Por Héctor Melesio Cuén Ojeda
El pasado 7 de junio se llevaron a cabo elecciones en el país, donde se disputaron un total de 2159 cargos de elección popular; se renovarán la totalidad de las 500 curules de la Cámara de Diputados (300 de mayoría simple y 200 por el principio de representación proporcional), 9 gubernaturas, 641 diputaciones en 17 entidades, 993 alcaldías en 16 estados, y las 16 jefaturas delegaciones en el Distrito Federal.
En esta elección tuvimos dos hechos trascendentales que jamás se habían presentado en la historia de las elecciones en México: la participación de 10 partidos políticos nacionales con registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y los candidatos independientes.
Con un lista nominal de 77 millones 913 mil 406 personas con credencial para votar, los comicios tuvieron una participación del 47% de la población; es decir, 36 millones 623 mil 125 ciudadanos que votaron en las 149 mil 726 casillas instaladas en todo el país.
La instauración de las candidaturas independientes en estas elecciones fue otro hecho inédito, pues 122 aspirantes mostraron su intención ante el INE de ser aspirantes con esta nueva figura, 70 pretendientes no reunieron los requisitos legales y solo 52 cumplieron la exigencia de la convocatoria, pero nada más 22 lograron el apoyo de la ciudadanía para ser candidatos independientes; de ellos, 5 fueron de Sinaloa.
El Grupo Parlamentario del Partido Sinaloense, una vez cursado el proceso electoral, considera necesario estimular y promover una reflexión colectiva de la forma en que se realizó el proceso y, con ello, algunos resultados que han sido motivo de opinión en los últimos días.
Hagamos un análisis de algunos de los elementos de este proceso electoral. Por ejemplo, esta campaña electoral fue de las más convulsionadas en las últimas dos décadas; en el país fueron asesinados 16 candidatos y otros políticos, mientras que una veintena de aspirantes abandonaron la carrera por temor a correr la misma suerte. Asimismo, varios partidos ni siquiera presentaron postulantes en las regiones más conflictivas. Incluso, horas antes de la votación se hablaba de la posibilidad de suspender las elecciones en algunos estados del suroeste del país.
Además, la Reforma Educativa, una de las reformas estructurales más importantes acordadas por el Congreso de la Unión, se vio trastocada con la suspensión del proceso de evaluación docente.
Nuestro estado no fue ajeno a este ambiente que se vivió en buena parte del país. Aquí también hubo amenazas de muerte, levantones, agresiones verbales entre candidatos, acusaciones de peculado, difamaciones de líderes de partidos a candidatos, sin embargo el lado positivo de ello es que no tenemos que lamentar la muerte de ninguna persona relacionada con las elecciones efectuadas.
Lamentablemente los partidos políticos basaron su éxito o fracaso en un manejo irracional y mediático de los sucesos negativos que en el ámbito político y social se vive en todo el país. Con esta actuación, se dejó de lado el interés por socializar las propuestas de los candidatos y difundir la plataforma político-electoral que los sustenta como aspirantes a una representación popular.
Desgraciadamente, esta actitud generó un ambiente que hizo que los ciudadanos se alejaran de las urnas. La sociedad no dudó en mostrar su rechazo a tales prácticas, ya que se incrementó la apatía y la resistencia de los votantes por acudir a las urnas electorales a expresar su voluntad popular. Este fue el mensaje que nos mandaron a los partidos políticos. Es fácil concluir que las elecciones 2014-2015, ha sido una experiencia no grata.
Los mexicanos no podemos permitir que este fenómeno se siga manifestando, y menos aún que se siga incrementando como lo marcan las estadísticas oficiales. Sobre todo, porque es mucho el recurso económico que se destina a los procesos electorales en México, todo en aras de lograr una democracia participativa y, con ello, el pueblo ejerza su decisión de cómo se conforman los diferentes niveles de gobierno que nos hemos instaurado.
Revisemos solo algunos datos. Hubo más de 24 millones de spots de 30 segundos, para transmitirse en tiempo-aire en las 2 mil 556 estaciones de radio y televisión del país, con un valor comercial de 15 mil millones de pesos.
A pesar de que fueron millones de spots, y que su costo fue altísimo, éstos fueron utilizados para denostar al oponente, carecieron de propuestas concretas, y en su mayoría se enfocaron a criticar y descalificar a los contendientes.
Se estima que el INE aplicó la cantidad de 22 mil 812 millones 803 mil 286 pesos en la organización de las elecciones 2014-2015. Si partimos de que el Listado Nominal en el país se conformó por 77 millones 913 mil 406 ciudadanos, y bajo el supuesto de que votaran todos, el costo por voto hubiera sido de 292.79 pesos; sin embargo, con el nivel de participación que se tuvo, cada voto nos costó a los mexicanos la cantidad de 622.80 pesos.
A lo anterior, habría que sumarle el presupuesto federal asignado a los institutos políticos, el cual asciende este año a 5,356 millones de pesos y que fue repartido a los 10 partidos políticos nacionales.
En relación con este fenómeno, Sinaloa no fue la excepción, pues este martes 9 de junio, el Consejero Presidente del INE, CP. Miguel Ángel Ochoa Aldana, declaró que nuestra entidad se ubicó en el cuarto lugar de abstencionismo.
De un Listado Nominal de un millón 974 mil 676 personas con credencial para votar, sólo emitieron su voto 745, 085 ciudadanos, lo que representa, en promedio, el 37.73%. En el proceso electoral federal, en Sinaloa participaron 77 candidatos, de los cuales 42 son hombres y 35 son mujeres. Aun así, no convencieron a los ciudadanos para salir a votar
Ante éstas y otras consideraciones, este jueves 11 tuve la oportunidad en el H. Congreso del Estado de manifestar lo siguiente:
Ø A partir de este momento, debemos incrementar el nivel del diálogo y discusión para recuperar la credibilidad de la sociedad.
Ø Participemos en esta reflexión los árbitros electorales (INE), los diferentes niveles de gobierno y los partidos políticos.
Ø A nivel de los partidos políticos, implementemos acciones de civilidad que promuevan en la sociedad la participación, los valores éticos y morales, así como el interés en los procesos electorales.
Ø No actuemos solamente en las coyunturas electorales, sino implementemos con anticipación políticas públicas que fomenten entre las niñas, niños y adolescentes una mentalidad democrática y participativa. Es en ese nivel donde podemos encontrar resultados positivos