familia y su calidad de vida cada vez se reduce más. Explicó que es necesario que como cualquier otro trabajo, no se discrimine a las mujeres que laboran en las congeladoras, también ellas merecen respeto y atención.