Bernardo Trejo y Alfredo Martínez, son organilleros y vienen a Mazatlán desde la ciudad de México para mostrarnos una cultura que se busca no se pierda: la música de viento de los viejos Organillos; también en la sobrevivencia de 200 familias, pues son igual número de trabajadores que manejan estos aparatos, que pesan 50 kilos con las melodías de antaño, de los 40s y hasta los 60s.
Admiten que vienen hasta acá por la aventura y también trabajando, pero no para hacer negocio, sino para sobrevivir, sobre todo porque la gente de Sinaloa quiere escuchar la banda reguetón o el “punch, punch”, y no saber de una cultura que tiene 600 años, pues los Organillos tienen esa edad y surgieron en Alemania.
Dijo que los Organillos es una tradición, además de cultura, y llegaron a México en 1810, al correr de los años de 500 Organillos hoy sólo quedan 200 para ser escuchados en calles de la ciudad de México, Puebla, Veracruz, Guadalajara, Hermosillo y en Mazatlán, entre otras ciudades.
Bernardo Trejo dijo finalmente que recorren las calles de la ciudades y se estacionan en las esquinas con las luces del semáforo en rojo para que los conductores escuchen esas hermosas melodías del organillero y de pasada, si quieren, les pongan unas monedas en su clásicas quepis o especies de gorras.
