*La CNDH descalifica penales y viene a Sinaloa
*Higuera destapa al próximo jefe de la policía
*Los encuentros fugaces de la ceremonia en Cimaco
FRANCISCO CHIQUETE
¿Quién puede dudar del diagnóstico de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos acerca de los penales en México? La institución estableció que decenas de cárceles de diversas entidades del país son gobernadas por los reos, al menos los más poderosos de ellos, y no por las autoridades legalmente designadas.
Sinaloa por supuesto, se encuentra en esa lista, con los penales de Culiacán, Mazatlán y Guasave, en los que a lo largo de los años se han registrado situaciones extremadamente graves que no fueron solucionadas, sino olvidadas en los archivos de averiguaciones previas que nunca fueron concluidas con una sentencia, como espera la sociedad en esos casos.
Debe decirse que las conclusiones presentadas por la Comisión Nacional de Los Derechos Humanos son acertadas, pero de ninguna manera novedosas. El llamado autogobierno en las cárceles es un fenómeno que ha desvelado a las sucesivas autoridades, al menos mientras les dura la preocupación, el celo por hacer algo.
No hace mucho tiempo, el gobierno local hizo un análisis similar, aunque por supuesto, las responsabilidades eran atribuidas a quienes los habían antecedido en el cargo. Y es que la cárcel de Bachigualato era evidentemente un sitio donde lo que menos había era autoridad, al menos del lado de las autoridades.
Otro tanto pasaba en el Cecjude Mazatleco, donde los custodios eran ejecutados por quítame estas pajas y los reos que no pertenecían al grupo dominante eran ejecutados de manera abierta, sin tapujos, al punto de que en una ocasión la cuenta, en una sola noche, llegó a veintiocho.
Lo extraño es que después del diagnóstico de la CNDH todos los gobiernos involucrados protestaron y se indignaron y demandaron explicaciones, rechazaron por supuesto, que estuviese ocurriendo el llamado autogobierno y algunos se lanzaron a una descalificación de lo que llamaron la descalificación que hace el organismo.
Claro que hay cosas en el estudio que llaman mucho la atención, como la calificación no sólo absolutoria, sino incluso laudatorias para los penales del gobierno federal, que en efecto no son frecuentemente objeto de noticias y comentarios, aunque en realidad las medidas de control de los acontecimientos son tan fuertes, que no hay manera de saber a ciencia cierta lo que pasa ahí.
En cambio hay circunstancias en que la federación, la encabece quien la encabece, ha dado qué decir, empezando por los pocos recursos que pasa a los estados para la manutención de los reos federales, situación que por supuesto, genera problemas, al no haber dinero suficiente en las cárceles, al menos no dinero oficial, lo que da puerta para la entrada del dinero sucio.
Por otra parte, todo lo que narran quienes han estado en los penales de alta seguridad, ya como reos, ya como visitantes, incluso como autoridades, muestran que lo que menos cuenta ahí son los derechos humanos.
Pero volviendo a los penales locales, hay que admitir que en el último año ha habido una mejora importante, sobre todo en los casos de Mazatlán y Culiacán, aunque ello no quiere decir que ya operen a la perfección, de suerte que siempre será pertinente un llamado de atención, sobre todo si es de esta trascendencia.
UNA VISITA OPORTUNA
Si bien las protestas y reacciones ante ese análisis fueron generalizadas, al parecer el gobernador de Sinaloa Mario López Valdez fue el único o el primero que lo hizo de manera formal, de manera que hoy estará en Culiacán el mismísimo presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Raúl Plascencia Villanueva.
Lo primero que hay que decir es que se trata de una buena capacidad de reacción, pero ante una visita tan rápida, también se despierta la sospecha por el interés excesivo de este funcionario, que ha estado en el ojo del huracán durante los últimos días, sobre todo porque se brincó los tiempos y procedimientos tradicionales al presionar públicamente a la Universidad Nacional Autónoma de
México por el caso de un maestro acusado de acoso sexual.
Lo menos que se ha dicho es que Plascencia Villanueva está buscando la reelección y por ello empieza a dar qué decir y a hacer presencia en diferentes ámbitos del país.
Sea lo que sea, aquello que platiquen él y el gobernador Mario López Valdez debe ser importante para el futuro desempeño de las autoridades en los penales de Sinaloa, aunque hay que recordar también que los poderes fácticos son una realidad que no se acaba con sólo invocar los reglamentos y disposiciones de operación de los penales. Exactamente como pasa en la política nacional, donde los poderes fácticos son legalmente inexistentes, pero objetivamente influyentes y a veces hasta decisorios.
HIGUERA EL DESTAPADOR
Mientras el alcalde electo Carlos Eduardo Felton González se empeña en matener un velo de misterio sobre la lista de colaboradores que le acompañarán en el ejercicio de gobierno a partir de enero, el alcalde saliente Alejandro Higuera Osuna le comió el mandado y dio a conocer el primer nombramiento oficial para el periodo siguiente.
No es ninguna decisión espectacular, pero ya es más de lo que ha hecho el propio Felton.
Higuera dijo que la Policía Preventiva Municipal seguiría bajo el cargo de Pablo Andrés Hernández, el actual secretario de Seguridad Pública Municipal, lo que a su juicio garantiza que las cosas van a seguir bien en materia de seguridad para los mazatlecos.
Por supuesto que cuando los compañeros reporteros le preguntaron por más designaciones del próximo gobierno, tomó una posición de cordura y hasta se puso digno, advirtiendo que ni le toca hacerlo ni es vocero de nadie, de modo que esas designaciones sólo las puede anunciar el próximo alcalde.
En realidad la condición repetidora de Pablo Andrés Hernández es algo muy lógico, que va más allá de las decisiones de Alejandro Higuera, y en sentido estricto, hasta de Carlos Felton, aunque hay que decir que a éste no le disgusta la decisión y que sí dependiese sólo de él, la tomaría exactamente en el mismo sentido.
En primer lugar, desde hace tiempo las jefaturas policíacas se deciden en Culiacán. El famoso mando unificado ha servido para que sea el triunvirato de la Secretaría General de Gobierno, la Secretaría de Seguridad Pública y hasta la Policía Ministerial del Estado, quienes toman las decisiones, consensadas con los alcaldes, por supuesto, a quienes les dejan el consuelo de decir que sí, aunque la decisión se les presente como un hecho consumado.
Pero además, el jefe de la Policía Preventiva Mazatleca apareció en las narraciones de los acontecimientos registrados durante la jornada electoral. Mucho llamaron los priístas, dicen ellos mismos, para que se evitara la acción intimidatoria de los tripulantes de un jetta gris que detuvo a los promotores del voto tricolor en colonias conflictivas.
Se hacían lenguas los tricolores de ver que nadie los pelaba, a pesar de la ostensible actitud intimidatoria de los fulanos, hasta que un agente accedió a platicar con ellos y a explicarles, bajo la condición inapelable del “si dicen que yo dije, rájome”, que no podían intervenir porque los señores del jetta eran nada menos que la escolta del secretario.
Con esa participación tan decidida en la campaña, nadie duda de que Hernández era hombre del candidato panista.
ENCUENTROS FUGACES
Si algo dejan los eventos públicos, sobre todo las inauguraciones de empresas privadas, es la posibilidad de hacer que se encuentren personajes y personalidades que en otras condiciones habrían preferido sacarse la vuelta, sobre todo cuando hay testigos del posible encuentro, y más aun si entre los testigos incómodos están los fotógrafos.
Al inaugurar ayer la tienda departamental Cimaco, el alcalde Alejandro Higuera Osuna se topó a boca de jarro con alguien conocido, muy conocido. Era nada menos que Humberto Rice García, exdelegado del IMSS, exalcalde y exjefe político de Higuera. Frescas están todavía las declaraciones de Rice en que despotrica contra el alcalde aún en funciones porque emitió un decreto que le garantizará seguridad oficial por cuenta del ayuntamiento durante los siguientes tres años, además de deslizar alginas insinuaciones sobre lo bien que le ha ido a Higuera en materia de ingresos, lo que le permitiría pagarse la vigilancia, y de paso sembrar la sospecha de ¿qué hizo, que necesita que lo cuiden?
Ya era tirante la situación entre ambos, por eso lo que se dieron cuenta pusieron atención –no todos, otros se distrajeron- al momento en que el inevitable encuentro se dio.
Civilizadamente, ambos se hicieron gestos de saludo, se dieron la mano y salieron inmediatamente en sentidos opuestos. Ni reclamos ni gruñidos; mucho menos guiños o apapachos.
Con quien sí hubo un diálogo rápido fue con el alcalde electo Carlos Felton, a quien le dijo no se sabe qué cosa, pero seguramente no fue una invitación a las oficinas, pues Higuera ya dijo que tenía que seguir recogiendo la basura, prendiendo los focos y garantizando la seguridad, lo que le impide adelantar la fecha de la entrega recepción, ateniéndose a los extremos legales, que marcan el primero de diciembre, como el punto crítico en que a más tardar debe arrancar el proceso.
En cambio Felton y Rice sí se quedaron un buen rato comentando seguramente el buen clima que ya priva, la perspectiva de que durante el fin de semana haga frío y lo cara que está ahora la gasolina. ¿O cree usted que hayan olvidado esos temas y hubiesen hablado de política? ¿O de Higuera?