La violencia ha recrudecido en el río Tijuana, en la frontera de México con Estados Unidos, donde suman 20 cuerpos encontrados en lo que va del año, incluyendo el de un niño de 14 años, en medio del creciente tráfico y consumo de drogas.
Los ajustes de cuentas y la disputa por ese territorio entre cárteles del crimen organizado ha convertido este punto en una zona altamente conflictiva de la ciudad mexicana, lo cual ha puesto en alerta a las autoridades locales ante la preocupación de los habitantes locales.
El Caso Kevin
El pasado 14 de septiembre el asesinato del niño Kevin Yael “G” al interior de la canalización del río, despertó la indignación de la sociedad y destapó la ola de violencia que se venía gestando en esta zona.
A principios del mes de septiembre, los padres del menor reportaron su desaparición. La versión de uno de los amigos del niño es que mientras Kevin transitaba uno de los puentes peatonales que cruzan el río, realizaban una videollamada y dos sujetos lo interceptaron, apagaron su teléfono y de ahí no supieron más.
Tres días después del hecho, los padres realizaron una búsqueda en el interior de la canalización y en una de las compuertas, encontraron el cuerpo del menor junto con el de otra persona, confirmándose que había sido asesinado.
Por ese motivo autoridades policiales realizaron un operativo en la zona junto con organizaciones de búsqueda de personas, y en esa labor encontraron a una mujer de origen estadounidense en otra de las compuertas, quien dijo haber estado secuestrada por su pareja en ese sitio por más de un año.
Personas sin techo huyen de la zona en Tijuana
Esta situación no solamente ha preocupado a la ciudadanía, sino a las personas sin hogar que anteriormente habitaban la canalización del río y quienes han comenzado a huir de ahí debido a la creciente violencia y la criminalización que han vertido las autoridades sobre ellos a raíz de estos hechos.
Durante un recorrido que EFE realizó por la zona, se pudo apreciar que los distintos espacios en donde solían verse diversas concentraciones de personas al interior del canal estaban totalmente solitarios.
Anteriormente eran espacios a donde acostumbraban llegar para intervenir en el consumo de sustancias psicotrópicas y simplemente dormir.
El señor José, quien es originario de Tijuana pero llevaba más de siete años radicando en la canalización, dijo a EFE que desde hace un par de semanas decidió salir de ahí y comenzar a buscar un espacio en otro lado porque “en el canal hay ahorita una matadera (masacre)”.
Al igual que esta persona, “Chuy”, quien es originario de Michoacán y desde hace nueve años habitaba el canal luego de que fuera deportado de Estados Unidos, compartió que “muchos han salido ya de ahí porque las autoridades se pusieron bravos con nosotros y los policías están más recios (estrictos) que antes”.
De acuerdo con Chuy, “desde que pasó lo del niño (Kevin Yael) nos traen en friega, como saben que nosotros consumimos (sustancias ilícitas) se dejan venir contra nosotros, como si fuéramos los que generamos esa violencia, además ahí adentro se puso fea también la cosa, ya nadie quiere regresar”.
Para especialistas en el tema como Alfonso Ch, quien trabaja con una organización con comunidades sin hogar, esta situación no le resulta nueva, pues “al interior del canal siempre ha habido muertes y es sabido también que adentro se consumen sustancias prohibidas”.
Sin embargo, dijo, “es común que las autoridades siempre que les truena el problema en la mano se vayan a la fácil de criminalizar a esta población solamente por ser una comunidad potencial en el consumo de drogas”.
Hace un par de semanas, ya las autoridades municipales y estatales anunciaron el acuerdo de una mesa de trabajo para atender esta zona de la ciudad, en donde en las últimas semanas han sido más de 20 los cuerpos sin vida y las ejecuciones que ahí se han dado al interior del canal.
Con información de EFE