*¡Cuidado! Las zonas pesqueras son muy explosivas
*Malova respalda a EPN, pero aclara: no son su palero
*Candidatos independientes: ¿deben ir sin condiciones?
FRANCISCO CHIQUETE
Durante los últimos años, la Conapesca ha logrado sortear los problemas del sector ribereño, gracias sobre todo a fenómenos que generaron buenos precios en una temporada, buena producción en otra, ambas cosas en una más, amén de un trato oportuno y directo de los asuntos coyunturales, pero en esta temporada la suerte parece haber acabado.
En todos los esteros la producción es baja y las perspectivas son peores. Hay quienes se autovedaron antes de empezar, y otros que se dieron plazos ínfimos esperando un milagro cuyo cumplimento no está en manos de alguien o de alguna institución.
Es cierto que hasta en los llamados buenos tiempos recientes, las condiciones eran malas para los pescadores, pero hubo dinero, hubo modo de sacar adelante a las familias y a algunos de los compromisos individuales o gremiales. Ahora en cambio no parece haber posibilidades de tener siquiera un arranque decoroso en las capturas.
Esto es malo en todos sentidos. Los campos pesqueros son de los más atrasados económicamente en la entidad. Las necesidades son muchas y se convierten en malas consejeras, agudizan las tensiones y pueden llegar a provocar enfrentamientos.
Cada vez que la pesca de aguas interiores es mala, los ribereños son empujados hacia las capturas de altamar, aunque sepan que con ello se colocan fuera de la ley. Ya se produjeron situaciones en que esa misma necesidad llevó a jóvenes a lanzarse a la pesca donde no les correspondía y a marinos a disparar contra ellos. Al menos en un caso hubo pérdida de vida.
Lo grave es que en esta ocasión las perspectivas también son malas para altamar. La población camaronera es baja y dispersa, ya sea por las consecuencias del cambio climático, ya por la nula vigilancia de las zonas de reproducción, como acredita el hecho de que por las calles de Mazatlán todo el año hubo venta ambulante de camarón de estero, por supuesto pequeño y de bajo precio, pero que servía ara satisfacer las necesidades de ingreso inmediato, al costo de dejar hoy a los pobladores de los mismos sitios en que se capturaban, sin el recurso más importante del año.
El comisionado Mario Aguilar ha hecho esfuerzos importantes en su desempeño personal frente a los problemas específicos de las pesquerías, pero como se advierte no es suficiente una buena actitud y un buen propósito. Si no hay recursos para la vigilancia no se puede hacer nada. Si no hay dinero para regenerar las lagunas con dragados y otros programas sustentables, la pesca va de nuevo al fracaso.
La semana pasada el diputado Germán Escobar Manjarrez se comprometió a obtener recursos suficientes para dragar todos los esteros de la entidad y hacer que la pesca recupere su esplendor. Como buen deseo es inmejorable, pero como compromiso ante una realidad tan adversa, puede darse desde ya como incumplido.
Durante muchos años se han hecho asignaciones de recursos para dragado, que finamente no se cumplen porque en cada atorón económico del gobierno, la pesca es lo primero que pasa por el recorte. Si hoy estamos hablando de una baja presupuestal de proporciones escandalosas, que afecta incuso a la educación y los programas de seguridad (antes intocables), con más razón vamos a encontrar dificultades para ver aprobados los presupuestos de dragado en lagunas y esteros, que por cierto no son cantidades pequeñas ni medianas. Son verdaderas millonadas.
Henos aquí otra vez ante las consecuencias de un abandono sistemático a la actividad pesquera. En el centro del país por desgracia, siguen pensando que los camarones son importantes sólo para el coctail de semana santa y los atunes, adecuados para rellenar las despensas de los acarreados o de los clientes de los programas contra la pobreza.
¿UNA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA? ¡NO!
POR EL CONTRARIO, UNA DE APOYO ABSOLUTO
No es nada frecuente escuchar a un gobernador, así sea de oposición, diciendo a los empresarios “Yo no soy palero de Peña”, pero así lo dijo Mario López Valdez precisamente ante empresarios reunidos con Nafin en un taller sobre negocios familiares.
No se trataba de pintar la raya, sino de darle más valor a la defensa de las reformas estructurales, especialmente a una que resultó particuarmente molesta para millones de mexicanos, y sobre todo para los empresarios: la reforma fiscal.
López Valdez les hizo una rápida explicación de los resultados de esta reforma, desde la captación de recursos para sustituir a los ingresos petroleros que ya no tenemos, hasta la incorporación de nueve o diez millones de mexicanos al padrón de causantes, en respuesta a la exigencia de que ya no fuesen los mismos los que soportaban siempre la carga fiscal.
El discurso por supuesto, fue tratado primero con reservas, con una actitud sombría y hasta hosca de parte de los hombres del dinero, quienes poco a poco fueron entrando a la onda del discurso de Malova, que es muy efectivo cuando se trata de convencer a la gente, de hacerle llegar una posición (más que una idea).
Al final le aplaudieron, le reconocieron y convivieron con él, aunque por supuesto, está difícil pensar que se quedaron satisfechos respecto de la reforma fiscal.
En el fondo el discurso de Malova está destinado a respaldar al presidente, a intentar modificar el ánimo contestatario y de enojo que existe. Pero también está buscando construir una mejor relación con el mandatario nacional, sabedor de que a la hora de a hora, será la opinión de él la que cuente para determinar quién buscará por el PRI la candidatura al gobierno de Sinaloa.
Malova se ha mantenido fuera de los partidos políticos y ha tratado de sostener los lazos de relación con cada uno de ellos, especialmente los que participaron en la alianza que los llevó al poder, pero también entendió que con el PRI garantizaba la gobernabilidad del estado y podía desarrollar sus proyectos, pues aun en la derrota, el tricolor fue siempre la fracción más importante de la Cámara de Diputados (en la actual legislatura recuperó la mayoría simple) y dispone además de los elementos para facilitar el tránsito de los asuntos, sobre todo desde que recobró la Presidencia de la República, de modo que no puede ignorar la importancia de ese partido en su relevo.
Por eso es que Peña Nieto efectivamente, tiene en el gobernador sinaloense a un soldado que defiende las posiciones y proyectos presidenciales, aun los que resultan tan controvertidos como la reforma fiscal, sobre todo cuando se las está platicando a los empresarios.
¿INDEPENDIENTES
SIN CONDICIONES?
El abuso de los partidos políticos ha llevado a sectores de la sociedad a pensar en que los candidatos independientes serían una salida digna, adecuada y suficiente para romper el monopolio partidista que ha permitido que e enquisten castas y grupos cerrados, ajenos a la comunidad que dicen representar.
Caro que cuando el ciudadano ve que los primeros candidatos independientes son políticos reciclados de los mismos partidos que está detestando, tiende a la desilusión, pero mantiene la idea de que no hay por lo pronto una vía más atractiva.
Ayer el presidente del PAS, Héctor Melesio Cuen Ojeda, advertía contra lo que llamó el engaño de Clouthier, porque dice, está proponiendo lo que prácticamente ya está hecho en todos los estados, aunque quiere que le quiten los condicionamientos.
En Sinaloa, dice, lo que llama el candado fue pedir firmas ciudadanas por un dos por ciento del padrón electoral y le parece mucho. “Si alguien no puede conseguir cuarenta mil firmas, quiere decir que tampoco puede ganar la elección, entonces para qué quiere participar?
No es sólo Clouthier quien exige “emparejar el piso para la competencia”. También el aún secretario de Educación Pública y Cultura, Francisco Frías Castro, habló ayer para exigir qu se quiten los candados.
Todos detestamos a los partidos (bueno, no todos. Sus integrantes, y sobre todo las camarillas dominantes, los adoran), pero crear candidaturas de privilegio, en las que sólo basta con desearlo para competir formalmente, aunque sólo sea por hambre de notoriedad, puede ser otro exceso. Después de todo a los partidos se les exige el respaldo de un tres por ciento de los votos para mantener el registro.