*Carrera de priístas por el sexto distrito
*Posible, un acuerdo entre PRI y PAS
*Bajan expectativas, pero se dicen exitosos
FRANCISCO CHIQUETE
Desde hace meses, dos personajes se disputan la posibilidad de alcanzar la candidatura priísta a diputado federal por el sexto distrito. Se trata de Germán Escobar Manjarrez, dirigente estatal de la CNC, y del actual secretario de innovación gubernamental, Karim Pechir Espinoza de los Monteros. El primero originario del municipio de Elota, donde ya fue alcalde; el segundo de Rosario, donde acaba de recibir un espaldarazo del gobernador Mario López Valdez.
Si el año pasado ventilar aspiraciones electorales era pecado capital para los miembros del gabinete (los dos secretarios de desarrollo económico previos se fueron precisamente por eso, y ni Eduardo Ortiz ganó la alcaldía de Culiacán, ni Roberto Cruz alcanzó a ver los albores de la lucha por la gubernatura, en la que dijo tener deseos de participar.
Hoy todos ellos parecen tener orden de bateo libre, para tratar de posicionarse y estar en condiciones de competir, a condición de que al final, sea cual sea el resultado, se disciplinen ante “la decisión que tome el partido”.
Por eso hemos visto que Karim Pechir se la lleva en Mazatlán, inaugurando foros municipales; que va a Escuinapa con motivo de las fiestas de Las Cabras sin tener algo qué hacer ahí (es cierto que el secretario general de gobierno también estuvo ahí, pero lo hizo por el operativo de seguridad y sobre todo, si llega a aspirar a una diputación, no sería por el sexto distrito): ayer domingo estuvo en el municipio de San Ignacio, con la urgencia de entregar un Centro de Inclusión Digital en Estación Dimas.
Por eso mismo, Escobar Manjarrez ha estado permanentemente visitando los municipios del sur, donde la organización cenecista es menos fuerte, y donde hay menos problemas con los maiceros y los frijoleros, aunque en efecto, es donde hay mayor necesidad de apoyos para los campesinos, que viven en condiciones muy limitadas en relación a sus colegas del centro y norte del estado.
Parecía que iba solos, cuando apareció Daniel Amador para meter en la pelea otros dos nombres: Eligio Medina y Jorge Abel López Sánchez. Eligio, del gallinero de Amador, no pinta en realidad. Su desempeño como alcalde de Concordia fue menos que discreto. Aunque el sexto distrito es considerado como un coto de la sección 53 del SNTE (lo han detentado el propio Daniel Amador y su familiar político Germán Contreras), pero es obvio que en esta ocasión el senador sinaloense apostará por Germán Escobar, con quien tiene una alianza política en su propio municipio (también es elotense). La verdadera novedad fue su inclusión de Jorge Abel López Sánchez, de quien se había pensado que la quería por el octavo distrito, pero en efecto, le sería mucho más cómodo pelear el sexto, aunque la parte urbana de Mazatlán sigue siendo fundamental para el resultado.
López Sánchez es parte del proyecto David López-Heriberto Galindo. Aunque no cuenta con simpatías en el tercer piso, podría colarse en la negociación global del cuadro de candidaturas, lo que le permitiría sacarle la vuelta al octavo distrito y sobre todo al nuevo coco de los políticos priístas: la equidad de género, que les está generando cada vez más dificultades. Y si en Mazatlán ese es un asunto serio, en Culiacán las cosas andan del cocol, pues hay por lo menos seis mujeres en condiciones de alta competitividad y otros seis u ocho varones que en otras condiciones se irían en automático.
Por cierto que estas expresiones de destapes y autodestapes, tienen enojados a los panistas, quienes ya hicieron una denuncia formal ante el Consejo Estatal Electoral. Por supuesto que no sólo es el enojo. El PAN tiene también la proyección que no le da su juego de aspirantes porque no se ve nada claro y quienes tienen intenciones de salir a la palestra, prefieren hacerlo con tranquilidad, para que no los contamine la lucha interna que acaba de pasar, pero que todavía tiene efectos entre los grupos blanquiazules.
¿Y SI SE ALCANZA
EL ACUERDO?
El caso con los priístas es que todo mundo saca sus cuentas, pero prefieren no ver que hay un posible acuerdo, perfilándose entre los partidos Revolucionario Institucional, y Sinaloense.
Desde hace tiempo el PAS analiza con qué partido hacer alianza para participar en la elección federal. Como se trata de un partido con registro local, debe hacer un convenio y trabajar bajo el logotipo del partido que tiene registro federal.
Por supuesto, hacer un acuerdo para la elección federal, deja abierta la puerta para un acuerdo en la elección local. El dirigente del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuen Ojeda, ha declarado en repetidas ocasiones que está listo para ser candidato a gobernador, pero que no se obsesiona con esa idea, sino que va a analizar las perspectivas, y si no le ve futuro, la organización podría llegar a un acuerdo.
En estos momentos, el que tiene mayores perspectivas de triunfo es el PRI, que sin embargo necesita allegarse todos los apoyos posibles, y obviamente que cuando alguien busca una alianza, es para ganar, aunque en este caso todavía faltan muchos elementos qué ponderar.
El caso es que ya hay quienes consideran que la apuesta de Cuen Ojeda irá por un acuerdo con el PRI para las federales, por lo pronto, y que el mejor punto es obtener la candidatura por el sexto distrito, donde el aspirante sería nada menos que el reciente exrector Víctor Antonio Corrales Burgueño, quien encajaría legalmente en esa demarcación por ser originario de Cosalá.
EL MANEJO DE LA ECONOMÍA: BAJA
POR SEGUNDO AÑO CONSECUTIVO
El año pasado, el gobierno de Enrique Peña Nieto reconoció que las cosas no iban bien y que había necesidad de ajustar a la baja las expectativas de crecimiento. Como ha ocurrido siempre, sea quien sea y venga del partido que venga el que gobierne, la culpa de los malos resultados no es propia, sino que viene del exterior.
Fue Estados Unidos, que no nos jaló como se esperaba, dijeron. Pero resulta que Estados Unidos, a diferencia nuestra, creció de manera importante. –Ah bueno, nos explicaron. Es que el crecimiento de Estados Unidos se dio en las áreas económicas en que nosotros no participamos, de modo que casi no exportamos para allá.
Hoy nuevamente es Estados Unidos el culpable de que no estemos avanzando como nos habían prometido nuestras flamantes autoridades de Hacienda. Estados Unidos no está creciendo, y nosotros no estamos creciendo tampoco.
Pero lo que llamó la atención no fue ni el reconocimiento ni la procedencia de la culpa. Fue la manera en que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray hizo las explicaciones y los análisis, tratando de vendernos que el país está viviendo un proceso exitoso de recomposición de su economía. ¿Dónde puede estar el éxito si vamos a crecer menos de lo que ellos mismos habían calculado? Porque nadie les obligó a decir que andaríamos arañando el cuatro por ciento de crecimiento en el producto interno bruto (porcentaje de todos modos insuficiente para nuestras necesidades). Ellos solos midieron sus capacidades y fijaron las cifras, pero hoy se dan cuenta, antes de medio año, de que no los van a alcanzar, y pretenden que sus políticas han sido exitosas.
Todos los países de América Latina han crecido más que nosotros, pero sobre todo, en cada uno de esos países la situación se ha defendido con un mercado interno fuerte, basado en la capacidad de compra de los pobladores. Aquí por el contrario, el salario pierde capacidad adquisitiva en la realidad y también en las mediciones anuales, aunque al momento de fijar el tope salarial se nos diga invariablemente que la comparación entre esa alza y la expectativa inflacionaria le deja al trabajador una ganancia “modesta pero real”.
Claro que siempre queda la expectativa de que las reformas tan importantes que se han acordado, lleguen un día a generar el crecimiento que necesitamos. Así nos hemos ido de reforma en reforma de apertura en apertura, que nunca han sido suficientes, hasta llegar a este punto en que ya se cedió el petróleo, y no parece que vaya a pasar nada de aquello tan bueno que nos ofrecieron y que ahora ya nos pospusieron para dentro de treinta años.
Al menos debemos tener el gusto de saber que en México se encontró la fórmula para que un secretario de Haciendo que por dos años consecutivos ajusta a la baja sus expectativas de crecimiento, considere tener elementos para establecer que sus políticas son exitosas.