Esplendor y ruina del Circo del Sol: crónica de una caída en tres meses

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DVD 600 (28-02-13) Ensayo general de "Kooza" espectáculo del nuevo espectáculo del Circo del Sol. © Samuel Sánchez

La crisis vírica aflora la endeble situación financiera del imperio escénico canadiense. Estudiada durante años como modelo de gestión, la compañía arrastra una deuda de 815 millones.

Madrid.-

El pasado 8 de marzo, pocos días antes de que se decretara el estado de alarma en España por el coronavirus, el artista cómico catalán Mateo Amieva estaba volando de vuelta a Barcelona desde Doha, donde había estado actuando en el espectáculo Messi 10, una de las producciones más recientes del Circo del Sol. No sabía entonces que aquellas funciones habrían de ser las últimas en mucho tiempo. Una semana después todos los teatros y carpas del planeta fueron clausurados por la pandemia y, paradójicamente, el parón afectó con más fuerza a la compañía que debería tener más reservas para afrontarlo, la mayor productora de espectáculos del mundo, con un capital inimaginable para cualquier otra empresa del sector. Por el contrario, una combinación de factores pasados y presentes se conjuró para desatar una tormenta perfecta que ha desembocado en una amenaza de bancarrota que ha causado estupor: ¿cómo es posible que un imperio que no ha dejado de crecer desde su fundación en 1984 se haya desmoronado en apenas tres meses?

La culpa no la tiene solo el coronavirus. La pandemia ha venido a dar la puntilla a una organización que arrastra una deuda de 815 millones de euros desde hace cinco años y que protagoniza estos días un culebrón empresarial en el que están implicados el cofundador y antiguo dueño Guy Laliberté, el conglomerado mediático canadiense Quebecor y las tres firmas de inversión internacionales que se reparten la propiedad del grupo. Laliberté declaró la semana pasada que estaba dispuesto a recomprar la compañía para sacarla del agujero y Quebecor también ha expresado sus deseos de inyectar capital, aunque de momento no puede hacerlo —dicen sus directivos— porque los actuales gestores se niegan a revelar sus verdaderas cuentas. A su vez, estos últimos acusan a Quebecor de estar presionando para devaluar las acciones y hacerse con la marca a precio de ganga.

Pero el único que por ahora ha puesto dinero de verdad sobre la mesa es el Gobierno de Quebec, que ha aprobado un crédito de 182 millones de euros para evitar que se hunda uno de los mayores orgullos de esta región canadiense, aparte de una fuente de dinero importante para la zona. El Circo del Sol nació y tiene su sede en Montreal y trabajaban allí cerca de 5.000 personas. Ahora, el 95% están despedidos temporalmente, a los que hay que sumar los artistas y técnicos de la veintena de espectáculos que están de gira, aproximadamente un centenar por producción. Con el dinero recibido del Estado, más otros 45 millones de euros que inyectaron los propietarios a principios de mayo, la compañía apenas tiene para afrontar los 150 millones que necesita para reembolsar las entradas de las funciones canceladas.

Los trabajadores, no obstante, mantienen la calma. El hecho de que el Gobierno de Quebec haya salido al rescate de la empresa indica que no va a dejarla caer. “Nos mantenemos optimistas. La compañía por ahora no ha cancelado ningún espectáculo, solo ha aplazado las funciones que estaban previstas para los próximos meses», comenta Amieva. Él tenía previsto viajar en los próximos días a Buenos Aires para continuar con la gira de Messi 10, pero ya le han comunicado que las representaciones se han reprogramado para la próxima temporada. “Siempre tenemos parones durante los cuales no cobramos, pero los salarios de las giras lo compensan. El parón va a ser ahora más largo y habrá que aguantar como se pueda”, añade el artista, que trabajó durante 12 años en las producciones fijas del Circo del Sol en Las Vegas.

La página web de la compañía, en efecto, mantiene la venta de entradas para los veinte espectáculos que tiene activos. Ya se sabe incluso cuál será el primero que se podrá ver en la era pospandemia y está a la vuelta de la esquina: The Land Of Fantasy retomará sus funciones en la ciudad china de Hangzhou esta semana. En apariencia, todo sigue a flote en el plano artístico.

Pero en el terreno financiero el futuro es muy oscuro. Poco queda de aquella pujante empresa que se estudiaba como modelo de gestión creativa e innovadora. “Era el ejemplo perfecto de la llamada estrategia del océano azul, que consiste en crear nuevos nichos de mercado, un producto que genera una demanda previamente inexistente. Después de 20 años creciendo sin parar, la fórmula empezó a tener cada vez más imitadores y eso les obligó a producir espectáculos más costosos para diferenciarse”, explica Bruno Cassiman, profesor de la escuela de negocios IESE especialista en estrategia corporativa.

Necesidad de capital

La creciente necesidad de capital empujó a Laliberté a dar entrada en 2015 a tres grandes firmas de inversión —el fondo estadounidense TPG, el chino Fosun y la financiera Caisse de Dépôt et Placement de Quebec— que se repartieron el 90% de las acciones. El fundador se embolsó cerca de 1.400 millones de euros y se quedó con un 10%, del que finalmente acabó deshaciéndose también. Esa operación supuso un cambio en el tipo de gestión hacia un modelo más arriesgado pero que prometía grandes beneficios: se trataba de aguantar la deuda de 815 millones generada por la compraventa mientras se mejoraba la rentabilidad a corto plazo y se potenciaba la marca para vender la empresa en cinco o seis años. “Podría haber salido bien, pero la pandemia ha roto esa estrategia”, señala Cassiman.

¿Diagnóstico de futuro? “Dependerá de los apoyos externos que reciba la empresa y de cómo estructuren la deuda. Tendrán que hacer una limpieza”, augura el experto. Posiblemente, nada será ya igual en el Circo del Sol después del coronavirus.