Desahogo público de Roberto Cruz Castro
*Los arrinconó hasta una ceremonia privada
*Todavía no pasa nada, dicen las autoridades
FRANCISCO CHIQUETE
La tourné radiofónica de Roberto Ramsés Cruz castro no dejó mucho en claro. Fueron más bien desahogos con alguna alucinación o realidad extraviada, como aquella de que un secretario de Gobernación –Francisco Blake Mora- lo reclutó o intentó hacerlo, para manejar operación de apoyo electoral a los candidatos del PAN, y por supuesto, acusaciones contra el secretario general de gobierno, Gerardo Vargas Landeros, por haber orquestado su salida de la Secretaría de Desarrollo Económico.
Por supuesto, es más fácil hacer eso que reconocer que el gobernador Mario López Valdez tomó una decisión asaz adversa como su despido, independientemente de que los modos hayan sido poco ortodoxos en un país donde los cambios de funcionarios son casi siempre “por motivos de salud” o como los casos más recientes “por motivos personales”, pero nunca por incapacidad o por no entender el momento político, que es otra forma de incapacidad.
Roberto Ramsés Cruz Castro sostiene que su salida fue por motivos políticos, con lo que por supuesto, no descubre el hilo negro, y si bien reconoce que había motivos en la iniciativa privada para quejarse por la escasez de resultados, deriva la culpa al secretario de Administración y Finanzas, Armando Villarreal, quien le habría retenido los recursos correspondientes a los créditos y apoyos que debían darse.
Dice que su panorama cambió desde el ocho de noviembre del año pasado, cuando le preguntaron si aceptaría que el gobernador lo instruyera para que fuera candidato a gobernador del estado por el PAN, a lo que dijo que sí. De todos modos, no cree que ello haya sido una causa real para que se le eche de su puesto. Todavía alega que la política debe ser ahora con transparencia y sin ocultamientos.
Pero en el fondo quiere denunciar al gobierno de Mario López Valdez escamoteando el hecho de que el gobernador es quien toma las decisiones en un nivel como éste y por supuesto, que si no lo recibió para que le presentara la renuncia voluntaria, es porque había una decisión para exhibirlo personal y políticamente.
Es poco frecuente que un funcionario despedido salga a dar su versión de los hechos, y sobre todo que lo haga con pugnacidad para quienes tuvieron la responsabilidad de operar su despido, especialmente por la forma en que se dio esa operación (hay que recordar que lo conminaron a entregar la oficina cuando todavía no estaba ni programada la ceremonia en que asumiría el nuevo secretario.
Con todo, Roberto Ramsés Cruz Castro se lleva una satisfacción poco usual: su activismo en medios motivó que la toma de protesta de los nuevos funcionarios se hiciese en privado, casi en la clandestinidad, con un solo vínculo con la opinión pública: una foto subida por el gobernador Maruio López Valdez en su cuenta de twitter.
En ese sentido, puede decirse que los arrinconó. El ascenso tan publicitado y tan esperado de Moisés Aarón Cruz Castro al gabinete de Mario López Valdez se dio sin el glamour, sin los reflectores que suelen usarse cuando hay un arribo como ese, y sobre todo cuando existen las ambiciones y hasta los proyectos que tiene Rivas Loaiza para el mediano plazo.
Muchos se fueron con la finta porque la toma de protesta sería, inicialmente, el miércoles y se pospuso para el jueves a causa del viaje del gobernador a la Ciudad de México, encabezando a los productores de frijol. Luego la ceremonia apareció programada en la agenda diaria del mandatario, que una hora después fue sustituida por una que sólo anunciaba “actividades privadas”. Los apresurados anunciaron que había una nueva posposición, pero no fue así. A esas altura ya el estado tenía detectada la posición de Cruz Castro y se programó la ceremonia en privado, sin testigos y sobre todo sin reporteros que hiciesen preguntas sobre las hoy célebres inconformidades.
Es cierto que el gabinete fue convocado para que estuviese presente en la ceremonia, pero no hay funcionario público al que satisfaga o al que le colmen las ansias de novillero un arribo en esas condiciones de rendir protesta ante el gobernador, en bola, en el despacho del ejecutivo y por supuesto, a puerta cerrada, como un baile de qince años colectivo y sin invitados.
SON RUMORES, CANTA
GENARO GARCÍA CASTRO
El secretario de Seguridad Pública, Genaro García Castro, desestimó los anuncios de que habitantes de la sindicatura de Baila daban los primeros pasos para formalizar la creación de un grupo de autodefensa. Son rumores, dijo, en Sinaloa no está pasando eso.
El procurador general de Justicia, Marco Antonio Higuera, fue un poco más diligente y envió gente al poblado donde se supone que se originó el asunto, y encontró que no hay nada, ni siquiera gente. El pueblo está abandonado y no ha habido ahí hechos de violencia desde hace varios años, dijo a modo de cierre del tema.
Durasnte esta semana tuvimos la oportunidad de entrevistar en Guardianes de la noche, al “Comandante Francisco Villa”, de la proclamada autodefensa de Agiabampo, ebn el sur de Sonora –casi límites con Sinaloa–. Lo que sacamos en claro de esa plática es que ahí en realidad existe un problema agrario y que los involucrados están llamando la atención con su amenaza de armarse, para que acudan las autoridades e intervengan, con lo que se detendría la actividad de los contrarios, que al parecer les están ganando las tierras por la vía violenta.
En Baila, donde se dio la alerta sinaloense, hay otro conflicto agrario.
Es obvio que se trata de inconformidades ciudadanas para las que se genera una situación aparentemente extrema, porque las autoridades no han atendido los problemas. Lo grave es que así como esos pequeños chispazos, hay muchos en el resto del estado y del país, que pueden convertirse en pretexto o motivación para que la gente se arme, primero en defensa de sus derechos y luego vaya usted a saber hasta dónde se extienda el asunto.
Ayer mismo el dirigente cenecista de Escuinapa, Porfirio Salas Castillo, demandó que el estado refuerce la vigilancia porque se acerca el periodo de cosecha del mango, y empiezan a aparecer por los rumbos de ese municipio camionetas extrañas que los hacen temer por su seguridad, sobre todo porque ya se han vivido experiencias de ese tipo en años anteriores.
También en el centro y norte ocurren estos casos. Cosechas enteras de frijol o de maíz, de hortalizas han sido despojadas por grupos del crimen organizado que de esta manera financian sus próximos “trabajos” o sacan para vivir en tanto concretan un nuevo asunto.
Todo esto hace que la gente se desespere y piense en la posibilidad de armarse, o que termine por aceptar y hasta agrad3ecer la “protección” que ofrecen grupos fuera de la ley, pero a las autoridades sólo se les ocurre cantar aquello de que “son rumores, son rumores”, o encuentran que no pasa nada, porque el pueblo está vacío y de eso hace años.
Luego, cuando estallan los problemas, se asustan y se escandalizan.