Para este jueves está programada la presencia en Mazatlán de la secretaria de Turismo del gobierno federal, Josefina Rodríguez Zamora. Llega con un gran sentido de oportunidad, pues Mazatlán y su actividad turística pasan por una situación de emergencia extrema, enfrentando no sólo el problema de la guerra del narco, sino otros fenómenos relacionados, pero con carácter más regional.
El problema es que en estos gobiernos de la llamada cuarta transformación, los altos funcionarios que visitan los estados lo hacen con las manos vacías. Incluso al presidente Andrés López Obrador en su momento, y a la doctora Claudia Sheinbaum, es prácticamente imposible arrancarles una inversión especial, una partida extraordinaria, una obra no programada.
La secretaria de Turismo viene a participar en un encuentro nacional de trabajadores del sector turístico. Su obligación es atender ese compromiso, probablemente algún encuentro de carácter social con las autoridades locales y no más.
Pero los problemas de nuestro destino turístico son tan graves, que requiereN de una intervención emergente de parte de las más altas autoridades, ya que las de nuestro ámbito no han sido capaces de dar respuestas específicas, mucho menos satisfactorias.
La tormenta que en estos momentos está vigente es la de un chamaco duranguense que vino a festejar su cumpleaños y desapareció de uno de los antros más visibles del puerto. Somos un lugar desgraciadamente propicio para la desaparición de personas. De acuerdo con las estadísticas, de Mazatlán ha desaparecido algo así como la cuarta parte de ese tipo de víctimas de la guerra narca.
Pues con todo y eso, el asunto del muchacho duranguense ha alcanzado tal relevancia, que en estos momentos hay toda una campaña para disuadir a la gente de ese estado y de toda la región lagunera, para que no vengan a Mazatlán.
Carlos Emilio ha sido nota nacional. Todos los medios lo han retomado y con justa razón, se han hecho eco de la demanda de sus familiares, para que sea buscado y localizado con vida, y por supuesto, Mazatlán ex exhibido como un lugar inseguro, al que no se debe acudir.
Dos cosas agravan el tema: las autoridades han preferido mantenerse alejadas. Hasta la Fiscalía General del Estado, que por su naturaleza debiera estar al frente del caso, fijge demencia; las demás instituciones han guardado un ominoso silencio; el otro agravante es que el antro donde se produjo la desaparición, es propiedad de un alto funcionario del estado, nada menos que el secretario de Economía del gobierno de Sinaloa, Ricardo Velarde (El Pity) y el estado nomás no aparece por ningún lado.
Hasta ahí todo es culpa de las circunstancias locales, pero la Sectur debería tener un plan de rescate, que ayude a un destino emergente como el nuestro. No somos Cancún, Los Cabos o Puerto Vallarta, pero aquí hay también inversiones muy importantes que están en riesgo, como hay una ciudad casi completa que está viendo en peligro la continuidad de su principal actividad económica.
¿Qué le toca a la mayor autoridad turística del país? ¿Sentarse a contemplar el derrumbe de una ciudad que mal que bien contribuye al Producto Interno Bruto Turístico del país?
Peor aún: ¿alguna autoridad se animará a pedir la ayuda?
EL COLMO DE LOS COLMOS
Ahora -este miércoles- la agresión fue contra un alcalde, el de Elota, Richard Millán, quien fue balaceado por la tarde, cuando regresaba a la cabecera municipal. Lo salvó el blindaje de su camioneta, que por algo la traía así.
Las agresiones contra agentes policíacos, guardaespaldas de la familia del gobernador y funcionarios, ha escalado ahora a un atentado contra un alcalde que por supuesto, pinta para quedar impune, como la mayor parte de los casos que se han presentado con motivo de la guerra interna del Cártel de Sinaloa.
El hecho es un indicativo de que no vamos mejorando, como nos dice Omar García Harfuch cada vez que echa a andar su Noticiero de Batman, sino que los objetivos van creciendo en importancia.
Pareciera que no hay un elemento adicional para ver lo terrible de nuestra situación, pero todavía hay uno, pequeño, que se convierte en un chispazo gigante: la agresión contra el alcalde, que por fortuna resultó ileso, ocurrió alrededor del kilómetro 140 de la Maxipista Mazatlán-Culiacán, el lugar en donde muchos ciudadanos han sido despojados de sus vehículos, donde ha habido quema de unidades automotrices, enfrentamientos de los grupos en pugna. Eso indica que la autoridad no ha sido capaz de garantizar la tranquilidad en uno de los puntos geográficos más identificables de la guerra. Menos podría controlar los delitos en puntos inesperados, como los que ocurren a diario en Culiacán.