EL QUIMICO BENÍTEZ: ¿ERA COMO FUE? (1 de 2)

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Corría el 2005 con sus fríos y calores, pero más allá del clima, Cárdenas y el Peje de disputaban candidatura del PRD a la presidencia. Y como ya sabemos, el parricidio ocurrió. Pero antes en Sinaloa ya habíamos asesinado al hijo del tata Lázaro. Habíamos tomado, en efecto, el camino empedrado que recorrería Amlo en un tiempo récord: trece largos años para llegar a la presidencia, aunque algunos nos bajamos antes de 2018, y usted no sabe el porqué, pero no fue porque nos hubiéramos convertido en fifís.

En ese tiempo poco a poco nos fuimos conjuntando, he hicimos una convergencia entre tirios y troyanos. Ahí conocí personalmente al Químico Benítez, aunque ya sabía de él, porque fue asesor Gerardo Rosete y porque a ambos fueron corridos de sus puestos por hacer mal uso del presupuesto. Pero ese era pasado, había que ver para adelante. La primera impresión que me causó es que era demasiado ambicioso y torpe. Y así fue, no resistió la larga experiencia de los viejos militantes de la vieja izquierda, y rompió con ellos y se quedó con un grupito de fieles.

Cuando llegamos a la segunda intentona de López Obrador allá por el 2012, volvimos a encontrarnos; pero para ese tiempo ya se había convertido en su chofer y en su proveedor de camarones del candidato a la presidencia. Y con ese poder, aunque no hiciera campaña por tierra, tuvimos que cohabitar, dicho en buen sentido. De nuevo le ganamos todas las iniciativas y nuestra fuerza política fue cinco veces mayor que la de él. Pero el químico ya nos había ganado a López Obrador, quizá por obediente y dadivoso; de tal suerte que siempre se subía a la tarima en donde discurseaba el Peje.

LA TIJERA DEL TIEMPO Y SU BISTURÍ.

Llegó 2018 y el Químico fue postulado “democráticamente” por su pastor, a la candidatura a la presidencia municipal de nuestro bello Mazatlán. Esta vez volví corroborar su torpeza: carecía de un discurso que planteara articuladamente un mejor porvenir para los “patasalá”, además se convirtió en un pésimo imitador de las peroratas de tabasqueño, de tal suerte que su pregón errático siempre lo terminaba con una frase muy manoseada: “No robar, no mentir, no traicionar”. Aunque sus oponentes políticos no eran mejores que él, hoy está en la presidencia municipal gracias al tsunami electoral en el que se convirtió Andrés Manuel López Obrador. El azar, la ambición y la falta de escrúpulos a veces convierten las profecías en realidad.

Pero también colaboraron en su triunfo las diferentes personalidades de izquierda. No eran militantes o eran militantes episódicos, pero se activaron ante el arrastre de López Obrador, y se volvieron a conjuntar. El cemento que los unió fue la férrea pelea dieron contra el gasolinazo, aunque está conjunción siempre fue débil, porque su unidad tuvo como común denominador la formación de grupúsculos que les impidió trazar una estrategia para forzar al seguro presidente municipal a incluirlos en su red colaboradores. Los resultados de esta debilidad quedaron de manifiesto el día en que el Químico mostró públicamente a sus compañeros de ruta: prácticamente todos eran del PRIAN –o algo peor- pero además era gente carente de conocimientos y ayunos de experiencia en las lides del trabajo de campo. Y todavía Luis Guillermo I decía en sus discursos: “No robar, no mentir, no traicionar”, mientras traía colgado de la calvicie a un viejo izquierdista.

Una vez con el acta vencedor en la mano, el Luis Guillermo I se dedicó a regodearse de su triunfo, haciendo entre otras exhibiciones de poder, paseos por el malecón, agradeciendo a sus fans por la victoria que le habían prodigado y cosas por el estilo. Lo que no hizo su equipo -y por supuesto él- fue trazar la hoja de ruta que dibujará su travesía para evitar -o tratar de evitar- que su barca hiciera aguas en el zigzag del oleaje. El doctor Santa María les exigió el programa una y otra vez al químico y, al final, hasta lo denunció ante López Obrador, en el periódico Noroeste. EL lunes haremos un recuento de lo que ha sido el gobierno del Luis Guillermo I, nuestro querido Presidente Municipal