Este martes, ocho centrales de carbón cierran definitivamente en España, la mitad del país, en un plan que contempla la clausura total en 2025.
MADRID.-
España despide hoy a la mitad de su quincena de centrales de carbón, condenadas por su escasa rentabilidad, cuando el país apuesta con años de retraso por las energías renovables.
«Hoy es más barato producir con renovables que con carbón», explicó la jurista Ana Barreira, directora del Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente.
A su parecer, todas las centrales españolas podrían estar cerradas en 2025.
Todo ello se debe a las decisiones de las empresas propietarias porque en España, a diferencia de lo realizado en Francia o Alemania, el gobierno nunca fijó un plazo de cierre para estas plantas.
Las ocho fábricas afectadas de las quince todavía activas representaban una potencia acumulada de 5.16 gigavatios, según la plataforma de ONG ‘Un futuro sin carbón’.
Su cierre permitirá reducir a la mitad la capacidad de producción de energía por carbón en España, hasta los 4.7 gigavatios, de acuerdo a estas ONG’s.
Situadas mayoritariamente en el noroeste de España (Galicia, Asturias o León), pero también en Teruel (noreste) y Córdoba (sur), las centrales pertenecían a los grupos españoles Naturgy, Iberdrola y Viesgo y al hispano-italiano Endesa.
Todos ellos confirmaron el cese de su actividad.
Una de las centrales de Iberdrola todavía no ha recibido la autorización gubernamental para ser desmantelada pero parará igualmente, conservando solamente reservas de carbón para emergencias.
Los propietarios de estas instalaciones habían decidido su destino hacía tiempo: su cierre este 30 de junio corresponde al fin del periodo de transición acordado para estas fábricas para ajustarse a la directriz europea sobre emisiones industriales.
INEVITABLE
Estos grupos energéticos «no hicieron las inversiones necesarias» para mantener su explotación, explicó Tatiana Nuño, de Greenpreace.
«Las decisiones han respondido a los mercados» ya que a las empresas «no les salían rentables», detalló, señalando que «la mayoría» de las plantas ya casi no producían electricidad desde hace meses por esta razón.
«Desde hace tiempo, (estas centrales) no entraban en las subastas de precios por sus costes, porque son mucho más caras» que otras fuentes de energía, confirmó un portavoz de Endesa.
El desenlace parecía inevitable ya desde finales de 2018, cuando cerraron las últimas minas de carbón, y se aceleró por la evolución de los precios de la energía.
En 2019, el carbón no representaba más que el 5% del total de electricidad consumida contra el 25% en 2007, según el operador Red Eléctrica.
España, sin embargo, todavía no cumple sus compromisos sobre energías renovables con solo un 17.4% del total producido procedente de estas fuentes en 2018 (los últimos datos disponibles en la agencia estadística europea Eurostat), cuando el objetivo fijado por Bruselas es del 20% en 2020.
El país fue pionero de las energías verdes en los años 2000, pero su apuesta se frenó en seco por la crisis desencadenada en 2008.
POTENCIA MUNDIAL ‘VERDE’
Tras años de olvido, en los que el soleado país mediterráneo se veía ampliamente superado en materia de producción fotovoltaica por la nublada Alemania, el aumento de la rentabilidad de las renovables despertó desde 2018 el apetito inversor, con gigantescos proyectos de parques fotovoltaicos.
Lo mismo pasó con la energía eólica, uno de los puntales de España, quinto país del mundo en capacidad instalada con esta fuente de producción. En 2019, según el grupo europeo WindEurope, una cuarta parte de la financiación para nuevas instalaciones del continente era en España.
Las multinacionales energéticas del país también apuestan por el verde, como Iberdrola, que invirtió ampliamente en renovables aunque la producción a partir de energías fósiles representa todavía dos tercios de su facturación.
Pero el adiós al carbón puede generar un impacto social en un mercado laboral ya debilitado. El sindicato Comisiones Obreras calcula que 4.000 empleos podrían perderse si estas centrales cierran, incluidos los de empresas auxiliares.
Los propietarios aseguran trabajar en soluciones concertadas como reasignaciones en otras plantas y subrayan que será necesaria mano de obra para llevar a cabo los futuros desmantelamientos.
Información por EXCELSIOR