El papa Francisco animó a la Iglesia a superar «viejas lógicas de contraposición» y a atender a las necesidades y al «grito de ayuda» de la sociedad.
El papa Francisco animó este martes a la Iglesia a superar “viejas lógicas de contraposición” y a atender a las necesidades y al “grito de ayuda” de la sociedad, en la misa de agradecimiento por el año que acaba en la basílica de San Pedro.
El pontífice se preguntó ante cardenales, arzobispos y fieles qué es lo que Cristo pide: “Nos confía su palabra y anima a zambullirnos en la masa, a implicarnos en el encuentro y en la relación con los habitantes de la ciudad para que su mensaje corra rápido”, sostuvo.
“Estamos llamados a encontrar a los demás y escuchar su existencia, su grito de ayuda ¡Escuchar es ya un acto de amor! Tener tiempo para los demás, dialogar, reconocer con mirada contemplativa la presencia y la acción de Dios en sus vidas”, invitó.
El papa explicó que este “servicio de amor” llega a “cambiar la realidad” en el mundo y dentro de los muros del catolicismo.
“Actuando así, de hecho, en la ciudad y también en la Iglesia circula un aire nuevo, ganas de ponerse en camino, de superar las viejas lógicas de contraposición y obstáculos para colaborar juntos edificando una ciudad más justa y fraterna”, indicó.
Francisco alentó a los prelados asegurando que “no debemos tener miedo o sentirnos inadecuados para una misión tan importante” pues Dios elige a sus servidores “porque son y se sienten pequeños”.
En estas primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, en las que tradicionalmente se hace balance y se agradece por el año que concluye, el papa presta especial atención a la ciudad de Roma, de la que es obispo.
Pues la capital “no solo es una ciudad complicada, con muchos problemas, desigualdades, corrupción y tensiones sociales” sino que en ella también hay lugar para la bondad, pues “Dios manda su Palabra que anida a través del Espíritu en el corazón de sus habitantes y les empuja a creer, a esperar a pesar de todo, a amar luchando por el bien de todos”.
Por ello mencionó y honró a “las muchas personas valientes, creyentes y no creyentes” que ha conocido en estos años de pontificado y que, a su parecer, representan “el corazón pulsante” de la capital italiana por su servicio a los demás.
Fuente: López Dóriga