EN LA GRILLA

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*Aspirantes se ponen en riesgo: G. Vargas

*¿Qué pasaría si de veras se van los cuatro?

*Higuera llevó papeles que Felton no halló

 

FRANCISCO CHIQUETE

 

Por un momento pongámonos a imaginar qué ocurriría si los cuatro secretarios involucrados en el destape de Martha Tamayo se pusieran dignos, le tomaran la palabra al secretario general de gobierno y renunciaban a los cargos que actualmente ostentan. Sería una crisis política de niveles mayores que marcaría al propio gobierno, por encima de los logros o resúmenes de cualquiera otra índole al terminar el sexenio.

Por supuesto, de dentro dirán que no, que se trata de un gobierno consolidad al que no le hace falta ningún personaje en particular, como no sea el propio gobernador. Que hay con quiénes sustituirlos y seguir generando los consensos necesarios para la operación política en general, y para la administración de cada una de las áreas.

Pero reaccionar conforme a la corriente para aparecer como estrictos y de mano pesada puede generar costos no previstos.

El secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros, declaró ayer que si los cuatro secretarios aludidos por la dirigente estatal del PRI siguen haciendo públicas sus aspiraciones de carácter político –electoral- corren el riesgo de perder sus puestos.

El propio funcionario reconoce que sus compañeros de gabinete tienen derecho y libertad para buscar las posiciones que consideren necesarias dentro de sus partidos políticos, pero advirtió que no se puede contaminar la administración pública con las aspiraciones políticas personales, por lo que deben analizar bien las cosas y no seguir haciendo públicas sus aspiraciones.

En realidad hasta este momento ninguno de ellos ha declarado públicamente que anda en busca de una candidatura, aunque todos sepamos que se queman por ella. Por el contrario, Francisco Frías Castro acababa de declarar que no la anda buscando, aunque reconocía que si se le presentaba la ocasión, la tomaría de buen grado.

Juan Ernesto Millán Piestch dice que ni siquiera le ha planteado a Martha Tamayo aspiración alguna y que sólo ha tenido con ella encuentros ocasionales, no de acuerdo político. Todo esto por supuesto, dentro de los términos a que obliga la cortesía política, la subordinación hacia la dirigencia y la necesidad de no cerrarse las puertas.

Ni Aarón Rivas ni Karim Pechir Espinoza de los Monteros han reaccionado ante este aironazo, que por cierto trae al dirigente estatal del PAN con la lengua suelta y las declaraciones a la orden del día, ante quien lo oiga y también ante los que no.

¿Qué implicaría una salida masiva de secretarios obedientes a la advertencia de Gerardo Vargas, a quien se le atribuye incluso la aseveración de que les dio a los cuatro sin máscara un ultimátum para que no incurran en calenturas adelantadas?

Uno de los grandes aciertos en el gabinete ha sido el doctor Francisco Frías Castro, por su trayectoria y el reconocimiento de todos los grupos políticos, amén de las relaciones con varias corrientes tricolores del centro del país. ¿Es lógico, por más consolidado que esté hoy el gobierno, deshacerse de alguien así en forma tan poco ortodoxa, por declaraciones de terceros?

¿Qué decir de una salida intempestiva de Juan Ernesto Millán Piestch? Aunque es un funcionario con sus años a cuestas, es imposible desligarlo de su padre, el exgobernador Juan Sigfrido Millán Lizárraga, reconocido como uno de los artífices del fenómeno malovista y reconocido por el propio gobernador como “padre político”. ¿Es cosa de decirle “comes y te vas”?

Por supuesto que ni Millán Piestch ni Millán Lizárraga harían una tarea de zapa ni llegarían a un rompimiento brusco con Malova y su gobierno, pero el mensaje político, tanto dentro como fuera del PRI, sería fuerte y no precisamente favorable, elemento que además podría irse acumulando para el periodo de salida, que siempre es difícil.

Aarón Rivas Loaiza ha sido evidentemente el proyecto de Malova, y no sólo para la Cámara. Ha militado en otros grupos políticos, pero desde el Congreso del Estado se convirtió en un factor importante para suavizar la actitud de una bancada priísta que todavía resentía mucho el impacto de la derrota electoral.

Karim Pechir es el elemento más débil de los cuatro. Aunque ha sido apoyado por Juan Sigfrido Millán, es el único de la cuarteta que sí necesitaría seguir como secretario para mantener aspiraciones en un distrito –el sexto- que además de una competencia muy intensa, presenta la complicación –para los aspirantes- de una posible alianza con el PAS, concretada con la incorporación de un pasista como Víctor Antonio Corrales Burgueño, precisamente en esa demarcación.

Hasta imaginárselo es difícil. Los políticos priístas tienen en la sangre la disciplina y el acatamiento, pero un sorpresivo ataque de dignidad y de independencia podría constituir un golpe político de primer nivel.

Por lo pronto Millán Piestch ya respondió colocando las cosas en el nivel que a él le parece aceptable: “es algo que tendría que hablar con el gobernador y hacer con el permiso suyo”, dijo respecto de las pretendidas aspiraciones que podrían dejarlo fuera del gabinete, según las advertencias del secretario general de gobierno.

Todo este panorama hace que aun con la lejanía de una rebelión de ese tamaño, llegue uno a la conclusión de que esta tarea de comisario político tiene sus bemoles. Da espacio para hacer declaraciones tronantes y lucidoras, pero también coloca ante el riesgo no controlable, de que un día el castigo divino llegue envuelto en papel de regalo, cumpliendo deseos que más valdría no haber expresado nunca.

CAJAS Y CAJAS DE

PAPELES VIEJOS

Después de filtrados los resultados de la revisión a las cuentas públicas, pero antes de elaborarse los dictámenes de la Comisión de Fiscalización del Congreso del Estado, los vericuetos de la propia Cámara fueron visitados y recorridos en varias ocasiones por el exalcalde Alejandro Higuera Osuna, quien en cada ocasión aportaba cajas y cajas de documentos con los que ha tratado de probar que en el segundo semestre de du tercera administración no pasaba nada y que no hay razón alguna para rechazarle el trámite.

En los grupos panistas del municipio se ve con extrañeza la aparición de esos documentos porque aquí, se asegura, no han encontrado absolutamente nada.

No nos hicieron entrega de nada, hasta los últimos días fue cuando nos dejaron entrar y no recibimos la información necesaria”, dijo el alcalde Carlos Felton cuando le pidieron una opinión sobre las irregularidades que habían trascendido, sobre todo un pago de más de treinta y cinco millones de pesos por unos trabajos de dragado que no tuvieron sustento comprobatorio.

Después se sabría que hubo otro pago por sesenta y tantos millones, bajo las mismas condiciones y atribuido a la misma obra.

Al parecer las cajas surtieron efecto, pues el dictamen apareció favorable a la calificación. Las agarraderas del Diablo Azul siguen siendo suficientes para eso y quizá para un poquito más, por lo visto, sólo que ello no evita que haya una advertencia: el asunto del dragado seguirá bajo investigación, y los bonos entregados por el exalcalde tendrán que ser regresados. Como se trata de un caso generalizado en los ayuntamientos sinaloenses, se ha llegado a la conclusión de que el retorno del dinero debe provenir de los regidores y exalcaldes, pero también hay algún grado de responsabilidad por las que no van a regresar. En el caso de Mazatlán, por ejemplo cómo puede usted hacer que los policías, que viven al día, a pesar de la leyenda negra que existe en torno suyo, regresen un dinero que en diciembre les cayó de perlas? Nada había que obligase a Higuera a hacerles una bonificación “por buenos resultados”, no lo marca ni un contrato, ni el reglamento de operaciones de la corporación, pero el exmunícipe se sintió abierto y generoso, al fin que el dinero era del gobierno que encabezó, y no de su bolsa personal. Además, mejor regalarlo entre los colaboradores, que entregárselo a la siguiente administración, es decir, a Felton.

Estas investigaciones y estas devoluciones serán lo que permita medio lavar la cara a un Congreso que prometía tanto y a la hora de la hora cedió ante los acuerdos, porque los propios panistas reconocen que “el ingeniero –Solano- se fajó fuerte para que no empinaran a Saúl Rubio, porque si no salía Sinaloa Municipio, tampoco salía Guasave”, aunque ellos mismos reconocen que esa era una buena oportunidad para sacudirse a alguien que si en su momento aportó votos, hoy no gana “ni una rifa echada”.