*El avión que nomás vino a traer broncas
*Jaloneos entre futuros colaboradores de CF
*El síndrome de los expresidentes mexicanos
FRANCISCO CHIQUETE
Hay operaciones que nacen con mal fario, a pesar de que se les estudie y se les encuentre atractivas y positivas.
Es el caso del avión falcon 1986, adquirido a principios del gobierno de Mario López Valdez, bajo la explicación de que el anterior estaba en malas condiciones. Lo estaba, en efecto. El gobernador saliente, Jesús Aguilar Padilla dejó de usarlo mucho tiempo antes de terminar su gobierno, advertido sobre los muchos riesgos que implicaba su uso y los altos costos que habrían representado las tareas de reparación.
Pese a tener razón en sus explicaciones, Malova fue criticado fuertemente debido a que su primera gran decisión como gobernador se orientó a una compra de esa naturaleza. Todos sabían que el gobierno estatal necesitaba un avión, que había tenido esas naves desde Alfonso Genaro Calderón Velarde, por lo menos y que Antonio Toledo Corro hizo una compra similar, con una diferencia: el gobernador fue el comprador y el ciudadano Toledo Corro fue el vendedor. Se trataba de El Ranchero IV.
El equipo de Malova adquirió el avión en Estados Unidos, para sustituir al que había quedado desde los tiempos de Francisco Labastida Ochoa, porque ni Renato Vega Alvarado ni Juan Sigfrido Millán Lizárraga ni Jesús Alberto Aguilar Padilla se interesaron por una operación de ese tipo.
Por si fuera insuficiente el escándalo por la compra, ocurrió que el avión salió malo. Entonces el gobierno sinaloense se vio en la situación difícil de pagar por el resguardo del avión viejo, que no se podía vender, y también por el “nuevo”, que pasaba más tiempo en el taller que en operaciones.
Finalmente, en una condición financiera muy difícil, el gobernador ha decidido deshacerse de ese Falcon 86, vendiéndolo, pero con una mala táctica: lo pone en venta revelando los defectos de la aeronave, lo que contradice aquel viejo consejo árabe: “no hables mal de tu camello harbano”, decía el vendedor original al comprador -¿cómo no, si ese animal que me vendiste no sirve para nada? –no hables mal de tu camello harbano, porque tú así no lo podrás vender”.
La crisis es severa y Malova la ha asumido en serio. Apenas un día antes había suspendido el acto público del informe anual de labores. Aun cuando se utilicen locales propios, como el Teatro Pablo de Villavicencio, y se utilice al personal de base de la oficina del gobernador, hay gastos de invitados, de ejemplares del informe regalados a la asistencia, adecuación y ornamentación del local, movilización de los invitados, suspensión de labores en la mayor parte de las oficinas de primer nivel, en fin, costos que parecerían imperceptibles, pero que a fin de cuentas, acumulados, ya pesan de manera importante.
Después de eso, el gobernador anuncia que en lo sucesivo viajará en líneas comerciales, con lo que ahorrará en la operación de la nave. Seguramente no faltará el caso en que necesite movilizarse de inmediato y la falta de una aeronave resulte una limitante. La vida de un ejecutivo de esos niveles, en los tiempos actuales, difícilmente se puede sujetar de manera permanente a rutas y horarios fijados de manera standard, pero en general eso no lo detendrá ni deberá detener la marcha de su gobierno.
En todo caso, nos viene a la memoria el caso de uno de los más exitosos empresarios hoteleros de Mazatlán, cuyos altos vuelos lo llevaron precisamente a comprar un avión para atender la cadena que manejaba y estar en contacto inmediato con las plazas donde le comercializan sus hoteles. Vino la crisis y hubo necesidad de apretarse el cinturón. Con el avance de la hebilla se fue el avión y vinieron los vuelos comerciales. Recibido en autos de lujo por personal uniformado, el empresario lamentaba su suerte al bajarse del avión de línea: ¡Chingado! ¡qué chinga es ser pobre…!
¿Y A COMO LOS ELOTES?
FELTONISTAS EN SU SALSA
Desde el mes de julio, el alcalde electo Carlos Felton ha evadido el tema del gabinete, y no sólo ante los medios, a cuyos representantes dice un día sí y el otro también, que no tiene nada definido. Por lo menos hasta hace unas semanas eso era enteramente cierto, pero hay quienes dicen que ya tiene decididas varias áreas, aunque no ha hablado con ninguno de los elegidos para revelarle destinos ni mucho menos para revelar equipos de cada área.
Por un lado Felton prefiere no hacer polvo para que los afortunados no sean objeto de golpeteos. Aunque hay puestos claves como la tesorería, donde ya se tienen muy perfilados los personajes, es preferible no dejar que los golpeen, ni los de fuera, que tendrían interés en ponerle piedras al nuevo equipo, ni los de dentro, que preferirían abrirle paso a algún compañero de grupo o de corriente.
A pesar de los cuidados, no han faltado comentarios y rumores por la presencia de un superasesor al que ya se atribuyen poderes especiales incluso por encima del que pueden llegar a tener los amigos más cercanos del alcalde electo, de quien se dice que sigue prácticamente a ciegas cada uno de los consejos que le dé tan importante colaborador.
Los hay que comentan esta situación con admiración por la cercanía, el poder y la influencia que este hombre ejerce y va a ejercer durante los próximos tres años (sin olvidar los dos meses y fracción que todavía faltan para la toma de posesión). En contrapartida, por supuesto, también hay quienes ya murmuran sobre los excesos de esa cercanía, que, auguran, va a generar muchos, pero muchos problemas al gobierno y al alcalde.
Pero no es todo. También empiezan a aflorar los celos de los elementos cercanos, los que están con Felton desde hace años, los que pasaron las dificultades de candidaturas obtenidas y campañas alcanzadas a costa de severos enfrentamientos con el todavía alcalde Alejandro Higuera Osuna. No han faltado las expresiones de descontento y hasta los comentarios velados como reclamo a quienes llegaron después, con las manos limpias para acercarse a quien ya preveían ganador de la elección.
No es una característica especial para los miembros e este equipo. En todos los que se van sucediendo afloran los celos, las inconformidades y hasta las broncas, que en este caso no han estallado.
¡Ah! Hay otra preocupación: la desbandada de la desilusión, porque al paso que van, con lo amarrados que se están poniendo muchos de los actuales empleados y funcionarios, los puestos no van a alcanzar para todos los merodeadores, aunque a ninguno se les ha prometido nada.
EXPRESIDENTES:
A TORO PASADO
Los presidentes mexicanos han sido más bien timoratos a la hora de tomar decisiones trascendentes. Aún personajes que pasaban por radicales como Luis Echeverría Álvarez o extraviados, como José López Portillo, prefirieron irse por el camino de la lógica tradicional cuando empezaban las cuestiones de alto nivel.
Curiosamente, los más recientes exmandatarios esperaron a dejar el poder para enfrentar situaciones que ameritaban audacia, amplitud de miras y mucho valor.
Ernesto Zedillo Ponce de León, con quien terminó la invencibilidad priísta, fue el más obediente seguidor de la ortodoxia financiera y administrativa. Nada hizo que pusiera en riesgo la marcha tradicional del gobierno a su cargo, ni siquiera en un sentido superficial. Y eso que es identificado como parte de la generación del 68, de los que fueron perseguidos y golpeados por la policía, aunque no haya llegado a tener preeminencia ni participación directa en las movilizaciones sociales de aquel año.
Con todo y eso, años después de dejar la Presidencia de la República, se convirtió en promotor de la liberación de las drogas, cuando su gobierno no hizo ni el menor intento de cambiar la estrategia, ya desde entonces fallida, de combatirlas a sangre, fuego y corrupción.
También su sucesor, el panista Vicente Fox Quezada, lenguaraz como nadie, se apoyó fuertemente en el Ejército para enfrentar la violencia ya creciente que generaban los enfrentamientos entre cárteles de la droga. Como Zedillo, temblaba de ira y miedo cuando alguien hablaba de legalización, identificando los métodos de siempre con la legalidad sacrosanta e inviolable.
Hoy sin embargo, no sólo pregona que la mariguana debe ser liberada, sino que anuncia su disposición para participar en el cultivo, venta y exportación de mariguana, a la que ve como “una ventana de oportunidad” no sólo para enfriar el asunto de la violencia, sino para resolver problemas económicos de aquella gente que siempre no alcanzó ni bocho ni changarros prometidos durante su sexenio.
Felipe de Jesús Calderón Hinojosa no ha cambiado de idea. Su novedad es que tras seis años de plegarse incondicionalmente a todos lo que dijo Estados Unidos, hoy protesta y exige una protesta nacional porque lo espiaron cuando estaba en la Presidencia, cuando su gobierno permitió operaciones sin precedentes en el asunto de las drogas, sin immutarse por el uso del cielo mexicano, por el manejo de agentes y hasta por el tráfico ilegal de armas en aquella fallida operación del gobierno estadunidense.
No cabe duda que la pérdida del poder ocasiona alteraciones en los comportamientos.