*Piden que el alcalde Felton les cumpla
*!Increíble¡ pero hay robo…de la miseria
A unas semanas de las amenazas del gobierno municipal a los invasores de la colonia Pino Suárez, esta mañana el predio, junto a los mangles del Estero del Infiernillo, estaba casi desierto y solo se apreciaron montones de tierra, basura, madera rota, láminas quebradas, toldos plásticos y un par de viejos sillones, solo algunas, muy pocas personas, todavía se resisten a salir, sobre todo porque no hay autoridad que les garantice la certidumbre de un predio o terreno que habitar.
Aquí están las imágenes y el video de ese recorrido, en donde hay mujeres y niños, son ropa, descalzos, que todavía aguantan la presión en contra de la autoridad, pero también el grito y la palabra desesperada de mujeres mayores que le piden al alcalde Carlos Felton, a Protección Civil, con Oscar Osuna y la Seguridad Pública, que cumplan la palabra de reubicarlos, pero también de darles seguridad ya que mientras ellos sacan sus cosas de las viejas casuchas, hay vándalos que les roban las pocas pertenencias.
Dicen los invasores que no hay patrullas ni los rondines de las policías que la autoridad municipal prometió; hay saqueo de la miseria, de las pocas maderas y las láminas viejas, sin que Protección Civil les ayude a trasladarlas a los lugares donde serán reubicados. Otra vez, las promesas de la política y de funcionarios sin escrúpulos que con tal de quedar bien con el jefe, hicieron compromisos que hoy no han cumplido.
Así, aquí en este predio sólo sigue la amargura y la soledad, porque ya más de 20 familias de invasores, como la de Sandy, donde en una casucha vivieron hasta 11 personas, seis niños y cinco adultos, entre ellos la abuela desdentada por los años y por lo vieja.
Visitamos las pocas casas que quedan en pie y el calor era terriblemente insoportable en esos apenas dos metros por tres de terreno y en donde estaba una cama y un metro después un espacio que pareció ser cocina. Las condiciones son insufribles, sin energía eléctrica y sin agua, pero es la necesidad y la carencia dónde meter vivir, aunque sea hacinado; no importa las gotas de lluvia que caen por la vieja lámina, aunque para eso hay botes.
La invasión Pino Suárez apenas es una de otras 42, asentadas de manera irregular en los terrenos de engorda, que a veces nadie quiere porque no hay servicios, pero si muchas alimañas y alacranes; es la historia, para algunos, del nunca acabar, porque es cierto para unos las invasiones es un modo de vida, pero para otros es empezar una nueva vida.