FAUSTINO LÓPEZ OSUNA: Salió de Aguacaliente a perseguir las lluvias que se van.
– Entre sus obras: El Himno Oficial de Sinaloa.
– El gusto por la música le vino de escuchar a su madre cantar planchando.
– Refugiado en un colegio, añorando el rancho aullaban como coyotitos.
– La cultura del narco infló la banda, considera.
Salió de su natal Aguacaliente de Garate a perseguir las lluvias que se van, a buscar su propio camino, a pesar de la añoranza del rancho, de ese rancho que recordaba en el internado de secundaria del Politécnico en Culiacán, donde todo mundo aullaba como coyotitos en la azotea por que no tenían ni para ir al cine. Fue ahí donde le dio por hacer algunas tonadas, cantarlas y repetirlas tomando como modelo las grandes canciones del momento, que eran las del Negrumo.
“Yo no tenía ni conocía la versificación ni la métrica, pero todo fue por intuición porque era como una esponja, lo que oía lo reproducía tal y como lo oía en cuanto a métrica y rítmica”. ya que cualquier persona de pueblo, dice, trae eso editado por el paso de los siglos, ya que en el Siglo de Oro de la poesía y con los romances españoles se dio esa métrica que tiene su punto culminante en el corrido mexicano.
Hablamos de don Faustino López Osuna. Nacido en el 15 de febrero de 1943, su ansía de conocimiento y aventura lo llevo a estudiar la secundaria en Culiacán, donde escribió sus primeras poesías; la preparatoria en La Ciudadela de la Ciudad de México, y sus estudios profesionales en el Politécnico.
Ya como economista logró una beca de la Federación Mundial de la Juventud Democrática para hacer un posgrado en Sofía, Bulgaria. A pesar de que el servicio profesional, lo llevo a muchos lugares del mundo, y en la vida burocrática a cursar varias posiciones en varios estados, como delegado de Infonavit, del Instituto Nacional del Consumidor, de Difocur en nuestra entidad en 1993, del Cbtis 127 de Mazatlán, entre otras; nunca dejó de cultivar su pasión por la música y la composición.
Ello lo llevó a sumar una larga cadena de composiciones que van desde “También las lluvias se van”, “El Cosalteco” que le grabaron Luis Pérez Meza y Alberto Vázquez; San José de Gracia, grabada también por el Trovador del Campo y una larga serie de temas, donde destacan una serie de temas dedicados como corridos a la gran mayoría de municipios y poblados de Sinaloa.
De charla amena, recuerdo ágil y conversación arropada en sapienza; Faustino López Osuna, comparte algunas de sus vivencias, entre las que recuerda que le dio por transmitir y comunicar emociones a través de la música al escuchar la radio de sus años mozos, llena de calidad y de programaciones increíbles, sobretodo en la época del Bolero de Oro, con sus fabulosas voces que permitían que desde niño se educara el odio.
“Yo me daba cuenta que era poesía, y a mi me dio por escribir poesía cuando leía a los grandes y empezaba a escribir de lo que acaba de leer y tuve la suerte de que en la Vocacional 5, un viejecito, Enriquez Calleja, español de esos que huyeron de la Guerra Civil, daba literatura y se dio cuenta de que me gustaba hacer versos y en un año completo me enseño a la perfección el verso en español.
Tuvo una paciencia, un amor que creo que no sabía lo que estaba haciendo conmigo y eso me permitió llegar un día a cumplir con las bases que tendría la convocatoria del Himno de Sinaloa, que era muy estricta en cuanto a la versificación, la métrica y lo demás, pero las bases me las dio este maestro”. Comenta, López Osuna que nunca hizo dinero pues siempre vivió de sus quincenas por lo que no pudo costearse una grabación; sin embargo fueron sus amigos quienes se dieron cuenta que cada vez que acompañaba al ex gobernador, Alfonso G. Calderón en sus giras por todos los pueblitos y por la sierra, que componía temas dedicados a estos, quienes se decidieron a patrocinarlo, por lo que se dio a la tarea de buscar a don Luis Pérez Meza, quien después de dos años se decidió a entrar al estudio.
Cuando le pregunto si tenía un contrato de exclusividad con alguna disquera, don Luis le respondió que no le gustaba estar amarrado con nadie. Eran los últimos tiempos del Trovador del Campo y, lamentablemente, recuerda fue penoso grabarle con los Tierra Blanca porque algunos temas lo dejaban agobiado como el San ignacense o el Cosalteco donde se le fue un compas; e incluso, dice, tuvo que grabar con el, a petición del propio Trovador, San José de Gracia porque ese tema se lo pidió la esposa del cantante debido a ser la tierra de su origen.
Los recuerdos se dejan venir en cascada; las anécdotas también. Recuerda con veneración las virtudes de don Ramón López Alvarado, la amabilidad de Cruz Lizárraga y la enorme sorpresa que le causó que un rokero como Alberto Vázquez haya convertido en un exitazo el tema del Cosalteco.
Faustino López Osuna, quien hoy forma parte del Colegio de Sinaloa, considera que desde que entró la cultura del narco infló completamente la banda y la saco de su tradición; entonces todo mundo le dio por hacerse acompañar de la ésta, cuando era para pocas y elegidas voces.
“Todavía Don Cruz dejó la discografía instrumental de cómo era la banda. La banda no era para acompañar a cantantes; entre Pérez Meza se aventuraron otras dos o tres voces, pero era instrumental.
Es más tenía que pasar un tiempo para que una canción que quedara en el gusto fuera incorporada por la banda a su repertorio. A lo que voy es que se vino esa cultura y ellos querían oir sus corridos, el corrido del fulanito y luego los estudios de grabación le entraron a eso y de pronto crecieron como hongos en las aguas”.
Ese fenómeno encareció la banda y la industria sintió que había mucha demanda y había que seguir vendiendo por eso empezaron a meter variantes como la balada y “unas rítmicas totalmente atroces y en eso nos encontramos ahora”, señala. Por ello se pronuncia por experimentos que hacen algunas bandas como la Guamúchil y la MM por rescatar a la antigua banda instrumental, no cantada, que es una delicia y una emoción escucharla.