Carlos perdió a su mamá en el hospital de Los Venados debido al covid-19, pero no supo tuvo que lidiar con su pérdida, sino con los abusos de una funeraria a la que le pagó más de 11 mil pesos y después se enteró que el servicio era gratuito.
Ciudad De México.-
En los tiempos de coronavirus, la muerte también es negocio. Para algunas funerarias y pese a que es un servicio gratuito garantizado por el gobierno capitalino, cada cuerpo representa un ingreso que puede ir de 10 a 20 mil pesos. Se trata de una industria lucrativa que ha brotado en la estela de la crisis detonada por la pandemia.
A Carlos Arturo Samuano le tocó vivirlo en carne propia.
-¿Tiene algún servicio funerario? –le preguntó la trabajadora social del hospital del Parque de Los Venados. Habían pasado unas horas desde la muerte de su madre, Carolina, el martes pasado. No tenía a dónde llevarla a cremación.
-No sé preocupe. Yo aquí tengo una funeraria. En total, cuesta 11 mil 500 pesos, insistió la trabajadora social.
Rauda y eficiente, la Funeraria Portales no tardó más allá de unas horas en llegar por el cuerpo, con el contrato para firma. A las 10:00 horas del día miércoles, el cuerpo de Carolina llegaba al panteón de Xilotepec, ubicado en la colonia Ampliación La Noria, alcaldía Xochimilco, para su cremación.
Y ahí fue donde a Carlos se percató del negocio. Al entregar los papeles oficiales en el área administrativa fue enterado de que el gobierno de la Ciudad de México estaba realizando el servicio de cremación gratuito. Además de la tragedia de perder a su madre, pagó 11 mil 500 pesos sin tener que hacerlo.
Incluso, al comunicarse al C5 le informaron que ya no se podía hacer nada porque tenía un acuerdo con la funeraria y ésta ya había realizado los trámites. De cancelarlo debía pagar una suma de 4 mil 500 pesos por incumplimiento de contrato.
“La trabajadora social nunca nos dijo que a los familiares de quienes mueren por covid-19 este es un servicio gratuito, realizaré las acciones pertinentes, se aprovechan del dolor de la gente. Al cuestionarle si sabía de la gratuidad, nos dijo que no tenía idea”, explicó.
En Xochimilco, una tras otra, las carrozas fúnebres llegan para depositar en el crematorio los cuerpos de quienes han fallecido por covid-19 en la ciudad. La escena es de impacto: auto tras auto, de funeraria mengana, funeraria perengana, funeraria X, funeraria Y. El desfile de los muertos.
Así como nunca antes se había visto un recorrido trágico como este, los hornos tampoco habían estado prendidos de manera continua.
“Los cremaciones han incrementado en un 300 por ciento en la capacidad normal que teníamos”, reconoce Roberto Palomo, director de la unidad departamental de panteones de Xochimilco. Desde esta semana, la alcaldía, dispuso de tres horarios, dos hornos crematorios y tres cremadores por turno.
“Al día estábamos haciendo de cinco a seis. Ahorita estamos haciendo de 18 a 20 cremaciones en total, las 24 horas del día”, agregó.
En este crematorio laboran 24 trabajadores, quienes reciben el cuerpo de las víctimas y lo desinfectan antes de ingresarlo a hornos que alcanzan más de 800 grados, suficiente para desintegrar un cadáver en cuestión de una hora.
Aunque sigue en debate el grado de contagio que puede tener un cadáver por covid-19, los empleados del crematorio deben portar equipo especial para evitar cualquier riesgo de infección. Según explica la alcaldía, se mantienen aislados de sus familias, es decir, que desde el inicio del triple turno hay quienes no han vuelto a casa.
“Ya desde el hospital vienen muy protegidos, embolsados y desinfectados, es difícil que se pueda contagiar un trabajador, pero no por eso hacemos a un lado las medidas de seguridad, extremamos medidas de seguridad para cuidar la vida de todos”, concluyó Palomo.
En el crematorio los turnos no se detienen. Tan rápido como llega un cuerpo, sale una urna. Es un proceso que aun cuando tiene tintes industriales no se puede desapegar del factor humano. Llega un cadáver. Se entregan cenizas. Y así, hora tras hora. Una tragedia que se acumula en esta esquina de Xochimilco, en tanto dure la emergencia.
Aproximadamente cada hora, un cremador sale con una tabla en la que tiene anotados varios nombres de aquellos cuerpos que ya han sido procesados. Viene con un traje blanco, de cuerpo completo.
– ¿Familiares de la señora Carolina?, voceó.
Carlos, en compañía de su hermano, entró al velatorio. Minutos después, salió cargando una urna vino. Contenía las cenizas de su madre.
Información por MILENIO