Denise Dresser (1/ 07/ 2012) señala con todas sus letras lo que sigue: “Ahora que han ganado los priistas se vanaglorian de lo que harán por México. Gracias al PRI habrá estabilidad política, dicen. Gracias al PRI habrá reformas y modernización, insisten. Gracias al PRI el País resucitará del fracaso de los panistas, repiten. Enrique Peña Nieto lleva meses recorriendo la República dándose palmadas en la espalda y ahora celebra el regreso al poder a un partido responsable de los peores vicios”.
En el mismo ensayo, a manera de colofón, Dreseer afirma:“Gracias al PRI el país padeció tantos años de mal Gobierno. Gracias al PAN y al PRD es probable que la historia se repita. Y que México se vuelva –voluntariamente– un país de masoquistas”. Esta frase lapidaria me recordó del libro de La Boétie, amigo de Montaigne, escrito en el siglo XV: La servidumbre Voluntaria. Pero de eso no estamos hablando.
Dresser imputa al PAN y al PRDel haber jugado con las mismas reglas que el PRI, en lugar de cambiarlas, y con las cuales cometieron los mismos dislates y trapacerías que el tricolor. Esta acusación es cierta, pero Denise hace abstracción del contexto en el que gobernaron esos partidos. Después de la caída de la presidencia imperial, se abrió un largo interregno de gobiernos divididos, hijos por supuesto del sectarismo decimonónico, que prácticamente impidió reformas de gran calado que desmontaran al “sistema” priista.
Creo a este respecto que es más inteligente la postura de Roger Bartra que, en La Fractura Mexicana (2009), señaló que la incapacidad política de la derecha y la izquierda liberalespara conformar una coalición que le diera un nuevo derroteropara el país, sería la causa o la posible causa del regreso del PRI a la presidencia. Bartra acertó: no alianza y ahora tenemos de regreso al partido de Plutarco Elías Calles en los Pinos. Esta posibilidad quedó circunscrita a ciertos estados como Oaxaca y otros. Y tal vez la alianza en el estado de México y el posible triunfo, la lógica impelía tener un candidato único a la presidencia. Esta posibilidad la dinamitó López Obrador, a partir del “frío” calculo político de que si se triunfaba en esas elecciones, él perdería la posibilidad de se candidato a la presidencia.
Pero Bartra acertó a medias; porque nunca analizó la correlación de fuerzas que existía al interior de aquéllas fuerzas políticas y, por ende, en qué situación política se encontraban los liberales y en general los aliancistas de todos los pelajes. Dicho de otra forma, Bartra no calibró en su momento quiénes eran los dueños del PAN y el PRD y si éstos eran o no proclives a formar una coalición de gobierno. En esos años y los siguientesen que se publico La Fractura… los “directores de esas orquestas” eran los duros: Un Calderón soberbio y fraticida y un López Obrador furioso y paranoico.
Despejadas las fallas analíticas de Dresser y de Bartra habrá que ir al examen de dos aspectos cruciales, porque a partir de ellos podremos llegar al por qué el PRI, PAN y PRD signaron el Pacto por México, a saber: 1.- Si es posible o no la restauración priista en el país. 2.- Cuál es la correlación de fuerzas entre los duros y los liberales en la actualidad.
¿ES POSIBLE UNA RESTAURACIÓN AL VIEJO ESTILO PRIISTA?
Octavio Paz contradiciendo la idea del eterno retorno, afirmó que sí se retorna, pero, acotó, que no regresan los mismos ni regresan a lo mismo. O como diría Edgar Morin, en referencia al retorno de Ulises a Ítaca. Regresó, pero volvió siendo otro porque el viaje nos transforma. ¿Es posible la restauración del Priismo a la vieja usanza?
Dreseer y Aristegui creen que existe esa posibilidad, pero también los editoriales de Proceso y la Jornada. Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín creen justamente lo contrario, y no precisamente por el aggiornamento democrático del PRI. A propósito señalan:
Creemos que la restauración en un sentido estricto, y aun en el laxo, no parece una opción clara y viable para nadie, empezando por el nuevo gobierno, cuyas acciones estarán severamente limitadas por un balance de poderes de realidad innegable. Históricamente en México quien dice restauración dice también populismo, alude a las peores tradiciones del PRI: un Estado autoritario, sostenido en la cooptación de clientelas, cuya irresponsabilidad fiscal crónica (sistémica) engendró las crisis económicas de 1976, 1982, 1987, 1994, y lo hizo perder la presidencia en el año 2000. (El Nuevo Paradigma Mexicano. Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín. Revista Nexos. Noviembre, 2012)
Pero enseguida indican lo que lo viejo no ha muerto del todo…
No todo aquel régimen desapareció, ni toda aquella red de intereses. La democracia ha exhibido y desacreditado los restos, pero no los ha erradicado. La corrupción de viejo cuño es moneda corriente en la política local. Los grandes sindicatos públicos son más fuertes y más autónomos que nunca, lo mismo que los monopolios estatales y los privados. Ni unos ni otros se han sometido, bien a bien, ni al poder ni a la ley.(El Nuevo Paradigma Mexicano. Jorge G. Castañeda y Héctor Aguilar Camín. Revista Nexos. Noviembre, 2012)
Yo como ellos creo que no es posible un nuevo regreso nuestro pasado ominoso, pero no creo que estemos en el umbral de un nuevo paradigma como lo plantean Castañeda y Aguilar Camín, claro, si sólo estuvieran presentes los ingredientes sociales y políticos que planean, aunque vale decir no dejan de ser muy importantes para a la transición a la que muchos aspiramos; seguramente lo que tendríamos sería un período de ingobernabilidad sin que ello predijera un estallido social como algunos autores de cabeza caliente afirman. Lo que nos permitiría a aterrizar al nuevo paradigma sería, además de los elementos indicados por los autores de Un Futuro para México, habría que agregar uno que es capital, el cual veremos en el siguiente apartado.
LA LEGITMIDAD EN VILO.
Aunque todos los partidos jugaron a la “mala” porque en su lógica la conquista de la presidencia justifica los medios, todos los medios, de tal suerte que aprovecharon todos los hoyos que la legislación electoral les dejó a su disposición para hacer sus inveteradas trapacerías. Como sabemos, después de estas prácticas poco democráticas, el PRI se alzó con la Presidencia de la República haiga sido como haiga sido.
Todo indicaba que tendríamos la reedición de otro sexenio de crispación política entre el “PRIAN y el PRD”; pues estaban todos los ingredientes puestos en la mesa para que ello ocurriera. Afortunadamente no ocurrió este desaguisado. Y no ocurrió porque, a diferencia del 2006, antes, en y después de la campaña electoral estuvo presente un factor que puede ser definido de la siguiente manera: una fractura “silenciosa”al interior de los partidos.
En el caso del PRD las diferencias eran ostensibles por su grado de tensión: la disputa fue entre una metanarrativa que divide a los mexicanos entre buenos y malos y un discurso reformista proclive a los arreglos políticos. La querella en el PAN sucedió- aún esta sucediendo- entre un discurso impermeable a la crítica, sujeto por los poderes fácticos y una narrativa, aún difusa,que plantea ser una oposición complementaria, no simple alfil del PRI a cambio de dádivas como en el pasado.
El PRI, en cambio, fue creando compromisos sociales y políticos en el recorrido de la campaña, ante el asedio, en permanente crecimiento, de millones de mexicanos que lo fueron alejandode su rancio relato que se ha servido de cortina de humo para dilapidar al país, al punto de quedar frente a frente ante quienes lo encumbraron en el poder, me refieroa los poderes facticos y a su desgastada mitología seudorevolucionaria de antaño.
Lo que tenemos ahora es un “corrimiento” hacia el “centro” de las fracciones menos duras de los tres partidos y un endurecimiento de los duros: los “populistas que acusan a sus opositores de encarnar una reacción conservadora y, por supuesto, los políticos que “trabajan” para las oligarquías y que acusan a los populistas de violar las leyes para eternizarse en el poder. Y lo paradójico es que estas acusaciones, en cierta medida, son ciertas. (La legitimidad Dúctil: México ante el Espejo Latinoamericano”. Pedro Salazar Ugarte. Revista Nexos. Noviembre, 2012.)
EL RUMBO DEL NUEVO GOBIERNO Y SUS CRITICOS.
Pero todo lo anterior no explica el porqué se signó el Pacto Por México, y además en tiempo récord, porque la respuesta a esta pregunta apenas se dibuja en las páginas anteriores.
Si bien el Pacto… puede entenderse por las fracturas que ocurrieron en los partidos más importantes y su “natural” corrimiento hacia centro político de las fracciones menos rijosas del PRD y el PAN y, por supuesto, por los compromisos que fue adquiriendo Peña Nieto en el curso de la campaña. A esta explicación habrá que agregar que el PRI de Peña Nieto y las fracciones del PRD y del PAN quedaron muy débiles (o cuando menos esa fue su percepción) para enfrentar a sus anteriores amigos/enemigos, ante quienes estarán expuestos a un fuego cruzado de quienes ven como alfiles de los poderes fácticos, porque ven que este arreglo una traición al pueblo mexicano.Y esto no es una simple quimera. Dos razones justifican aquel temor:
1.- El pacto por México es rara avis en el clima de polarización que ocurreen diversos países latinoamericanos, pues tienen un encono suscitado por la disputa del sillón presidencial. Los populistas, gritan: ¡Democracia! y los agentes de los poderes facticos, gimotean: ¡Constitución!
2.- La ausencia histórica de gobiernos de coalición, pues el en siglo XIX vivimos entre la revuelta y la dictadura. Después bajo la égida de la Presidencia Imperial. Los últimos 17 años sobrevivimos a gobiernos divididos, pero igualmente estériles que los anteriores.
Vale decir, entonces, que experimentamos en México una coalición inédita, frágil y con muchos enemigos. Pero quizá sus impulsores podrían convertirse en sus peores antagonistas. Y tal vez no por mala fe, sino porque en el por venir cercano tendrán dos pruebas de fuego que, según Alfredo Ramírez, será la ruptura de la luna de miel… 1.- Cuando se toquen los intereses de los poderes fácticos. 2.- Cuando se enfrenten los partidos coaligados por 14 gubernaturas que estarán en disputa este año que corre.
Puede ser, puede ser, pero también pude ocurrir que los hombres y mujeres que comandan esta coalición tengan los arrestos para competir y al mismo tiempo para coexistir en una alianza que sentaría un precedente histórico en México.