*Se les olvida que el elector sí importa
*Vargas Landeros: presión para el centro
*Truena doña Silvia contra los medios
FRANCISCO CHIQUETE
Una de las críticas más frecuentes al PRI durante su regreso a Los Pinos, es que intentaría llevar a país de regreso a los tiempos en que era partido único. No ha sido así porque la realidad se ha impuesto y ha detenido intentos absurdos. Pese a ello, hay quienes siguen sin entender que los parámetros son distintos.
Parece ser el caso de Óscar Lara Aréchiga, el benjamín de los aspirantes priístas a la candidatura por el gobierno de Sinaloa. El ex secretario de Administración y Finanzas del gobierno de Sinaloa esgrime su vasta experiencia en el renglón financiero, tema que está al frente de todos los asuntos públicos, y que en Sinaloa, efectivamente, va a ser de primera importancia para los siguientes gobernantes, sean quienes sean y vengan de donde vengan.
En un tono crítico, Lara Aréchiga recuerda que al final de los dos sexenios en que fue responsable de las finanzas sinaloenses (el periodo completo de Juan Millán y cutro años con Jesús Aguilar), la deuda pública del estado quedó en dos mil trescientos millones de pesos, mientras que al terminar el turno de Mario López Valdez, se llegará a los veinte mil millones de pesos.
Todo eso hace que el también exdiputado federal, exbanquero y exsubdirector de la Conagua se sienta el cuadro más adecuado para ser candidato
Donde muestra el apego a los viejos parámetros, es cuando su análisis llega al desmentido de un punto clave: llegó tarde a la contienda.
¿Por qué tarde pregunta? al periodista Fernando Zepeda –si la decisión se va a tomar el año próximo, a finales de febrero. Además, para ganar tiempo, el aspirante ya se fue a sentar con Millán Lizárraga, con Jesús Aguilar Padilla, con Antonio Toledo Corro e incluso con su presunto contrincante Jesús Vizcarrra Calderón, está por hacerlo con Francisco Labastida Ochoa, y ya estuvo con empresarios de Culiacán, Los Mochis y Mazatlán,
Todo un trabajo de alto nivel que en otros tiempos seguramente habría sido suficiente para convertirlo de golpe y porrazo en un aspirante de muchas posibilidades.
El único problema es que en estos tiempos hay un elemento que antes no se necesitaba: el de la gente común y corriente, los ciudadanos que sin influencias y hasta sin pertenencias partidistas tienen capacidad para decidir el rumbo de una elección. Son los electores.
Esa es la respuesta que Lara Aréchiga no halla cuando pregunta ¿por qué tarde?. Tarde porque con todo y los apoyos de los exgobernadores, de los empresarios y de cuanto personaje, de aquí a febrero difícilmente podrá construir un posicionamiento público que lo meta a la competencia electoral en serio.
Eso sí: como todos los que han levantado la mano, Lara Aréchiga garantiza que de ninguna manera se brincara las trancas, que si 4s otro e elegido, trabajará para apoyarlo sin restricciones y sin propósitos de negociación para obtener alguna otra posición. Es que eso efectivamente, no ha cambiado: cuando la decisión viene del centro, no hay ni cómo alegarle.
¿ANTE HECHOS CONSUMADOS?
Precisamente por esa situación, la una decisión tomada en el centro del país, el grupo de Gerardo Vargas Landeros ha metido todo el acelerador en una actitud que una visión superficial podría considerar absurda, pero que aquí parece tener un propósito muy definido, el de colocar al centro ante hechos consumados, con un trabajo realizado y difícil de desdeñar.
Gerardo Vargas Landeros y su equipo ha hecho crecer semanalmente sus ferias de servicios institucionales, con las que le dieron al clavo, indiscutiblemente. Es una forma muy efectiva de aproximación a la gente de conseguir que los grupos de la sociedad, sobre todo los más desprotegidos, acudan a recibir apoyos muy importantes, que en términos de la burocracia establecida podrían costar mucho dinero y mucho tiempo.
A estas sesiones masivas se han sumado desayunos con los sectores productivos, especialmente aquellos que tienen una relación estrecha con el gobierno de Sinaloa, y más especialmente aquellos cuya actividad depende de decisiones que se toman en la secretaría general de gobierno. Y aunque se diga que algunos acuden por necesidad y otros por obligación, la verdad es que hay muchos cuadros que se están entusiasmando con la aventura preelectoral.
Al momento de tomar la decisión, en Los Pinos, en Gobernación, deberán tomar en cuenta el peso de esta precandidatura, pues aunque se tengan elementos suficientes como para dar un golpe de autoridad y decir “tú no vas”, se la pensará dos veces antes de desechar una movilización como la que se está consiguiendo.
Claro que de ahí a quebrar la suprema voluntad central hay un largo tramo, pero el reto es interesante.
¿LLEGO LA HORA DE LA SIERRA?
Durante muchos años se ha sabido que la Sierra Madre Occidental que delimita a los estados de Sinaloa y Durango, es zona de trasiego de drogas con áreas muy definidas controladas por el crimen organizado, y áreas recorridas por gavillas impunes. A pesar de ello es bien poco lo que se ha hecho para recuperar la tranquilidad perdida.
La influencia de estos grupos delictivos avanza cada vez más hacia los valles. Ya no es necesario remontarse a los picachos inhóspitos para conocer la influencia de los grupos delictivos. En poblados cada vez más cercanos y más grandes, las autoridades menores se encuentran sometidas a los vaivenes de la delincuencia y hasta al miedo que éstas generan.
En muchas ocasiones se ha recurrido al Ejército para hacer recorridos, para establecer campamentos, pero siempre bajo una temporalidad similar a las de operativos policíacos, registrados sobre todo después de matanzas o incursiones escandalosas.
El caso es que ahora, a raíz de las fallidas incursiones realizadas para tratar de recapturar al Chapo, se anuncian acciones permanentes, quizá para rescatar un poco de dignidad perdida con la falta de resultados y con el enojo de poblaciones enteras tras las incursiones violentas que afectaron o asustaron a la sociedad civil.
Vamos a ver cuánto tiempo aguantan el sostenimiento de los operativos.
EL ENOJO DE LOS PARIENTES
La crítica es insoportable para la mayor parte de los políticos. Incluso los señalamientos más fundamentados y elementales, son tomados como ofensas personales por quienes creen haber llegado al puesto para hacer su santa voluntad, de manera impune, sin que nadie ose hacer la menor crítica.
Y si hasta los políticos más preparados llegan a caer en eso, imagínese sus familiares, que normalmente son ajenos a los ritmos y vaivenes de la vida pública.
Uno de los ejemplos más notorios de esto es el de Paulina Peña Pretelini, hija de Enrique Peña Nieto, quien durante la campaña electoral reventó ante la presión y respondió a las críticas contra su padre con un twitt en que saludaba a “toda la bola de pendejos que forman parte de a prole y sólo critican a quien envidian”..
Pee a lo escandaloso que fue el asunto, muchos otros familiares de políticos y funcionarios han incurrido en expresiones dictadas por el enojo y la desorientación.
Acaba de ocurrir en Mazatlán, con la esposa del alcalde Carlos Eduardo Felton González, doña Silvia Treviño, quien en entrevista con la reportera Janeth Bañuelos, de Cafenegro Portal, dijo que a su marido lo trata mal la presa porque no les da dinero.
No cabe en la señora Treviño la posibilidad de que la crítica provenga de análisis serios con los que tiene derecho a no estar de acuerdo, pero tampoco puede descalificar nomás porque sí o porque le irrita lo que le digan.
Nadie puede ni quiere negar que la corrupción existe en el gremio periodístico, pero en este caso, es evidentemente más sencillo recurrir a la descalificación que asumir las fallas o algunas de las fallas que se le señalan.
Claro que Paulina Peña era en su momento una adolescente, mientras que doña Silvia es una señora con una trayectoria importante, que ya formó parte del Poder Legislativo, que ha empujado la carrera de Felton por años y años y que además parece llamada a ser de nuevo diputada local (plurinominal) y que ha expresado sus aspiraciones de ser alcaldesa. ¿Es así como concibe la relación funcionario-medios?
Al final estos familiares enojados, como la señora Felton, terminan generando mayores problemas de los que resuelven, aunque eso sí, nadie les puede negar el derecho de expresar lo que piensan y sienten. La pregunta es ¿cómo lo habría tomado su esposo?