*Heriberto pide abrir paso a la vejez
*Amenaza de los cruceros turísticos
*Mal también transportistas de carga
FRANCISCO CHIQUETE
Entre broma y veras, lo que Heriberto Galindo acaba de pedir por el norte del estado es que los dejen ganar la candidatura del PRI al gobierno de Sinaloa, “por derecho de antigüedad”. Los otros aspirantes todavía andan en los cincuentas, todavía pueden esperar, nosotros los sesentones ya no, dijo a los reporteros.
El único argumento capaz de superar este jocoso-serio planteamiento, es el que utilizó Porfirio Muñoz Ledo en la campaña electoral por la gubernatura de Guanajuato, cuando contendió contra Vicente Fox Quezada y Ramón Aguirre Bernal. Cuando lo impugnaron por no ser nacido en Guanajuato, ni estar avecindado en la entidad, sostuvo que su registro era viable bajo la óptica del ius sanguinis, es decir, el derecho de sangre que permite a las personas obtener la nacionalidad de sus ascendientes, a pesar de haber nacido en otro país.
Porfirio contendió bajo esa extravagante interpretación, gracias a que al gobierno de Carlos Salinas de Gortari no le convenía rechazar la participación de la izquierda, estando tan cercano el fraude electoral de 1988, que le permitió acceder a la Presidencia de la República.
Heriberto Galindo Quiñones, por supuesto, espera que de prosperar su propuesta del ius senectute, no se produzca el mismo final que tuvo Porfirio Muñoz Ledo, quien ya no repitió candidatura cuando Fox regresó y ganó el estado.
De acuerdo con las cuentas que saca, él es el chamaco de los senectos, pues apenas anda en 64 años, mientras que Aarón Irízar tiene 65, David López tiene 66 y Enrique Jackson Ramírez cumplirá 70 en diciembre. En cambio Diva Hadamira, Daniel Amador y Gerardo Vargas todavía andan en la cincuentena (aunque Amador ya araña los sesenta).
Pero lo verdaderamente revelador de sus declaraciones es su insistencia en que se respete la decisión de Jesús Vizcarra, quien en varias ocasiones ha aseverado que nmo tiene interés en participar. Nomás que del respeto, Galindo pasa a la enumeración abstracta de los obstáculos que se le interponen al reconocido empresario ganadero y hasta advierte sobre los negativos, que contrapuestos a los buenos resultados de las encuestas, podrían afectar al propio Vizcarra.
Por razones naturales, todos los que aspiran o están alineados en uno de los grupos de quienes aspiran a la candidatura priísta en el 2016, insisten en eliminar a Jesús Vizcarra por sus declaraciones o por sus negativas a hacer declaraciones tajantes en cuanto a su posible participación. No les basta el ya célebre “nunca digas nunca” con que hizo pedazos cuatro o cinco cuartillas de argumentaciones a lo largo de la entrevista con el periódico Milenio.
El caso es que las cosas se ponen cada día más calientes en un partido que no quiere obedecer a su dirigente nacional, César Camacho, aquel que descubrió un principio más importante e impactante que el de Pitágoras. Camacho ni siquiera necesitó decir “Eureka” cuando determinó que “el 2015 está primero que el 2016. El mundo de la aritmética nunca volvió a ser el mismo, pero el de la política sinaloense siguió exactamente igual.
LOS CRUCEROS HACEN UNA
PRIMERA LLAMADA, PRIMERA
El show de los bloqueos entre transportistas ya tuvo su primer resultado. De acuerdo con el alcalde Carlos Felton Gonzáles, ya hicieron su advertencia: o se arreglan, o nos vamos.
Los líderes taxistas no han escuchado aquella vieja canción de Alberto Cortez: “ay que vivos son los ejecutivos ay que vivos que son/ del sillón al avión, del avión al salón/ del harem al edén, siempre tienen la razón/ y además tienen la sartén/ la sartén por el mango y el mango también.
Todavía andan por ahí exigiendo su derecho al trabajo, a la sobrevivencia, a la igualdad de oportunidades, cuando buena parte de lo que se mueve en derredor de los cruceros va concesionado, negociado o contratado con las empresas de los barcos.
Por lo demás, con todo lo injusto que eso sea, saben o debe saber que son muy sentidos, y que no pueden permitir que un negocio tan minuciosamente organizado, deje de funcionar como la maquinita de relojería que es. Ya se fueron una vez porque consideraron insuficientes las garantías que el gobierno les ofreció en 2011, y no regresaron cuando se les demostró que las condiciones ya habían cambiado, sino cuando sus tiempos financieros les dijeron que era hora de volver.
Por eso las autoridades se movilizaron tan intensamente para conseguir la firma de un convenio que evite el nuevo desaguisado de un retiro como el que ya vivimos, y que fue ostensiblemente costoso para toda la ciudad. Todavía hay por la zona dorada locales solos porque las empresas que ahí operaban no resistieron la ausencia de los cruceros. Los propios taxistas saben que incluso con las limitaciones actuales, la ausencia de los cruceros les reduce drásticamente el ingreso.
Por supuesto, hay gandallas que se meten como la humedad y aprovechándose de esa situación terminan por quedarse con la parte del león de un trabajo cuya naturaleza pareciera garantizar la derrama en beneficio de todos. Contra ellos nunca hay la menor molestia. Ni siquiera el más leve roce con el pétalo de un oficio. La burocracia también está domesticada.
TIEMPOS MALOS PARA ESE GREMIO
A los transportistas en general les está yendo mal. Los empresarios de la construcción de todo el estado, con el respaldo de la iniciativa privada en general y de no pocos funcionarios públicos, presionan por un cambio en la Ley del Transporte Público, de modo que se eliminen las condiciones legales que garantizan la participación del sector social en el acarreo de materiales para construcción.
La búsqueda de los empresarios es que el trabajo de ese renglón sea sólo para ellos y entre ellos, desplazando a familias que por décadas han prestado el servicio. Hablan de la libertad económica y de la modernidad, de que no son tiempos de proteccionismo, pero cuando vienen empresas grandes a quedarse solas con las obras importantes, claman por la protección gubernamental para ellos, bajo el escudo de los empleos que generan.
Por supuesto, ellos están en su derecho de buscar mayores utilidades, lo que extraña es la actitud pasiva de los dirigentes del gremio: ni Miguel Luna Ley, de la CTM, ni Miguel Loaiza, de la CNOP, han mostrado una estrategia de defensa que vea por los derechos de sus representados. Quizá les interesen más las relaciones políticas, las canonjías de representaciones que no necesitan refrendos, sino que están ahí desde hace lustros, cuando una coyuntura política las depositó en sus manos.