A dos años de que se reportó en México la primera muerte por el virus, Adriana, esposa de la víctima, dice que cuando supieron del problema en China por los noticiarios lo veían como algo muy lejano
El 18 de marzo de 2020, mediante un tuit, la Secretaría de Salud (Ssa) informó que había fallecido la primera persona por Covid-19.
Se trataba de un hombre de 41 años que estaba internado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) desde el 9 de marzo de ese año.
Su nombre era Carlos, padecía diabetes y según sus familiares había asistido a un concierto de rock el 3 de marzo en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México.
A dos años de ese acontecimiento, su esposa, Adriana, cuenta a EL UNIVERSAL que ese hecho le mostró la fragilidad del ser humano.
“Me ha mostrado la fragilidad de las cosas. En un momento se puede transformar toda tu vida, puede cambiar radicalmente cuando te pega de esa forma. La pandemia me hizo ver la fragilidad del ser humano”, relató la mujer.
Adriana explica que cuando supieron del Covid-19 en China por los noticiarios lo veían como algo muy lejano, que no afectaría a su familia ni pasaría todo lo que ha acontecido en el país.
“Sabíamos lo que pasaba en China. Lo veíamos en la televisión y estaba muy lejano el virus. No pensé que iba a afectar a mi familia. Lo veíamos muy lejano para que llegara a México. Recuerdo que hablaban de las personas que tenían diabetes o alguna enfermedad, que eran más propensas a contraer la enfermedad y que se ponían mal”, detalla la entrevistada.
Carlos tenía diabetes, esa morbilidad fue la que, dice Adriana, lo puso en alerta; sin embargo, agrega, nunca pensaron que el Covid-19 los alcanzaría, “en un momento dado sí nos dio miedo porque él sabía que tenía diabetes. Sí se preocupó, pero veíamos muy lejano el Covid-19”.
Luego del fallecimiento de su esposo y el duelo, Adriana se enfocó al aspecto laboral.
Su gran preocupación fue la cuestión económica, ya que al ser su esposo el sustento de la familia ella tuvo que solventar los gastos.
“Cuando falleció mi marido me preocupé más en la cuestión económica, porque él era el sustento de la familia y me enfoqué en el aspecto laboral.
“Mi esposo se dedicó a la realización de anuncios luminosos durante 20 años. Yo lo acompañaba cuando laboraba, entonces sabía del trabajo y continué en él”, recuerda.
Luego de la muerte de Carlos, Adriana denunció en medios de comunicación que no había recibido el apoyo Deudos Covid que el gobierno federal prometió dar a los familiares de personas fallecidas por la enfermedad.
“Tuve que recurrir a los medios porque decían que estaba fuera de tiempo. Al final, sí recibí el apoyo a deudos de los fallecidos por Covid, lo recibí, pero después de hacerlo público, luego de eso nunca tuve un contacto con ningún tipo de autoridades”, comenta.
Adriana no sólo tuvo que enfrentar problemas económicos, también el estigma de las personas de su comunidad que al no saber cómo actuar ante el nuevo virus ni cómo manejar la situación, decidió mantenerse aislada de su entorno.
“Fue molesto por el entorno de la comunidad, por cómo estaba reaccionando la gente. Nosotros nos mantuvimos aislados. Fuimos estigmatizados.
“La gente que sabía quiénes éramos, quería saber cómo nos contagiamos para no acercarse a donde supuestamente estaba la gente infectada. La gente decía que no se acercaran a la calle o a donde vivíamos, también trataban de ubicarnos en fotografías, pero nada grave”, recalca.
La mujer asegura que lo tomó con gracia, pues ella convive poco en su comunidad, además de que consideró que la gente al no saber bien lo que ocurría, no sabía cómo actuar en esos casos.
“Los comentarios que hacían, como el pretender saber quiénes éramos, si habíamos visitado una tienda o una iglesia, si esparcimos el virus. Decían que no querían ir a esos lugares. La verdad no me dio miedo, me dio mucha risa, porque la gente estaba inventando cosas”, narra.
A dos años del fallecimiento de su esposo, Adriana menciona que ya no persiste en ellos el miedo. Evita la televisión y los noticiarios. Ha retomado su vida y se enfoca en el sustento económico de ella y su hijo de 19 años.
“Me siento más tranquila y acepto la situación, todavía siento la pérdida de mi esposo, pero tengo que adaptarme a nuestra nueva normalidad. Con respecto al virus, ahora lo veo lejano. Difícilmente creo que pueda ser lo que se vivió hace dos años y creo que ya pasó lo más difícil”, subraya Adriana.